Noveles y consagrados premiados por Fondo de Fomento en la primera convocatoria

Joel del Río
11/12/2020

Si el momento más épico y dramático, en la historia de los seres humanos, es aquel en que se atreven a desafiar el horizonte, entonces puede decirse que el Fondo de Fomento del cine cubano forma parte de ese momento; porque constituye una de las coordenadas decisivas en el mapa de la cultura contemporánea cubana, intento feliz y saludable de estimular la creatividad y el arte, dentro del complejo ámbito audiovisual, de cara al futuro inmediato.

A partir del reconocimiento oficial de la gestión independiente, que tantos títulos notables aportó al cine nacional, sobre todo en los últimos diez años, el Fondo significa, junto con la Muestra Joven del Icaic, el gran gesto para consolidar la existencia del cine cubano como un todo nunca homogéneo pero sí reunido y de común interés, más allá de las insistencias divisionistas en el prejuicio de que la integridad intelectual solo es posible desde la producción independiente, o la sospecha de que el reconocimiento mayor en la Isla solo proviene del trabajo con la institución.

 El Fondo de Fomento del cine cubano constituye una de las coordenadas decisivas en el mapa de la cultura contemporánea cubana. Fotos: Internet
 

Un total de 67 proyectos de largometrajes, procedentes de casi todas las provincias, con una notable participación de jóvenes y de mujeres, se inscribieron en el Fondo, según www.cubacine.cu, el Portal oficial del Icaic. De los 67 concursantes, 24 son menores de 35 años, lo que representa el 36 %, mientras que el 37 % del total son mujeres, y varias de ellas resultaron premiadas, como se comprueba a continuación, dentro de un grupo de proyectos donde el factor común parece ser la lucidez de la propuesta, así como la diversidad temática y de tratamiento.

Se concedió el cien por ciento de financiamiento solicitado a la posproducción de cuatro documentales, algunos incluso en un nivel de primer corte, pero a la espera de recursos para su conclusión definitiva: Puro sentimiento, de Gretel Medina; Hacia la luz, de Aracelys Avilés; Virgilio desde el gabinete azul, de Raydel Araoz, y Bongó Itá, de Mayckell Pedrero.

Finalista en el concurso cubano del iberoamericano DocTV en 2017, Puro sentimiento se acerca, con respeto y necesaria complicidad, desde las técnicas del cinema verité, a la historia de dos mujeres que viven en una comunidad rural cercana a Santa Clara; humildes y trabajadoras, las dos se consagran a la ardua tarea de lograr la visibilidad de una de ellas como cantante de boleros. Producida por el también destacado realizador Carlos Melián, figura dominante en el audiovisual santiaguero y nacional, Hacia la luz, de Aracelys Avilés, caracteriza los esfuerzos de un grupo de campesinos negros, de la zona oriental, quienes intentan mantener una práctica danzario-musical que heredaron de sus antepasados esclavos, pero surgen numerosos obstáculos, sobre todo el tema del aislamiento.

Presentado en la competencia por el premio a la postproducción del Festival de La Habana en 2017, Virgilio desde el gabinete azul debe ser el audiovisual cubano definitivo sobre la vida y obra del poeta, dramaturgo, narrador y ensayista cubano Virgilio Piñera. El aval de su director, Raydel Araoz, cuenta con títulos tan prestigiosos como La Isla y los signos (2014) ganador del concurso cubano por el DocTV. En su proyecto premiado, Araoz se vale de actores como Waldo Franco, y de un escenario teatral donde recrea la habitación del creador, y en paralelo se presenta la papelería que se conserva, y los testimonios de quienes conocieron a uno de los grandes intelectuales cubanos del siglo XX.

Imagen de Virgilio, desde el gabinete azul, de Raydel Araoz.
 

Y si los buenos documentales deben cumplir con el principio de la sorpresa y la revelación, sin dudas será notable Bongó Itá, de Mayckell Pedrero. El realizador de la recordada y polémica Revolution, sobre Los Aldeanos, devela la historia y algunas interioridades de la sociedad religiosa de los abakuá, fundada por antiguos esclavos en 1836. Además del perfil historicista, Pedrero entrevistó a miembros del culto secreto, quienes ofrecen al espectador un cúmulo de conocimientos bastante inéditos.

