Resistencia cultural desde la producción musical

La Jiribilla
7/7/2017

El papel y la responsabilidad ética y cultural del productor musical ¿Cuál es el papel de los productores contemporáneos en un contexto como el que vivimos en el cual la música latinoamericana está muy catalogada, muy encasillada, y se ha convertido en el fenómeno de ventas más importante dentro de la industria musical?

Eduardo Cabra: Hace un rato tocábamos el tema de “Dónde está la música latinoamericana”, hablamos del cliché, de lo que se comercializa, pero no necesariamente es todo lo que está pasando en la música latinoamericana y yo creo que eso pasa con cualquier tipo de música. Yo confío en el sonido particular, en encontrar esas esquinas, esas propuestas que te vuelen la cabeza porque tienen algo diferente. Creo que igual sí hay que hacer propuestas que conecten con la gente, tampoco es hacer algo incomprensible, hay que conectar; pero también está este otro factor X que es cuando uno se pone un poco más creativo, y puede empezar a experimentar y agarrar algo de aquí y algo de allá. Un buen ejemplo es el disco de Rubén Blades, El mundo,tiene gaita, mezcla con gaita irlandesa después,  lo mezcla con ritmos afrocaribeños y se escucha muy bien. La primera vez que yo escuché eso me cambió el momento, también se podía bailar.

Rubén Blades me dijo una vez algo que fue muy importante para mí y lo guardo, era el problema que él tenía como intérprete, me dijo que tenía problemas en los teatros porque la gente quería bailar encima de las sillas, y no podían.Y por otro lado, en la barra la gente se ponía a escuchar su mensaje, su discurso, que también tiene peso, porque él da una propuesta completa, entonces el de la barra le decía que la gente no bailaba porque se ponía a escuchar, entonces si no bailan no sudan, y si no sudan no consumen, y eso también era un problema.

 Al final lo chévere de la música es el balance, el balance para mí es muy importante y es lo más difícil de todo, encontrar ese camino. Hay una línea muy fina que complace todos los departamentos, esa línea fina dónde estás haciendo algo bailable, pero al mismo tiempo es algo de respeto, y lo vas llevando poco a poco de igual manera, por eso es que creo en los discos.

 Ahora mismo estamos viviendo una época de singles, de sencillos, se saca el sencillo, se monta y luego se hace el disco. Mientras que en un álbum, en un disco, tienes la oportunidad de poder presentar diferentes sensaciones, con diferente sensibilidad, puede haber una canción tranquila, puede haber otra más fuerte, de eso es el ser humano, de diferentes sensaciones, uno a veces está molesto, a veces está calmado y quiere estar tranquilo, otras veces no.


Fotos: Internet

Un disco te da la oportunidad de presentar diferentes sensaciones, en un single no, el single está bien, pero no lo tiene todo. En un disco no todos tienen que ser hits, puede haber cinco o seis que funcionen en la radio, cinco o seis que te satisfagan como músico, como intérprete, y hay canciones que quizás no van a sonar nunca en la radio, pero si son canciones donde dejaste algo tuyo hay gente que las va a adoptar y por la experiencia que tengo esos temas son los que más duran, los que más conectan con la gente, los que emocionan.Juancho Valencia: Una idea concreta, algo con lo que me identifico y me sincronizo completamente, es la responsabilidad de lo que hacemos. Lo que nosotros hacemos aparentemente es invisible para la sociedad, pero estamos contaminando, es una palabra bien fuerte, pero lo que nosotros hacemos genera impactos y comportamientos diferentes. Yo quiero saber a quién no le generó una idea positiva una canción de Eduardo con Calle 13.Incluso a mí a veces, cuando he estado aburrido o frustrado por mi sociedad y el trabajo, lo escucho y me da esa energía,  es algo invisible, yo no podría decir si es la tonalidad, o es el micrófono, o la manera del amplificador, o la duración de la canción o el BPM, no, es invisible, pero genera algo en mí.

