Que los errores sean otros

Emir García Meralla
28/5/2019

Cubadisco ya es historia. Perdón, esta edición de la Feria dedicada a la industria de la música cubana ha terminado y la hora de un recuento se impone; se diría que es necesario para, en las ediciones futuras, cometer errores nuevos y evitar el culto a los antiguos.

Cartel del Cubadisco 2019.
 

Lo primero que llama mi atención —y que muchos pasaron por alto— fue la ausencia de la Orquesta Sinfónica Nacional. Debo decir que no fue omitida de la programación, simplemente estaba de gira por España; mas preciso es decir que el hecho de que no hubiera una presentación de la Sinfónica para nada demeritó el programa. Ciertamente va siendo hora de que el “programa clásico” del evento lo asuma cualquier otra formación afín; y es que en esta ciudad hay al menos unas diez formaciones clásicas que están subutilizadas cuando se trata de eventos como estos; pero que, además, muchos de sus integrantes de una forma u otra están involucrados en fonogramas que se producen, concursan y hasta resultan premiados. Nada más justo que contemplarlos para futuros programas. Lo que no excluye a nuestra Orquesta Sinfónica Nacional.

Una de las propuestas de este año fueron las galas. De la inaugural hay que destacar las presentaciones de Vocal Renacer y el Cuban Jazz Quintet, la agrupación más premiada en esta edición y la más mediática de su tipo en años, gracias al carisma de dos de sus integrantes: César López y Germán Velazco, y a lo interesante y atrevido de su propuesta; tanto, que ha obligado a muchos especialistas a salir de su zona de confort y emitir criterios acerca de su trabajo: curiosamente, todos en la misma dirección.

Una de las galas fue dedicada a Benny Moré e involucró al talento de los espacios producidos por RTV Comercial, además de algunas figuras invitadas. Fue tal el derroche de iluminación que, más que enriquecer el espectáculo, lograba desviar la atención de los asistentes al teatro; quienes aun así agradecieron la propuesta.

La última gala corrió a cargo de “la familia Egrem” y estuvo dedicada a los 55 años de la que se considera la “casa madre de las discográficas cubanas de estos tiempos”. A diferencia de las dos primeras, esta puesta en escena acusó buen gusto y sobriedad; su organizador y director involucró a parte importante de su talento de excelencia. Sin embargo, pasaron por alto uno de los acontecimientos más importantes de toda la historia de este sello discográfico: los 40 años de las Estrellas de Areito; la orquesta con la que ocurrió no solo un punto de giro en la música cubana, sino que determinó un antes y un después en cómo fusionar vanguardia y tradición; y, lo más importante, es la fuente de la que bebiera años después Juan de Marcos González a la hora de concebir el proyecto Buenavista Social Club.

Las Estrellas de Areito no han dejado de formar parte del catálogo Egrem, y para confirmarlo existen discos posteriores a la primera etapa. Coincidentemente, hará unos años (2013), también en un Cubadisco, homenajearon al Benny con un programa de lujo.

Y como las casualidades no están escritas fue este espectáculo el que marcó el cierre del evento, pues circunstancias y causas de fuerza mayor obligaron a posponer el concierto previsto para la clausura.

Notable fue la ausencia de un concierto en el que se presentara el talento de las otras casas disqueras de la nación. Bismusic, a pesar de sus premios y nominaciones, dejó pasar la oportunidad de que su propuesta de talentos frescos conectara con el público. Producciones Abdala lo mismo, y qué decir de Colibrí, cuyos discos, aunque premiados, nadie sabe dónde están (cierto amigo músico involucrado con ellos como productor, llama a sus producciones “los hijos de Fantomas”, pues nadie ve su rostro) o dónde encontrarlos. Personalmente, nunca he podido acceder a ninguna de sus producciones.

En esta edición, los organizadores tuvieron la visión de recuperar el Pabellón Cuba como recinto ferial, aunque el resultado no fue todo lo feliz que se pudiera esperar pues el espacio fue mal aprovechado. La improvisación estuvo presente en lo tocante a los puntos de venta: perdieron la oportunidad de que las plataformas digitales marcaran la diferencia. Es cierto que la Egrem tiene una aplicación que permite acceder a su catálogo, pero el Pabellón era el lugar ideal para amplificar su peso; sobre todo porque es un espacio donde convergen diversas generaciones. En eso, Cubadisco sigue anclado al pasado; o al menos evita correr riesgos; debe ser por temor a circular sin membrete, al hecho de que el patrón deseado por muchos son las copias y no los originales, cuando se trata de la música cubana. Esperemos que esta sugerencia sea tenida en cuenta para el mayor disfrute de todos.

Es tiempo de apostar todas las energías en función de este evento, la única vitrina de nuestra música, si se quiere contribuir al buen gusto y la creación de valores; si se quiere una pluralidad sonora como siempre la hubo; si queremos que placer y concurrencia de ideas convivan con la tradición.

Estas son solo algunas de las noticias más recientes de la música cubana. Y, como diría el poeta: “… agradezco la participación de todos (…) buenas noches amigos y enemigos…”.