Pertinencia de las redacciones integradas en revistas culturales. Algunas aproximaciones. (I)

Lázaro Hernández Rey
25/11/2020

Una redacción editorial constituye, de por sí, un espacio en el cual confluyen diversas mediaciones e intereses que abarcan un espectro representativo de las interrelaciones en las cuales está insertado el medio en cuestión. Si vemos una revista cultural de forma genérica, los intereses aparecen circunscritos a los vínculos que dicha publicación establezca en correspondencia con sus objetivos y propósitos de cara a la audiencia.

Hace algunos años, en el escenario cubano se viene gestando la necesidad de establecer una estrategia multimedial que emule, al menos en su proyección, las estrategias infocomunicativas de grandes medios informativos. La respuesta de esas instituciones se ha dirigido a la creación de redacciones integradas. La implementación de esas experiencias en Cuba no responde a un estímulo baladí, sino a una realidad que se impone, con tendencias representadas por flujos informativos desprovistos de mentalidades limitadas por convencionalismos o visiones unidireccionales respecto al deber ser de medios con una salida prestablecida.

La irrupción de Internet constituye, en ese caso, un cambio estratégico en el cual la representatividad en la red de redes transita no solo por la visibilidad que el medio de comunicación por sí mismo sea capaz de generar, sino también por las propuestas que establezcan su pertinencia frente al resto.

“Hace algunos años, en el escenario cubano se viene gestando la necesidad de establecer una estrategia multimedial que emule las estrategias infocomunicativas de grandes medios informativos (…) La irrupción de Internet constituye, en ese caso, un cambio estratégico”. Fotos: Internet
 

Precisamente es en la web donde confluyen prácticas destinadas a la superación de obstáculos. El carácter ubicuo, constante y actual que asume el trabajo en esta plataforma apunta a la adecuación de rutinas para suplir estas demandas.

Analizando los cometidos de una revista cultural en la actualidad, no resulta ilógico asumir la colaboración y la complementariedad como bases del trabajo en la redacción. Con independencia de la salida del medio en cuestión (web, radial o impresa), habría que adoptar el trabajo en redes como base a partir de la cual se construye el discurso mediático.

La discusión de los temas de actualidad se sobrentiende como ideal básico en los planteamientos de una publicación que promocione la cultura, pero la cobertura de eventos, la difusión de actos o la frecuencia con la cual se ofrezcan las noticias dependerá de los intereses en cuestión. De cualquier forma, tener una visión que privilegie el trabajo en la web ayudaría sobremanera a consolidar una estrategia donde se flexibilice el abordaje de temas y eventos en diferentes plataformas.

Es por ello que los retos originados a partir de ese planteamiento no están desligados de las dificultades afrontadas por otros medios ante el imperativo de consolidar una redacción integrada.

En ese sentido, las revistas culturales pueden optar por adaptar sus rutinas laborales para corresponderse con las dinámicas contemporáneas del trabajo hipermedial. Ello supone, ante todo, la capacitación del personal y el cambio de mentalidad, en tanto las resistencias profesionales muchas veces se erigen como un impedimento mayor que, incluso, las carencias estructurales y tecnológicas.

Los cambios en los perfiles profesionales también aparecen atemperados a la necesidad de restructurar las formas de hacer en medios con una agenda cultural. Ello no supone necesariamente cambios drásticos en materia editorial, pero sí contempla la abertura de espacios para tener un margen de maniobra dentro de la administración de las transformaciones. Por ejemplo, pueden incluirse plazas que anteriormente no estaban disponibles, o se puede prescindir de aquellas que no sean factibles.

Otros aspectos que pudieran considerarse dentro de un acercamiento de las revistas culturales al trabajo hipermedial de las redacciones integradas son los siguientes:

-La definición de un coordinador encargado de gestionar los contenidos del sitio web en redes sociales a nivel institucional para lograr mayor rapidez y alcance en la difusión de los contenidos.

-El establecimiento de plataformas para evaluar el alcance de las propuestas desde una perspectiva cualitativa y cuantitativa.

-Facilitar la retroalimentación con el colectivo laboral y promover una agenda única de forma escalonada y consensuada.

-Fomentar habilidades hipermediales en el personal desde una evaluación objetiva y desde el estímulo del trabajo hipermedial en correspondencia al trabajo en plataformas digitales.

-Flexibilizar los mecanismos institucionales.

-Renovar el diseño y las capacidades del sitio web del medio en cuestión y preparar condiciones para la inclusión en él de podcasts y otros recursos hipermediales (hipervínculos, videos, fotografías, etc.), de la gestión institucional y de la interacción con la audiencia.

-Incorporar la labor en redes sociales como un adalid del trabajo en Internet, con los lenguajes y códigos específicos para cada espacio y con el fomento de la interactividad.

-Elaborar estrategias para la gestión de contenidos mediante la telefonía móvil en el personal que disponga de esa posibilidad.

-Otorgarle mayor protagonismo al trabajo en Internet para dotarlo de las condiciones y el estilo adecuados que faciliten la integración de recursos hipermediales.

-Gestionar proyectos que potencien un mayor empleo de las herramientas digitales por parte del personal, bien a través de talleres de capacitación, cursos de diplomado o estrategias de apropiación de las rutinas productivas.

-Definir metas con plazos para su cumplimiento, así como la evaluación del cumplimiento de objetivos a corto, mediano y largo plazos.

-Elaborar un plan estratégico que evalúe y regule el funcionamiento de la redacción.

-Establecer un sistema de gestión de la calidad que tenga al trabajo en las plataformas digitales como uno de sus ejes centrales.

Estas aproximaciones configuran un panorama donde se pueden esgrimir nuevas narrativas que ayuden a replantearse el desempeño de las revistas culturales en la convergencia de sus lenguajes, donde la pauta de las redacciones integradas irrumpe como un paradigma, un cambio de ruta que exige nuevas competencias profesionales y rutinas productivas, y supera la estructura organizativa tradicional. Ello supone un cambio de mentalidad, una nueva cultura de trabajo que fomente los roles en función de la producción comunicativa diferenciada y la generación de contenidos para varias plataformas.

Aunque las redacciones integradas no se han desarrollado en toda su extensión en el escenario mediático cubano, sí es válido asumirlas como una forma de gestión emergente con las capacidades necesarias para afrontar las demandas comunicativas actuales.

 “Aunque las redacciones integradas no se han desarrollado en toda su extensión en el escenario mediático cubano, sí es válido asumirlas como una forma de gestión emergente”.
 

Algunos puntos a favor de esta práctica están referidos a la gestión de contenidos más eficiente y al fomento de la interactividad y las relaciones de producción que permiten las dinámicas internas de cada medio. En un escenario que reclama un mayor protagonismo de las revistas culturales como gestoras de actitudes y aptitudes en la ciudadanía, la correcta implementación de las redacciones integradas contribuiría al mantenimiento y consolidación de una agenda capaz de afrontar los temas más candentes dentro de un amplio espectro mediático.

El aumento de la penetración de Internet y el acceso a la información segmentan a las audiencias, que ya no solo están en diversos espacios digitales, sino que también tienen una base práctica para emitir criterios y participar en los proyectos de comunicación. El medio que no esté preparado para afrontar ese escenario está destinado a quedar desfasado y, en el caso que nos ocupa en el contexto cubano, a ceder espacio a otras propuestas que en muchas ocasiones no son de factura nacional.

1