 En Colombia es exactamente lo contrario, los artistas con la inocencia de que las canciones son pegajosas hacen canciones de carácter xenófobo, territorial, y eso empieza a convertirse en maneras de actuar en la sociedad. Nosotros como gran potencia de telenovelas también lo vemos en ese sentido, la gente empieza a actuar como en las telenovelas, y estamos viviendo en una racha de la valoración del malo, y como la gente es curiosa va a ver, y definitivamente el mal nos llama más la atención que el bien, es más atractivo, lo sabemos. Pero hay gente que dice —vamos a transformar la sociedad con este fin—, y ¿cuál es el fin?, monetizar, ahí es donde tocan fibrasEstamos pasando el recurso económico por encima de los valores. Los niños te hacen una lista de todos los capos que han existido en los últimos 15 o 20 años en Colombia, pero no son capaces de hacerte una lista de cuáles son los últimos cinco ciclistas importantes del deporte colombiano que han logrado y han quebrado todos los récords de ciclismo. Entonces esa responsabilidad social no todo el mundo la tiene, y no todo el mundo está obligado a tenerla, pero yo creo que los que estamos aquí sí tenemos, por lo menos, que entender el impacto. Y la responsabilidad como productor va más allá, va desde los instrumentos que se están utilizando, hasta los procesadores, y no siempre lo de última generación o lo más costoso es lo que nos puede dar el mejor ritmo o el mejor sonido, no, todo depende de lo que quieras crear y transmitir.

 

 A veces lo más costoso no funciona. La sociedad nos va moldeando y nunca nos preguntamos nosotros como sociedad latina qué tanto nos podemos acoplar a esos moldes o no, entonces te encuentras con niños en los campos de Colombia que se pasan toda la vida queriendo tener su mejor instrumento, y no pagándole a un profesor que le enseñe, sino utilizando toda la plata para comprar un instrumento más caro, y ¿por qué?, pues porque un Yamaha suena mejor que un saxofón ‘‘lo que sea’’. Entonces tenemos que volver a preguntarnos qué tanto esos moldes nos funcionan a nosotros en nuestra comunidad, en nuestra comunidad como países, como región.

¿Cuáles son las estrategias que ustedes como productores intentan para no caer en las tentaciones o trampas propias de la industria?

Eduardo Cabra: Yo no lo veo como una trampa, es como decía hace un rato, una línea fina que complace o que intenta complacer, porque realmente uno no sabe qué va a funcionar o a conectar con la gente, uno está haciendo cosas que cree que son correctas. Yo en mi caso lo que trato de hacer es no repetir recetas. Por ejemplo, el reggaetón tiene una secuencia armónica pegajosa, tiene un ritmo que se pega, que te hace por lo menos mover los pies, pero es la misma prácticamente en todos los temas, entonces si tú tomas esa secuencia armónica, ese ritmo que lo identificas como algo cool  y lo mezclas con otras cosas, y te sales de lo habitual, le pones otras secuencias armónicas, utilizas otros instrumentos, en fin, agarras lo chévere, lo que conecta con la gente y hace otra cosa diferente, con otro discurso más interesante. Lo que quiero decir es que no está mal utilizar lo que se sabe que funciona con la gente, pero ponerle también de creatividad, que no sea repetir lo mismo.

Hay algo bien importante en el asunto de la producción y es algo que a mí me gusta mucho, que la propuesta con la que yo esté trabajando se involucre en el proceso de producción, para mí eso es bien importante, y es importante porque el trabajo de producción en cada disco o en cada proyecto tiene una fecha de vencimiento, el productor llega a trabajar en equipo con todo el mundo, va a terminar su trabajo, a entregar el disco en el momento en que se entrega el master y se acabó el trabajo de producción.Pero si tú involucras al equipo, a la banda, a los intérpretes, de repente todas las personas que se van a trepar en el escenario van a salir a matar, porque se creen todo el proceso, porque participaron de él, formaron parte del trabajo de producción, cuando vayan a salir a tocar el disco van a salir a matar y la gente va a percibir esa furia, ese poder de convencimiento que va a tener la propuesta, lo van a entender.

