El reconocido tresero cubano Pancho Amat culminó recientemente una gira por las Islas Canarias, España, donde recorrió ciudades que ya conocía y otras que se insertaron en el circuito escogido y que tuvieron una especial importancia para él y para los organizadores.

Estas presentaciones tuvieron un concepto diferente desde lo musical, pues Pancho no viajó a España junto a su agrupación, sino que se mezclaron la música cubana, la española, el jazz y “un poco de todo”, según sus propias palabras en exclusiva para este cronista.

“La música cubana está más viva que nunca, que nadie lo dude”.

“Impartí también talleres y clases magistrales sobre el tres, la música y la cultura cubanas en sentido general en el Teatro Leal de la Laguna, en Tenerife. Más adelante organicé un concierto con base en un proyecto que vengo desarrollando desde hace varios años junto al maestro español Javier Colina, un excelente contrabajista con una carrera impresionante no solo en España, sino en buena parte del mundo”, nos explicaba Pancho.

“Impartí también talleres y clases magistrales sobre el tres, la música y la cultura cubanas”.

La figura musical de Javier Colina hay que situarla como parte de un extenso recorrido multifacético desde hace muchos años, y lo avalan hechos puntuales como el de haber trabajado géneros como el flamenco y la música cubana, incluyendo sus colaboraciones junto a Chucho y Bebo Valdés y Diego “El Cigala”, entre otros artistas. Precisamente de la etapa creativa de Bebo y Cigala, Colina también fue artífice de aquella sonoridad tan peculiar que cobraría fama internacional a partir del lanzamiento del CD Lágrimas Negras, a lo que podemos sumar su notoria participación en discos, conciertos y DVDs junto a ese proyecto y, de manera especial, su participación en la película Calle 54 del cineasta español Fernando Trueba y que tanto aportó a la difusión de la música cubana en el mundo.

“Más adelante organicé un concierto con base en un proyecto que vengo desarrollando desde hace varios años junto al maestro español Javier Colina, un excelente contrabajista”.

“Javier y yo somos grandes amigos, y ha venido mucho a Cuba a trabajar conmigo en festivales y conciertos, y yo con frecuencia voy a España, invitado por él, para hacer lo mismo pero en espacios dedicados al jazz. Juntos recorremos y hacemos jazz con nuestras propias miradas, pero específicamente desde la óptica de la música cubana, subrayando incluso a la Trova. Javier, que además de tocar muy bien también canta la voz prima, asume ese rol y yo le hago la segunda voz, y juntos hacemos canciones del repertorio de nuestra música tradicional exactamente como se hace en la calle Heredia en Santiago de Cuba, sin cambiar ni una nota ni un acorde. Entonces en el momento de repetir la canción, en lugar de ir a la introducción como habitualmente se hace, vamos al principio, se toca la armonía y se improvisa encima de eso. Esencialmente ese es el concepto general de este trabajo juntos”.

“Javier y yo somos grandes amigos (…) y juntos hacemos canciones del repertorio de nuestra música tradicional exactamente como se hace en la calle Heredia en Santiago de Cuba, sin cambiar ni una nota ni un acorde”.

Pero para quienes conocemos las inquietudes musicales del virtuoso tresero cubano, el Son es uno de sus más sólidos recursos expresivos, género desde el cual Pancho ha construido a lo largo de su carrera, una verdadera mixtura sonora, absorbiendo afluentes como la propia Trova Tradicional, la Guaracha, el Changüí, la Trova Espirituana y muchos otros. Para el proyecto junto a Javier Colina, agrega Pancho, “añadimos un poco más de Son, y llevamos invitada a la gira a la cantante Mayelín Naranjo, radicada precisamente en Tenerife. Ya con ella pudimos enfatizar más la parte sonera, abriéndole más espacio al tres para que tuviera el papel protagónico. Debo añadir que el concepto comunicacional estuvo sustentado básicamente en la décima. Imagínate que la presentación de cada concierto, el anuncio de cada canción y la presentación de los invitados del grupo las hacía en décimas escritas por mí, y todo ello en función de lo que íbamos a hacer en cada ciudad. Ahí yo describía quiénes eran los artistas, dónde habían nacido, por qué yo estaba allí, cuál era la idea de cada concierto y toda la narrativa la hacíamos de esa manera”.

