Secretos a cuatro manos

Maikel José Rodríguez Calviño
21/12/2017

Lo secreto es el título de la muestra bipersonal, protagonizada por los destacados artistas visuales Santiago Rodríguez Olazábal y Rubén Rodríguez, que por estos días acoge la galería Villa Manuela. Religiosidad popular y erotismo, carne y espíritu constituyen los vértices conceptuales de esta inusual propuesta que sorprende por su peculiaridad y atractivo al interior de un panorama expositivo en el que no faltan propuestas significativas.


Santiago Rodríguez Olázabal. Secretos (2016)
Foto: Maité Fernández
 

Unir en un mismo espacio las poéticas de dos creadores con estilos diferentes, fácilmente identificables y desarrollados durante décadas, es siempre un reto para cualquier curador. ¿Olazábal y Rubén Rodríguez compartiendo galería? Confieso las reservas que me asaltaron cuando lo supe. Sin embargo, toda aprensión desapareció apenas me detuve frente al amplio número de piezas que, sin renunciar en ningún momento a sus respectivas individualidades, tejen sobre las paredes de Villa Manuela un delicado tejido pletórico de símbolos y sugerencias.

Lo religioso es hijo del secreto; lo erótico, también. Tras los cortinajes de un templo o de una casa de culto, tras las puertas de la alcoba o el baldaquín, allí donde los enigmas reposan a buen recaudo, palpitan algunas de las verdades más íntimas y esenciales del ser humano. Bien lo saben Olazábal y Rubén, y así lo demuestran, el primero, mediante piezas realizadas en técnica mixta cuya sencillez y belleza develan el vastísimo universo mítico-religioso afrocubano que las origina, y el segundo, con lienzos de marcado erotismo, pletóricos en formas e insinuaciones, en mujeres y flores resueltas a base de líneas dinámicas y sensuales.


Rubén Rodríguez. Huellas del camino (2017)
Foto: Maité Fernández
 

Ambas poéticas dialogan gracias al dibujo: hilo conductor capaz de aunarlas en un mismo tiempo y lugar y explayarse tanto en los expresivos rostros de Olazábal, concebidos con una belleza rayana en lo clásico, como en las siluetas de Rubén, superpuestas en fondos ejecutados mediante reiteradas capas de trazos que se acumulan y disuelven entre sí.

El misterio y sus reservorios, el silencio más sagrado del awó; pétalos de loto y medias de mujer que delimitan el deseo. Jóvenes y ancianos enfrascados en rituales cotidianos; las huellas dejadas por el placer sobre la carne temblorosa… Lo secreto llama la atención por su atipicidad y riqueza visual, rasgos que tributan positivamente a las poéticas desarrolladas por dos artistas cubanos a tener en cuenta dentro del universo plástico nacional inmediato.