Conocí a Iroel hace muchos años ya, desde que era el Presidente del Instituto Cubano del Libro y tenía que lidiar con intelectualoides e intelectuales que le achacaban ser un “oficialista”.

“Es un golpe duro, muy duro, para esta Revolución”.

Conversamos en muchas ocasiones, algunas de manera informal, otras como parte de conferencias y reuniones en las que coincidimos, donde él participaba como invitado o conferencista. Escuché sus quejas cuando empezaba a parir el proyecto de La Pupila; siempre metía la cuchareta cuando hablaba sobre algo que me interesaba o que consideraba “medio raro”. No siempre estuvimos de acuerdo. Sin embargo, en cuestiones como el reciente tema de la Ley de Comunicación coincidíamos mucho.

Fuimos conocidos, no más que eso, pero al saber de su partida me siento como si hubiera perdido a un querido amigo, porque así se debe sentir un comunista cuando otro revolucionario que siempre dio la cara se va. Es un golpe duro, muy duro, para esta Revolución a la que le van quedando muy pocos de su talla.

Tomado del perfil de Facebook del autor