Es un comodín que va a ayudar a que las cosas salgan con eficiencia, con un sonido particular, y que va a ayudar en diferentes departamentos a los líderes del proyecto. Hace unos meses yo di una conferencia y estaba comparando al productor DarkRider versus el productor PowerRanger.A mí me gusta el productor PowerRanger,porque si falta un PowerRanger los otros cuatro pueden matar a tipo malo, sin embargo a DarkRider lo matan y ya chao, olvídate. Al final es el asunto del equipo que es bien importante, todas las personas aportan algo que es importante, el trabajo de producción son dos equipos, son dos lados que entran en relación, conciben un proyecto, pero luego eso deja de ser ‘‘de uno’’ y se convierte en ‘‘de la gente’’, y tiene que vivir y viajar. Entonces ese asunto de la concepción es bien importante y es bien importante estar claro de eso, de que es un trabajo en equipo y que después de estar listo ya no es tuyo, es un ser libre y se convierte en la gente.

Juancho Valencia: ¿Industria de la música? ¿Por qué estamos diciendo eso aquí? O sea, ¿quién es Coca Cola, o tan siquiera Tu kola? Nosotros somos los que vendemos juguito de guayaba en el patio. Yo sé prácticamente cuáles son las personas que compran mi disco, no somos una industria que produce para una cantidad de gente que no conocemos y que no tenemos ni idea de quiénes son, nosotros sabemos más o menos para qué público trabajamos, y conocemos a muchas de las gentes que forman parte de ese público. Incluso no es ni siquiera un público, son comunidades, lo de los públicos se vuelve una cosa gigante impersonal, yo prefiero hablar de comunidades, comunidades que dialogamos y casi que nuestras canciones salen con el diálogo de nuestras comunidades. Entonces vuelvo al inicio, ¿quién dijo que nosotros hacemos parte de la industria nos estamos metiendo en unas responsabilidades que no nos competen? Claro cuando uno dice industria de la música y yo veo a mis compatriotas que son de la industria, y yo –“uy” no- entonces empiezo a tomar decisiones equivocadas porque creo que eso tiene que ver con mi realidad, entonces yo prefiero pensar que aquí no somos una gran industria, sino que todos nosotros formamos parte de otro lugar que son las microempresas, de las cooperativas, las comunidades independientes, yo interactúo con mis fans, y cuando digo fans suena a mucha gente, pero no, les juro que casi cada persona que me da likes y que va a mis conciertos, de casi todas sé su historia. Solo quería eso volvernos a pensar ¿qué es la industria?, y mucho más acá, o sea, si yo en Colombia me siento extraño hablando de esto acá en Cuba me siento extrañísimo hablando de industria.

En Cuba hay una especie de frustración entre los músicos,porque en Cuba siempre hemos mirado más hacia el norte que al sur, y queremos como que llegar a sonar como ellos, a sonar ‘‘yuma’’, como decimos aquí, ¿cómo enfocan eso ustedes como productores?

Eduardo Cabra: Yo creo que eso es algo que está pasando en muchos lugares, en Puerto rico también, o sea, hay mucha gente mirando al norte. Yo siempre he pensado que con lo que uno nació y con lo que uno creció, la música que te ponían tus papás y la música que ponían en el intermedio de los comerciales, tú creciste con toda esa música, todo el tiempo sonando desde tu niñez, entonces el lugar donde tú estás creciendo no es el norte, no es el “yuma”, es imposible que el sonido sea igual si no creciste en las mismas condiciones.

 

Si te pones a pensar, el rock, el pop, y todo eso es folclore “yuma”, es como si ellos quisieran sonar como Los muñequitos de Matanzas, no creo que lo vayan a lograr nunca, al menos no van a llegar al nivel, aunque haya sus excepciones. Yo apuesto por tomar cosas del “yuma y sumarle lo que uno está acostumbrado, así se hace un sonido particular, y así el planta bandera es que sale victorioso y el que se lleva todo el crédito.

