Me dicen que estaba preparado, que incluso ya había partido cuando llegó eso que llaman muerte clínica.

Me dicen que tocó la guitarra poco antes, y no fue una canción suya, y menos aún intentó un raga del anochecer con seis pobres cuerdas. Tocó lo que nadie pudo reconocer, quizás era algo nuevo, más bien en ciernes, que no sabremos qué habría terminado siendo.

Me dicen que lo van a incinerar enseguida porque si el karma, porque si el grado seis, o siete, nunca el diez, menos el once.

“Me dicen que tocó la guitarra poco antes, y no fue una canción suya (…) Quizás era algo nuevo, más bien en ciernes, que no sabremos qué habría terminado siendo”.

Me dicen que un río ya tiene su alma y tendrá sus cenizas, río que no es de la India, por supuesto, ¿o no hay más ríos por la tierra para las consagraciones?

Me dicen que el río, no el fuego, se encargará de conducirlo al permanente torbellino, a la invisibilidad, y lo volverá por completo abstracto bajo otra forma de vida concreta, porque Terra Tegit / Populus Mæret / Olympus Habet, o la tierra lo codicia, los amigos lo lloran, en el alma de la gente vive.