-I-

Este virus criminal,

muchacha, te hace lejana.

Cercanas, tú y la mañana

me alivian de cualquier mal.

Te vi, y te quise frutal,

rumorosa y decidida.

Pero acato esta medida

de aislarme de lo que vi,

pues me separa de ti,

pero nos salva la vida.

Tu pupila en el pañuelo;

debajo de él: tu boca;

mi beso, que no te toca,

se detiene ante ese velo.

En mi desmayado anhelo

ya te beso con mirarte.

Sé que lograré abrazarte,

pues venceremos al mal

y el aislamiento social

no me va a aislar de soñarte.

Entre las cosas que espero,

espero por ti, mujer,

ahora que quiero tener

tu olor en mi cuerpo entero.

Todo de ti saber quiero:

de tu azúcar, de tu sal,

de tu miel y tu panal

para guardar la fragancia,

porque este abrazo a distancia

me libra de todo mal.

mi beso, que no te toca, se detiene ante ese velo / tú bien sabes la razón”. Ilustración: Brady.

-II-

No por lejos tu figura

se me hace pequeña, hijo;

recuerda que yo no fijo

límites a tu estatura.

Me quedo con la ternura

que estrecha todos los lazos,

para unir los dos pedazos

de nuestro abrazo visual,

como si desde el portal

te abrazaran veinte brazos.

Te saludo con el codo;

tú bien sabes la razón:

es mi codo la ilusión

de sentirte de algún modo.

Cuando lo salvemos todo,

sabré que salvé tu ser.

Tendré el corpóreo placer

de entregarte día tras día,

los besos y la alegría

que se hicieron humo ayer.

Y entrarán en nuestro abrazo

sin brazos, tantas personas;

vendrán de todas las zonas

sin titubear, paso a paso.

En el alba de este ocaso

crecerá nuestra verdad.

Y cuando la enfermedad

no nos contagie a ninguno,

a ver si nos damos uno

que abarque a la Humanidad.

-III-

Hoy que la fiebre se asoma

con un puñal en los dientes,

y recorre continentes

hablando su cruel idioma.

Hoy que hasta a la piel de Roma

llega luz desde la Habana,

soñemos con el mañana

más limpio del universo.

Yo solo entrego este verso,

y espero tras mi ventana.

Te miro pasar, doctor,

camino al laboratorio,

como un ángel promisorio

en la patria del dolor.

Por eso aplaudo tu honor,

tu bálsamo de piedad

y esa firme voluntad

de cruzar la lejanía,

enfermo de cubanía,

curando a la Humanidad.

Como nos devolverás

a la salud y al abrazo,

la hora del cañonazo

es la hora de la paz.

Doctor, tú no tienes más

fortuna que una ovación:

por la férrea vocación

de que siempre haces derroche,

el pueblo, noche tras noche,

te aplaude desde el balcón.

*Grupo de poetas decimistas integrado por Ricardo Riverón Rojas, Yamil Díaz Gómez, Jorge Luis Mederos Betancor (Veleta) y Williams Calero Calero.

Enlace al video Quererse de lejos:

https://www.youtube.com/watch?v=HTCXoIR5bro

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