Es muy heavy cuando alguien llega a ti para trabajar en una propuesta y te dicen –ay yo quiero sonar como este-, ya es como raro, no va así. Para mí lo peor cuando te empiezan a explicar un proyecto es la comparación, por ejemplo –es algo como Shakira, pero nuevo, es algo nuevo- entonces te preguntas ¿realmente es nuevo? Es algo difícil, la música no se explica, es muy difícil de explicar y muy abstracto todo. Yo creo que hay que reconocer el entorno y tratar de buscar eso que nos identifique, y si en tu entorno hay gente que hizo una fórmula similar agarrar otro camino y buscar dentro de tu entorno el camino no transitado. Puedes tomar del “yuma” lo que quieras, lo que más te guste, pero lo insertas dentro de tu entorno y entonces se forma esta nueva cosa que la gente va a empezar a reconocer las diferentes influencias, pero no va a saber exactamente qué es lo que es, para mí eso es el mejor halago. Que no te sepan explicar qué es lo que haces. La música hoy en día no debería catalogarse por géneros, sino por orden alfabético, si tú logras que no te encasillen en un género y que no te sepan explicar, para mí es el mayor logro. Yo creo que el secreto es ese, que no se sepa explicar, que sea un poco incomprendido pero que al mismo tiempo conecte con la gente, que no sea un sonido raro y ajeno. Eso es al menos lo que yo busco.

Juancho Valencia:Cuando yo era pequeño escuché en una entrevista de Rubén Blades algo que hoy me sigue taladrando la cabeza y ha construido un camino. Él hablaba de algo incomprensible para mí durante mucho tiempo de mi vida y era la fusión local. ¿Quiénes somos los que estamos aquí?, los que estamos interesados. Los que tenemos algún interés por la cultura, por la música, por el arte, por la técnica, por la tecnología. Digamos que la gente de a pie, que anda por la calle, ¿qué tanta responsabilidad tienen?, ellos simplemente van al son que les toquen. Pero nosotros sí tenemos responsabilidad y debemos preocuparnos por nosotros mismos, entre nosotros, por la música de nuestras regiones, de nuestros países, debemos mirar al sur y ver qué es lo que está pasando acá. Saber qué suena en Colombia, en Panamá, en Ecuador, eso es importante saberlo, preguntarlo. Ahora, que el soul, el trap, el jazz fusion, esos ritmos los sabemos de memoria, pero no sabemos lo que tocan nuestros ‘‘hermanos’’. Yo también lo vivo, yo también tengo esa lucha, hay que generar un diálogo, eso suena muy bonito, por eso preparé un paquete en una USB con música que hacemos en Colombia, compártanla ahorita, traje tres copias, y la idea es que la rotemos.

Nos pueden decir un disco que le cambió la vida a cada uno de ustedes.

Eduardo Cabra: Hubo varios en diferentes momentos. A mí el primero que me impresionó fue Rey azúcar de Los fabulosos Cadilacs, que tenía como 15 años y fue el primer disco que fui a buscar. Después  Mundo, en otro momento, Robert Soul también de Los Beatles, por el giro que dieron en ese momento del lado más pop a un poquito más experimental y eso fue un riesgo, me parece el disco más arriesgado de todos. Pero la propuesta con la que más conecté en la adolescencia fue Los Cadilacs.

Juancho Valencia: Yo tengo tres campos de acción: la música clásica, la salsa, y la fusión colombiana. Quiero decir que de Cuba, las personas que me han transformado la vida son Benny Moré, Lilí Martínez, Lino Frías, después vino Rubalcaba y me dejó la vida. Los muñequitos de Matanzas y toda la cultura de guaguancó, también la música de cuerdas, la Aragón, los compositores que a veces están un poquito más perdidos, y toda esa escuela hasta llegar a Alain Pérez, que ahora somos colegas trabajando, pero si por mí fuera yo tendría un altar de Alain Pérez, y se me juntan dos personas, Alain y Eduardo Cabra, en mi mente yo los tiro a que se peleen ahí, cuando tengo que tomar decisiones yo lo tiro ahí y en mi imaginación están ellos dos tomando esas decisiones, esos son mis ejercicios de mayor aprendizaje. Todos los discos que ha hecho Eduardo me han transformado, y yo he tratado de aplicar eso a todas las otras músicas que no tienen que ver sonoramente pero sí conceptualmente, en las sensaciones, en las emociones. 

(Transcripción Angela Aguila Alonso)