El 50 por ciento del financiamiento solicitado al Icaic y al Ministerio de Cultura, para la posproducción, fue conferido a dos documentales y una ficción. En la primera modalidad se decidió estimular la conclusión de Unbloked, la gente del documental, de Inti Herrera y Mafifa, de Daniela Muñoz. El proyecto de ficción premiado resultó ser Bajo un sol poderoso, de Enrique Álvarez. Egresado en la EICTV, Inti Herrera fue productor ejecutivo de Viva Cuba, Personal Belongings, Juan de los Muertos y Melaza; luego dirigió el Sector Industria del Festival de La Habana, y más tarde se vinculó a las buenas gestiones de la ya célebre Fábrica de Arte. En una faceta bastante inédita de su creatividad, Inti Herrera ha construido una obra, al parecer, muy singular con Unbloked, la gente del documental, que apunta a descubrir los valores de la imaginación, la inspiración y la intuición entre los creadores que aman realizar documentales.

Fotógrafa, productora y realizadora, que muy rápido ha conseguido instalarse entre los más prometedores valores del cine joven cubano, Daniela Muñoz es otra de las egresadas de Famca que aparecen seleccionadas por el Fondo para otorgarle recursos destinados a contribuir con la finalización de su proyecto en la etapa de postproducción. Su documental ¿Qué remedio? La Parranda convenció a los espectadores y críticos sobre el arribo de una personalidad creativa con la que habrá que contar.

Enrique Álvarez es uno de los puntales, gracias a obras precursoras como Sed y La ola y brillantes confirmaciones como Venecia. Un ensayo sobre la soledad y la ausencia, que combina documental y la ficción es Bajo un sol poderoso, melancólica rememoración sobre las parejas de actores-personajes que animaron sus principales películas desde la fecha de caída del Muro de Berlín hasta ahora.

Para contribuir con el desarrollo de proyectos de largometrajes en las modalidades de ficción y documental, se otorgó el cien por ciento a cinco ficciones y un documental. Se trata de películas que serán dirigidas por realizadoras noveles, como Silencio y paz, de Yoenia Pérez y 274, de Vanessa Batista, jóvenes creadoras reconocidas junto a cineastas bien conocidos como Damián Saínz (Los caídos); Armando Capó (El regresado) y Patricia Ramos (El sueco), todos ellos con carreras significativas sobre todo durante los últimos diez o quince años. Dentro de un conjunto donde predominó la ficción, figuró entre los premiados el documental La tumba y el papalote, de Aileen Reyes y Frank Ernesto Fernández.

De bien ganado prestigio gracias a sus anteriores cortometrajes documentales Jeffrey, el proyecto (2011), De agua dulce (2012) y Batería (2018), entre otros, Damián Saínz dirige a un conjunto de bien establecidas creadoras (guion de Laura Conyedo; producción de Viana González; fotografía de Denisse Guerra) en esta historia de interés LGBT, o quizás debiéramos decir solamente de interés humano general, algo que nunca ha faltado en las obras de Sainz.

Capó primero se consagró como documentalista (La marea, Nos quedamos, La certeza) y luego dirigió uno de los largometrajes de ficción cubanos con mejor recorrido internacional en fecha reciente: Agosto. En su nuevo proyecto, El regresado, el realizador vuelve a pulsar un tema que lo obsesiona a él, y a muchísimos cubanos dentro y fuera de la Isla: la emigración.

 Daniela Muñoz, autora del reconocido ¿Qué remedio? La Parranda, recibió el 50% del financiamiento para su nuevo documental Mafifa.
 

