Revolucionario de todos los tiempos

Thais Gárciga
17/2/2017

Entre los homenajes realizados a Armando Hart Dávalos uno de los más emotivos fue sin dudas el Coloquio Armando Hart, un revolucionario de todos los tiempos, celebrado este martes en la Casa de las Américas.

El panel integrado por Lesbia Cánovas, presidenta de honor de la Asociación de Pedagogos de Cuba; Graziella Pogolotti, presidenta de la Fundación Alejo Carpentier; y Fernando Martínez Heredia, director del Instituto de Investigación Cultural Juan Marinello, abordó su trayectoria pedagógica, cultural y política. Al finalizar el Coloquio, Hart recibió el Premio Prohibido Rendirse.


Foto: Yeins Cordero

Cánovas resumió en su intervención los aportes fundamentales de Hart al frente del Ministerio de Educación, del cual es fundador. “La contribución más importante consistió en haberse nutrido de la tradición pedagógica y la inestimable experiencia y saberes de los grandes educadores cubanos, para llevar adelante los proyectos relacionados con estos perfiles en Cuba”.

Fue este hombre de vocación fundadora, como tantos que se sumaron al proyecto revolucionario de 1959 o estuvieron entre sus gestores, quien estuvo al frente de la Campaña de Alfabetización. Implementó un estudio y pesquisaje en los primeros años de gobierno revolucionario para poder diagnosticar el grado de escolaridad de la población. Su labor educativa, así como los programas pedagógicos y académicos que implantó, siempre estuvieron signados por el ideario martiano.

Al frente de la Comisión Nacional de Educación, redactó la Declaración de Cuba como territorio libre de analfabetismo, la mayor proeza educativa de la nación en su historia. Le siguieron otras batallas que contaron con la movilización y participación social: escolarización de primer a sexto grado, programa de becas nacionales y extranjeras, creación de institutos pedagógicos para asegurar la cantera de profesores en el sistema de enseñanza.

“En 1960 constituye el Instituto Superior de Educación, en respuesta del Ministerio de Educación para llevar a vías de hecho la Reforma Integral de la enseñanza. Un año después crea la Escuela de Superación Pedagógica, y en los años posteriores los institutos Pedagógicos en las tres universidades existentes en el país”, recordó Cánovas.

“La Reforma general de la enseñanza creó las bases para el nuevo sistema educacional, con hito el 10 de enero de 1962 cuando se aprobó la Ley de la Reforma Universitaria. Se aspiraba a que los hijos de los trabajadores ingresaran a la universidad para recibir estudios de orientación científica fundamentada y ampliar las carreras de este perfil y tecnológicas. La reforma constituyó, al decir del propio Hart, una exigencia político revolucionaria”.

La doctora Pogolotti aludió a la tarea inmensa que debió asumir con el nacimiento del Ministerio de Cultura: sanar heridas que permanecían aún abiertas. “Acabábamos de transitar por un periodo gris para la cultura, un quinquenio gris con pespuntes negros, y Hart debía transformar esa realidad y devolver la confianza a muchos escritores y artistas. Él representaba una mente abierta, luego de haber sido ministro de educación y antes de dirigir la cultura, le tocó formar parte de la organización y construcción del Partido Comunista de Cuba”.

Martínez Heredia cerró el homenaje con un acercamiento a la práctica política de Armando Hart. “Ella desempeña también una función de teoría y praxis en su labor. Los jóvenes deberían tomar ejemplo en la maravillosa experiencia que tuvieron Fidel y sus compañeros. Hart es uno de los grandes pensadores del socialismo cubano; apasionado por el derecho, casi no ejerció la carrera porque andaba en busca de que todos pudieran disfrutar de los derechos. ¡Qué tiempo tan hermoso aquel cuando los mejores no deseaban ser jefes sino servir más!”.