A finales de septiembre del 2020 contacté —correo electrónico mediante— a Ambrosio Fornet y le solicité la posibilidad de que me respondiera algunas preguntas: sus respuestas formarían parte de un total de ochenta entrevistas que estaba realizando y que agruparía en la serie titulada Conversando en tiempos de… Para mi sorpresa, Fornet respondió de inmediato y aseguró que para él “sería un gusto someterse a tal interrogatorio”. Esta fue nuestra “conversación digital”, que con inmenso placer ofrecemos a nuestros lectores.

Ambrosio Fornet acuñó términos que forman parte del acervo cubano, como
“literatura de campaña” o “quinquenio gris”.
Foto: Omar Sanz / Tomada de Juventud Rebelde

Crítico literario, ensayista, editor y guionista de cine, Ambrosio Fornet es, sin duda alguna, uno de los más notables e influyentes intelectuales cubanos que aún hoy —con poco más de ocho décadas de fructífera vida— continúa dándonos luces: entre sus muchos méritos en el terreno de las ideas está el haber puesto en manos de los lectores lo mejor de la literatura de vanguardia del siglo XX, así como la edición de las más valiosas antologías de cuentos de nuestra lengua.

Fornet —o Pocho para sus allegados, quien nació en Veguitas de Bayamo en el año 1932— ha realizado una intensa relectura y recuperación de los autores cubanos de la diáspora, que en su momento encendió polémicas, y ha logrado acuñar términos que forman parte del acervo cubano, como “literatura de campaña” o “quinquenio gris”. Actualmente, Fornet es uno de los colaboradores sistemáticos del Centro Cultural Pablo de la Torriente Brau y en el sitio de esa institución posee una columna denominada La carabina de Ambrosio. En momentos de aislamiento, lo contactamos vía correo electrónico.

Por su “años altos”, como decía el Apóstol, usted seguramente se mantiene en casa sin salir. Para usted, ¿ha sido complicado este aislamiento necesario? En su dinámica diaria, ¿todos sus días son iguales o ha encontrado la manera de diferenciar un domingo de un miércoles, por ejemplo?

Para personas cuyos oficios son como los míos —editores, críticos literarios…—, la actividad cotidiana se realiza sobre todo en soledad y en espacios vacíos, reservados, de manera que los “distanciamientos” no son medidas de emergencia, sino exigencias cotidianas. Distingo los domingos de los demás días porque el domingo suele ser el momento en que mis nietos y sus parejas vienen de visita. Entonces solemos almorzar en familia.

El escribir, el investigar, han sido constantes en su vida. Ahora, ¿se han intensificado esas labores o mantienen su ritmo habitual?

Estoy a punto de cumplir 88 años y lo que llamas “el ritmo de trabajo” ya empezó a responder a esa dramática realidad.

“Estamos ante el eterno dilema de la teoría y la práctica, de cómo conciliar las palabras con los actos, la reflexión con la acción, las soluciones imaginadas con los mejores modos de ejecutarlas…”.

La carabina de Ambrosio —que es de su autoría— y que leemos hoy en el sitio del Centro Pabloy en otras plataformas digitales, tiene un antecedente: ¿puede usted ilustrarnos sobre el origen de esas reflexiones?, ¿cómo han ido variando con el paso de los años?, ¿con qué criterio usted selecciona los diversos temas que aborda?

Nuestras “Carabinas” tienen una larga historia, porque han ido pasando por distintas fases, pero trataré de sintetizarla… Empecemos por el título mismo. Cuando una cosa que suele ser muy útil dejaba de serlo, y en la práctica ya no servía para nada, solía decirse, en el contexto de la cultura hispánica, que era “como la carabina de Ambrosio”, algo con muchas pretensiones, pero completamente inútil. Así que había un fondo irónico, burlón, en los jóvenes fundadores de El Caimán Barbudo que utilizaron ese título para la sección donde hacían críticas y comentarios, y los hacían con la convicción, según ellos, de que “un buen tarrayazo [trallazo] no le viene mal a nadie”. Siempre di por descontado que el empeño era una tarea colectiva, que llevaban a cabo los integrantes de El Caimán Barbudo,empezando por ese poeta y cineasta tan bien conocido por ustedes, ahora director del Centro Pablo y su Boletín, que responde al nombre de Víctor Casaus, pero que el alma de la sección era el también poeta, novelista en ciernes y “chivador” profesional, el inolvidable Wichy Nogueras. Habrá que pedirle a Casaus que nos lo aclare.

En cuanto al título, fue Leonardo Padura el primero a quien se le ocurrió asociar mi nombre al tema en un artículo-entrevista que publicó en La Gaceta de Cuba hace casi treinta años —con el beneplácito de su director, Norberto Codina, seguramente— y que me tomé la libertad de reproducir en “A título personal”. Mi entrevista al canciller Raúl Roa, publicada en la revista Cuba (“Tiene la palabra el camarada Roa”, alusión al famoso verso de Maiakovski, Tiene la palabra el camarada máuser”) fue muy sonada en su momento y le sirvió a Padura para acuñar burlonamente el título de la suya: “Tiene la carabina el camarada Ambrosio”.

Un buen día Rosa Miriam Elizalde —apoyada por Flor de Paz Delarra y su joven equipo de diseñadores— decidió solicitar autorización del Centro Pablo para reproducir los textos en el portal Cubaperiodistas con un cambio de nombre (Ambrosio pasó a ser “Pocho”) —y poco después el ensayista y colaborador de la revista Bohemia, Eduardo Montes de Oca Domínguez, decidió obsequiar semanalmente una “Carabina” a los miembros de su nutrido directorio… Y fue así, gracias a la generosa iniciativa de amigos y lectores, como surgió y fue creciendo el proyecto.

¿Cómo usted, que es un hombre de pensamiento lúcido y hondo, interpreta el momento que viven hoy Cuba y el mundo a causa de la pandemia?

Como un gran momento de reflexión y de acción, buscando la manera más eficaz de enlazarlas. Eso. No tengo nada nuevo que añadir a lo que ya vienen diciendo los especialistas desde que empezó la crisis: prohibida la demagogia. Estamos ante el eterno dilema de la teoría y la práctica, de cómo conciliar las palabras con los actos, la reflexión con la acción, las soluciones imaginadas con los mejores modos de ejecutarlas… Y me complace ver que tantos compañeros, del gobierno y de las bases, coinciden en este punto.