Remembranzas de una hidalguía

Belén Cañas López
23/11/2018

Se acerca el aniversario número dos de un día infausto para Cuba, el día que Fidel dejó de estar físicamente presente. Y ratifico el adverbio físicamente porque la continuidad de su legado se revela, en la realidad cotidiana del pueblo cubano, de muchas maneras. Sin embargo, noviembre es un mes complicado no solo para la sensibilidad popular, sino también para las instituciones culturales de la Isla, que de una forma u otra se sienten responsables de mantener viva la memoria del entrañable Comandante.


Ilustración: Detalle. Mural por la paz de la Brigada Martha Machado. Foto: Roberto Chile

 

Entre sus actividades conmemorativas, el Instituto Cubano del Libro (ICL) y el Centro Dulce María Loynaz, donde tuvo lugar el encuentro, le dedicaron un panel de conferencias sobre su vida y obra. Allí se reunió un importante grupo de intelectuales con el solo propósito de sistematizar y abordar el pensamiento de este gran hombre. Se presentaron tres ponencias: “Fidel y la Historia como ciencia”, a cargo de la profesora e investigadora titular del Instituto de Historia de Cuba, Dolores Guerra López; “Las estrategias de Fidel para alcanzar el poder revolucionario”, defendida por Eugenio Suárez Pérez, director de la Oficina de Asuntos Históricos del Consejo de Estado; y “Fidel y el Instituto Cubano del Libro”, del profesor Rolando Rodríguez García, Premio Nacional de Ciencias Sociales y de Historia, y quien fuera encargado, por Fidel, de crear el ICL.

Las dos primeras ponencias concordaron en el análisis de la obra intelectual-revolucionaria del estadista cubano. Si bien la primera insistió en su relación y sus concepciones con y sobre la ciencia histórica, la segunda se dedicó al estudio de las estrategias políticas, observadas desde los hechos y textos históricos que ideó desde su primera implicación revolucionaria hasta enero de 1959. Ahora bien, la tercera intervención, a cargo de Rolando Rodríguez, tuvo una óptica mucho más testimonial. Dada su cercana amistad con el Comandante, ofreció un relato anecdótico de cómo y cuándo se decidió la creación del ICL, y de la relación de Fidel con los libros y la lectura. Este intelectual describió los entresijos de una desmitificada relación con la persona y no con la leyenda.

Después de escuchar hablar a estos tres estudiosos sobre el hombre y el símbolo que constituyó Fidel Castro, he llegado a una extraña conclusión: su imagen posee contornos ilimitados, que todavía se siguen descubriendo y construyendo, pero que siempre nos maravillan.