“Llevamos invitada a la gira a la cantante Mayelín Naranjo, radicada precisamente en Tenerife”.

La presencia de músicos cubanos en otros circuitos conlleva paralelamente una dramaturgia visual y sonora, y el público espera que sean satisfechas ambas zonas de su disfrute cuando se alista a consumir nuestra música. Pancho nos ilustra sobre esta inusual experiencia: “los organizadores canarios nos alertaban de no pasarnos de una hora de concierto sobre todo en plazas abiertas, pero increíblemente llegábamos a dos y teníamos que hacer varios ancores. Yo creo que lo más importante es el hecho de que el público agradecía, realmente, otro enfoque musical sobre nuestra música. Si nos hubiésemos puesto a cantar la canción cubana tal vez con dos guitarras y con voz prima y segunda como se hace habitualmente, hubiera sido quizás menos atractivo que como lo hicimos nosotros con tres, percusión cubana, contrabajo y piano. Este último, por ejemplo, interpretaba una contradanza de Manuel Saumell y luego nosotros improvisábamos encima, podíamos tocar la música de Miguel Matamoros pero como la hacía él con su conjunto y muchas más cosas.”

“El piano (…) interpretaba una contradanza de Manuel Saumell y luego nosotros improvisábamos encima”.

Estas presentaciones recorrieron disímiles ciudades de las Islas Canarias, teniendo un especial encuentro con parte de tus ancestros y con nuestra herencia, a partir de un serio trabajo de booking* gestado por Javier Marichal y la empresa Efecto Sound. ¿Qué otros circuitos fueron incluidos?

Efectivamente, así fue. Hay que acotar que Javier Marichal es músico, hombre de la cultura y viene de cantar con Los Sabandeños, agrupación que nos ha visitado acá en Cuba. Es decir, no es un empírico organizador de espectáculos ni un desconocido en el arte, al igual que su empresa, por eso el éxito de la gira en gran medida, así como también el apoyo de las alcaldías e instituciones fue muy importante. Hubo ciudades muy importantes como La Laguna, Guía de Isora y algo que para mí fue muy emocionante fue visitar Icod de los Vinos, de donde era mi abuelo, y por eso en ese concierto estrenamos dos temas míos: uno llamado “Son para mi abuelo” dedicado a él obviamente, y otro titulado “Batas blancas” dedicado a todos los médicos cubanos que enfrentaron tan duramente la pandemia. Luego actuamos en La Gomera, Valle Hermoso, La Aldea (en Gran Canaria) y La Palma.

“Yo creo que lo más importante es el hecho de que el público agradecía, realmente, otro enfoque musical sobre nuestra música”.

Si tuviéramos que sopesar o acuñar el resultado sonoro de esta gira, ¿cómo pudieras catalogarlo?

Me llena de ilusión poderme presentar en un futuro nuevamente en Canarias con el Cabildo, mi agrupación, pero a la vez me siento agradecido y con ganas de repetir con este formato junto a Mayelín, el maestro Colina y todos los demás porque yo me quedé impresionado por lo logrado, y de hecho me gustaría podernos presentar aquí. Fue una hermosa sonoridad la que logramos, sobre todo de canciones que el público conocía, pero no de esa manera. Incluso te confieso, yo nunca lo había hecho, fue la primera vez que me aventuraba a un formato así para versionar no solo clásicos de la Trova y Son, sino otros géneros como el Danzón o el Cha cha chá, y todo mezclado con el jazz y un poco de todo. La música cubana está más viva que nunca, que nadie lo dude.

“Fue una hermosa sonoridad la que logramos, sobre todo de canciones que el público conocía pero no de esa manera”.

Notas:

*booking: Terminología utilizada en la coordinación y reservación de conciertos y giras; se refiere al hecho de reservar, coordinar y tener asegurados dentro de los circuitos de giras a teatros, plazas, hoteles, eventos y otros espacios donde el artista se presentará.

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