En estrecho vínculo con lo insular, el viaje constituye, según Rufo Caballero, uno de los grandes temas abordados por el arte cubano en los años 90.[1] Alexis Leyva (Kcho), Sandra Ramos y Abel Barroso se cuentan entre los creadores “noventeros” interesados en los procesos migratorios (legales e ilegales), las prerrogativas y zozobras del viaje, las angustias del desarraigo y las dinámicas entre fronteras geográficas, éticas y/o culturales. Las piezas reunidas en Recent flights (Vuelos recientes), muestra personal de Aluan Argüelles (La Habana, 1982) que de octubre a noviembre acogerá la capitalina galería Villa Manuela, forman parte de esta línea conceptual.

En una nación sometida a la virgiliana circunstancia del agua por todas partes, signada por fenómenos migratorios de muy diverso tipo, y que solo en fecha reciente ha experimentado una necesaria apertura de las regulaciones migratorias, viajar sigue ocupando un lugar privilegiado en los imaginarios de sus habitantes. Más que la experiencia heterotópica per se, más que la erótica vivencia del espacio otro, muchos identifican el viaje con la prosperidad económica, pues en numerosas ocasiones la importación de mercancías constituye el único modo de garantizar un alto nivel de vida, imposible de alcanzar sin las oportunidades comerciales que solo encontramos allende las fronteras.

Asimismo, muchos cubanos ven en el aeropuerto una sucursal del paraíso, la puerta (más o menos) expedita al Séptimo Cielo, sin tener en cuenta que estas zonas de tránsito se distinguen, ante todo, por su impersonalidad, su incomodidad y burocratismo. “Deberíamos poder viajar sin aduanizar ni pasar por Emigración”, me comentaba una amiga durante la apertura de Recent flights. En efecto, ambos procesos son engorrosos y llevan implícitos un sí o un no, con la molesta habilidad de mantenernos el alma en vilo. Luego, tras la estancia “allá afuera”, el regreso es tan engorroso como la ida. Se cierra así el ciclo de lo heterotópico, y es en esta segunda etapa que se inspira Argüelles para ofrecernos una serie de piezas que, en su conjunto, pudieran ser valoradas como una gran instalación.

Si algo destaca a primera vista en Recent flights es la presencia de una línea temático-curatorial clara y evidente, a la cual tributan todas las obras propuestas. Es una exposición centrada en objetos (la ventanilla de un avión, almohaditas ergonómicas, equipajes, ropa, efectos electrodomésticos) o en sus representaciones, pero la presencia humana, la silenciosa figura del viajero, está presente en todo momento.

La video-instalación Jet lag (nombre anglófono que recibe la descompensación horaria o disritmia circadiana) remite a las molestias propias del pasajero que atraviesa varios husos horarios. Frente a ella se encuentra la serie Vigilia (en mi opinión, la más significativa de todas las propuestas), integrada por varias almohaditas para el cuello con frases impresas que aluden a los anhelos e inquietudes de sus propietarios: “lo que voy a comprar”, “buscar lo que me hace falta”, “llegar bien, que no me paren en la aduana”, “seguir trabajando duro en la construcción para salir otra vez”. Así, un objeto ideado para la comodidad y el descanso se convierte en un reservorio de inquietudes, anhelos y preocupaciones capaces de quitarnos el sueño. El resto de las piezas remite al caótico ambiente de las recepciones de equipaje en Cuba, a la eterna preocupación por el peso (serie Sobrepeso), o al contenido de las maletas cargadas de “cositas” para toda la familia (serie Souvenirs).

Sin embargo, considero que la densidad metafórica es desigual en algunas obras. En este sentido, las pertenecientes a Sobrepeso necesitan un mayor nivel de elaboración conceptual y técnica. Ambas pudieran considerarse bocetos de otras, más interesantes y mejor ejecutadas, igualmente basadas en la manipulación de objetos fabricados con fines extrartísticos y el despliegue espacial de cariz simbólico.

Recent flights tiene la capacidad de reflejar las dinámicas humanas y aeroportuarias, externas e internas, involucradas en el viaje de regreso. La disposición de las obras se acopla a las características arquitectónicas de Villa Manuela, recreando las atmósferas propias de un aeropuerto o una aeronave. Asimismo, el interés por transmitirnos las sensaciones inherentes a la heterotopía se extendió hasta el catálogo, el cual fue diseñado con un formato similar a los pasajes de avión, lo cual evidencia que nada quedó de la mano en esta muestra sintomática del alto nivel de madurez artística alcanzado por Aluan Argüelles durante los últimos tiempos.