La percusión de Pedrito Martínez tiene la cubanía de Centro Habana, de Cayo Hueso. “Llevo 25 años viviendo en Nueva York, pero no puedo sacarme a Cuba, así como Cuba no puede sacarse a ningún cubano. Una de mis prioridades como artista ha sido mantener vivo el legado de la música afrocubana en una ciudad tan cosmopolita. En cada una de mis presentaciones trato de incorporar un canto yoruba, la rumba, el tambor batá…”.

El músico —de visita en La Habana en el marco del Festival Internacional Jazz Plaza 2023— refiere que la rumba que se tocaba cuando él vivía en la Mayor de las Antillas se ha transformado, “por eso siempre vengo a Cuba a nutrirme de lo que está sucediendo en el ámbito musical; estar en sus calles; disfrutar de su gente. Regreso y bebo de esa energía para luego incorporarla a lo que hacemos en Nueva York”.

La carrera de Pedrito Martínez ha ido en ascenso hasta convertirse en un referente de la música cubana y de la percusión en todo el continente americano. Imágenes: Tomadas de Internet

Martínez recuerda que la primera vez que se presentó en Estados Unidos fue en un lugar llamado “La esquina habanera”. Después trabajó en el bar Guantanamera, en Manhattan, un espacio en el que se rodeó de estrellas del pop, del rock y del jazz. En ese sitio conoció a grandes figuras neoyorquinas como Eric Clapton, Roger Waters, etc., y en ese proceso de aprendizaje surgieron muchas oportunidades profesionales y un enfoque diferente para ver la música; eso sí, sabiendo que la cubanía tenía que ser el leitmotiv de su vida profesional.

De ese momento a la fecha su carrera ha ido en ascenso hasta convertirse en un referente de la música cubana y de la percusión en todo el continente americano. Pedrito Martínez tiene un sello en el que se conjugan el talento, la profesionalidad y la búsqueda constante de nuevas sonoridades con la fusión de ritmos y un profundo conocimiento de su instrumento. “El florecimiento de un nuevo espíritu creativo de la rumba”, como lo calificó The New York Times.

Las colaboraciones que surgen a partir del Jazz Plaza contribuyen a mantener viva y multiplicar por el mundo la música afrocubana.

El percusionista destaca que los músicos cubanos tienen una versatilidad única a la hora de ejecutar cualquier instrumento. Además, no se mantienen estáticos, sino que están todo el tiempo en la búsqueda de conocimientos que parten de su entorno y las experiencias para luego reflejarlos en la música.

Si preguntas diferencias entre el jazz que se hace en los Estados Unidos y el que se toca en la Mayor de las Antillas, refiere que este es un género de vivencias. “El que se interpreta en Cuba es simplemente un modo de hacerlo, por músicos que, aunque la mayoría tienen la oportunidad de salir al exterior y escuchar discos de otros artistas, no tienen el fogueo de vivir en Nueva York, una ciudad donde se toca jazz en todas las esquinas”. 

Sobre el Jazz Plaza, Pedrito Martínez asegura que es una plataforma para que el mundo conozca el nivel y el talento que tiene la nueva generación de músicos que están tratando de aprender y tocar este género. Además, el evento sirve como una retroalimentación porque los artistas de otros países pueden venir a exponer sus maneras de hacer e intercambiar experiencias con los jazzistas cubanos, consagrados y noveles. Surgen oportunidades para colaborar y presentar proyectos en función de la música cubana. 

“La música cubana es magia, amor y unión”, afirma el destacado percusionista.

“Es la primera vez que vengo a tocar con mi grupo. Estoy súper emocionado. Me tomé el atrevimiento de invitar a uno de los grandes percusionistas del mundo, el maestro puertorriqueño Giovanni Hidalgo. El Jazz Plaza me dio la oportunidad de que la gente conozca un poco más de mi trabajo”, refiere, al tiempo que destaca que las colaboraciones que surgen a partir del evento contribuyen a mantener viva y multiplicar por el mundo la música afrocubana.

Pedrito Martínez es rumbero porque nació en un barrio de rumba. Su musicalidad no lleva otro calificativo que impactante. Lleva la cubanía en sus venas y luego la proyecta mediante la percusión. Uno de sus mayores aciertos es apostar por la música cubana en otra ciudad y otra cultura totalmente distinta a la caribeña.

“La música cubana no tiene nombre. El mundo entero toca música cubana desde que decidieron llamar salsa a la fusión entre la charanga, el danzón, el chachachá, la guaracha. Haber nacido en Cuba es lo más grande que me pudo pasar; y lo segundo es seguir tocando música cubana luego de vivir 25 años en Nueva York. Es una responsabilidad y una misión difícil de llevar, pero no voy a colgar los guantes en ese empeño. La música cubana es magia, amor y unión”.

1