La producción del largometraje de ficción Una noche con los Rolling Stones se ha retrasado a causa de la pandemia, pero su directora Patricia Ramos aprovechó el tiempo del aislamiento para desarrollar otro proyecto, El sueco, coescrito por ella y por su pareja, el también productor nicaragüense Humberto Jiménez. Entre ambos, pusieron a punto El sueco, inspirado en un cuento de Ernesto Cardenal que cuenta la amistad complicada entre un traductor de sueco y un tirano latinoamericano.

Escrito por Lisandra López Fabé (devenida una de las guionistas más reconocidas del cine cubano) y Frank Ernesto Fernández, quien también codirige junto con Aileen Reyes, el documental La tumba y el papalote, cuyos personajes centrales son un niño de siete años y una anciana de setenta, que coinciden en espacios que los unen como el barrio La Timba y el Cementerio de Colón.

Algunos de los más importantes o prometedores guionistas, o realizadores-guionistas compitieron por el estímulo metálico para la escritura de largometrajes de ficción o documentales. Finalmente se otorgó un fondo, mayor, de 2 500 cuc a dos realizadoras: Carla Valdés para el documental Ante el camino, y Rosa María Pupo por La levedad de ella. Inclinada al documental de memoria, y al relato de las muchísimas historias de nuestro pasado reciente, que esperan por alcanzar merecida resonancia en el cine cubano, Carla Valdés llamó la atención del público y de la crítica primero con el corto de ficción Estado civil, unidas (2014) y luego con el sensible testimonio sobre los combatientes cubanos en Angola, y sus familias, que fue Días de diciembre (2016). En ambas obras, Carla evidenciaba una madurez tal vez inesperada en una realizadora que estudiaba todavía en la Facultad de Arte de los Medios de Comunicación Audiovisuales (Famca).

Egresada de actuación en la ENA y de dirección en Famca, Rosa María Pupo también estudió producción en la Escuela Internacional de Cine y TV, de San Antonio de los Baños. En la selección oficial de la Muestra Joven de este año figuraba su perceptivo documental Órgano, que atestigua la desaparición de varios hábitos culturales básicamente ligados a las costumbres cotidianas y a la idiosincrasia campesina en las zonas rurales de la zona oriental. Su largometraje de ficción La levedad de ella continúa el interés de la realizadora por deliberar sobre ciertas problemáticas esencialmente femeninas a partir de la historia de Nora, sobreviviente de cáncer, que quiere librarse de sus ataduras y comienza por abandonar al esposo y al trabajo.

Bongó Itá, de Mayckell Pedrero.
 

También se entregaron 1 500 cuc, para desarrollar el proceso de escritura del guion, a una serie de proyectos que deben tardar más tiempo en llegar a las pantallas que los antes mencionados. Se trata de las ficciones La hermandad del silencio, de Manuel Herrera, y Los pasajeros del último viaje, de Marta María Borras; además de Fontán, de Jorge Fuentes (consagrado documentalista) además de El rey de los campos de Cuba, de Juan Caunedo, y Las Hortensias, de Daniel Delgado. Veterano realizador, consagrado en los años setenta a través del docudrama Girón, y en los noventa por el exitazo de Zafiros, locura azul, Manuel Herrera es el único realizador premiado por el Fondo que proviene de la generación que hizo grande al Icaic. Vuelve a incursionar en el cine de época con La hermandad del silencio, que se ambienta durante la Guerra de Independencia, exactamente cuando se depuso a Carlos Manuel de Céspedes.

Caso atípico, en tanto es egresada en teatrología, y se ha interesado desde siempre por la ficción, Marta María Borrás participó con éxito en la Muestra Joven con Un instante (2016) y Atardecer en el trópico (2017). Ahora trabaja en Los pasajeros del último viaje, que debe continuar el tono reflexivo e intimista de sus anteriores trabajos.

Durante el proceso de escritura también fueron beneficiados, con un estímulo de 1 500 cuc, los documentales Que canten las mujeres, de Leonardo Blanco (recién egresado de Famca que dirige varios programas de Canal Habana) y Sueños y vigilias antes de amanecer en los años noventa, de Raydel Araoz, doblemente premiado si tenemos en cuenta que también figura entre los distinguidos en la modalidad de posproducción.