La Biblioteca Nacional de Cuba se fundó el 18 de octubre de 1901 a través de la Ley militar no. 234 del gobierno de ocupación en la Isla. Desde sus inicios se constituyó en un espacio indispensable para salvaguardar el fondo bibliográfico y documental del país que, con un precedente invaluable del siglo XIX, recibió donaciones de lo más destacado de la intelectualidad cubana, encargada no solo de señalar los problemas y la despreocupación hacia la cultura durante la etapa republicana, sino también de reunir los fondos para la construcción de uno de los inmuebles más notables en su época, donde la vida científica e intelectual adquirió una nueva dimensión tras el triunfo revolucionario. A 120 años de la creación de este centro, su director, Omar Valiño, comenta los desafíos y las perspectivas de la institución.

“Desde sus inicios se constituyó en un espacio indispensable para salvaguardar el fondo bibliográfico y documental del país”.

¿Qué retos plantea la gestión de una institución tan reconocida en la promoción y preservación del patrimonio bibliográfico e histórico de Cuba?

Muchos. Entre ellos, enfrentar múltiples carencias para asegurar esa misión principalísima, actualizar métodos y vías en el funcionamiento de la biblioteca, y lograr un impacto público más amplio y efectivo de los valores de ese patrimonio.

¿Cómo ha impactado la pandemia en el trabajo de la Biblioteca Nacional?

Nos ha obligado a cerrar la vida natural de la institución durante la mayor parte del período, pero puertas adentro hemos aprovechado el tiempo con servicios en función de proyectos de alta importancia pública e intensa actividad en nuestro sistema de redes, así como exposiciones y actividades con aforos limitados. Dedicamos tiempo y recursos a inversiones en espacios que hoy muestran otro rostro. Y también hemos incrementado nuestra vida editorial.

Exposición “Horizontes”, de Pedro de Oraá (octubre-noviembre de 2021). Fotos: Cortesía de la Biblioteca Nacional de Cuba

¿Cuál es, a su juicio, el estado del Sistema Nacional de Bibliotecas Públicas? ¿Cómo la Biblioteca Nacional ha gestionado el apoyo a ese sistema?

Es un sistema grande y verdaderamente nacional. Se acumulan deterioros físicos en muchos inmuebles y se lucha contra unas cuantas limitaciones, pero no dejan de realizar su labor esencial. Nuestro apoyo, desde la Biblioteca Nacional, no es material, sino metodológico, de continua atención a los trabajos e iniciativas que desarrollan las bibliotecas provinciales y sus respectivos sistemas territoriales, así como a problemas y dificultades sobre las cuales incidimos en su solución a través de las direcciones provinciales de Cultura.

¿Qué proyectos se están gestando o se prevén gestar a corto o mediano plazos?

El más inmediato es reabrir toda la institución y que entre en uso lo realizado en esta etapa, en mejores condiciones para una vida cultural más activa. Se dará uso al Teatro Hart; a espacios, cubículos y sillas ahora nombrados en honor a relevantes intelectuales cubanos vinculados a la Biblioteca, y a la Sala Infantil y Juvenil Eliseo Diego, de reciente inauguración con la presencia del presidente Miguel Díaz-Canel exactamente el día del aniversario 120 de la Biblioteca Nacional.

En la nueva sala, destinada a niños y jóvenes, se desarrollarán actividades para promover la lectura y el conocimiento en las nuevas generaciones.

Celebramos adecuadamente el onomástico con dichas acciones y otras (coloquios, exposiciones bibliográficas y pictóricas, presentaciones de libros), ahora queda, simplemente, continuar.

¿Cómo le gustaría ver la Biblioteca Nacional dentro de diez años?

Como una institución muy activa, con una convivencia entre la biblioteca tradicional, siempre necesaria, y una mayor presencia de las nuevas tecnologías. Capaz, paulatinamente, de replicar en el espacio virtual sus posesiones y tesoros para facilitar el más amplio y fácil acceso a nuestro patrimonio y al saber humano.

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