Una muestra de lo mejor de la canción cubana contemporánea vuelve a estar disponible en el catálogo de la Empresa de Grabaciones y Ediciones Musicales, Egrem, esta vez, de la mano del trovador holguinero Raúl Prieto, heredero de los presupuestos estéticos del Movimiento de la Nueva Trova, que fusiona con otras expresiones del actual arte sonoro.

“Este álbum le canta al amor y al desamor…”, dice el trovador holguinero.

Sin tanta filosofía —a criterio del trovador— es un fonograma preferentemente para escuchar, pensado desde una estética minimalista y con una sonoridad sin estridencias ni excesos. “Este álbum le canta al amor y al desamor, a través de un discurso sencillo que roza, en ocasiones, con lo autobiográfico y que no renuncia a la lírica de un producto concebido para satisfacer a un público determinado y transmitir emociones desde una combinación armónica literaria previamente concebida”, explica el músico a La Jiribilla.

Según las notas discográficas de Sin tanta filosofía, desde la más pura estética trovadoresca o a partir de sonoridades cercanas al universo del pop rock, en cada presentación de Prieto se puede disfrutar de un repertorio signado por la impronta de una raigal cubanía que, de acuerdo con la historia de nuestra cultura cubana, siempre ha tenido una vocación universal y un profundo contenido popular.

“(…) en cada presentación de Prieto se puede disfrutar de un repertorio signado por la impronta de una raigal cubanía”.

Si bien en los 12 temas del disco la línea predominante es el pop rock, Raúl Prieto trasciende el estilo y las sonoridades trovadorescas utilizadas en otros discos y se mezcla con otras contemporáneas como el flamenco, el bossa nova, el blues, el rap, la balada y el funk. “Los arreglos fueron pensados para resaltar el contenido de las canciones dando protagonismo y espacio al discurso literario y la expresión vocal”, asegura el artista. 

“Sin tanta filosofía”, “Noche de invierno”, “Para darte más” junto a Mayté Segura, “Porque la vida pasa”, “En el silencio de tu olvido”, “Pero no puedo mirarte”, “En pleno amanecer” con Kamankola, “En las alturas de la tarde”, “Puertos de Luna”, “Rostro de nadie”, “Y lo prefiero así” y “Nunca acabar” integran la lista de canciones.

En los 12 temas del disco la línea predominante es el pop rock.

Al respeto, Raúl Prieto agrega: “Estos temas habían sido interpretados de forma sistemática en diferentes espacios fijos dentro del sistema institucional de la cultura, contando con la aceptación y aprobación del público. Ya habían sido grabados provisionalmente en un demo, cuando Carlos Lam, gerente de la Egrem en Holguín, decide llevar a cabo un proyecto que incluiría la grabación de varios discos de cantautores holguineros y me da la posibilidad de formar parte de ese proyecto”.

Para elegir los temas que serían parte del fonograma invitó a varios músicos y cantautores y escucharon alrededor de treinta canciones. “Seleccionamos aquellas que tuvieran temáticas afines, luego hicimos maquetas de cada tema y las escuchamos en forma de playlist, imaginando un posible orden lógico a la hora de ser llevados al disco”.

El nombre del álbum expresa cómo asume la vida y el trabajo su autor.

Si preguntas por el nombre del álbum, el cantautor dice que el elegido —homónimo a una canción del disco— define en gran medida cómo asume la vida y el trabajo: sin tanta filosofía.

En esta misma línea, Raúl Prieto confiesa que compone su música a partir de sus vivencias. Intenta traducir sucesos de la realidad palpable en códigos estéticos que trascienden estas historias y puedan satisfacer, de alguna manera, todos los gustos. “El amor, el mar y otros elementos de la naturaleza, e interpretaciones filosóficas del universo son temáticas obligadas en mi obra”.

“Soy un simple trovador, un ‘hombre de campo’, como dijera Martí”.

Si Raúl Prieto tiene que describirse como músico asegura que no hay dicotomías entre el artista y el ser humano. “No tengo un personaje a la hora de actuar ni me dejo llevar por tendencias, modas o modismos”.

Este holguinero canta y vive como piensa y jamás podría engañarse ni traicionarse a sí mismo cuando escribe sus canciones. “No aspiro a la fama ni a la gloria, y soy feliz cuando un solo amigo mío aplaude mis canciones. Disfruto de ese aplauso y del reconocimiento, pero no corro tras ellos, por ende no hago concesiones. Llevo muchos años cantando lo que escribo, alegrando la vida de muchos y mortificando a otros. Soy un simple trovador, un ‘hombre de campo’, como dijera Martí”.