Rita Longa: la gratitud del Balcón de Oriente

Roger Aguilera
21/5/2018

La Fuente de Las Antillas es un símbolo cultural de la ciudad de Las Tunas y ello se le debe a su autora, la afamada escultora Rita Longa, quien escogió el llamado Balcón del Oriente Cubano para emplazar una de sus obras preferidas.

Ese conjunto escultórico, basado en una leyenda aborigen e inaugurado el 24 de febrero de 1977, fue todo un acontecimiento, por la belleza y valor cultural que tanto impresionaba a los lugareños, quienes no habían tenido la oportunidad de disfrutar, in situ, de una pieza del arte tridimensional tan singular y atractiva.


Mural a relieve, de terracota, que los artistas tuneros le dedican a Rita Longa. Fotos: Yasiel Peña
 

Mas el cariño y admiración de los tuneros hacia la fenomenal artista no se ha limitado a su labor como autora de La Fuente de Las Antillas, ha ido mucho más allá. Es la personalidad de la cultura cubana que mayor número de instituciones llevan su nombre en Las Tunas: Bienal de Escultura, Escuela Pedagógica y el museo-taller de escultura.

Y sobran razones para ello, pues esta mujer, nacida el 14 de julio de 1912 en La Habana, recibió el Premio Nacional de Artes Plásticas en 1995, que avalan obras emblemáticas en la Isla como Grupo Familiar del Zoológico, La Virgen del Camino, la Aldea Taína de Guamá, La Leyenda de Canimao, Clepsidra (en el hotel Habana Libre), las Musas del Payret, y Shape, Space and Light, en la entrada principal del Museo Nacional de Bellas Artes.

Su escultura sobre el jefe indio Hatuey sirvió de inspiración para que posteriormente se convirtiera en símbolo de lo que por muchos años fue la cerveza más popular de Cuba: Hatuey.

Cuando Rita llegó al Balcón de Oriente se le habilitó una vivienda que también funcionaba como taller para concebir su arte. Y en la fachada, los tuneros, como buenos anfitriones, incrustaron en la puerta su nombre en metal.

En Las Tunas la veneran. El homenaje no solo ha quedado en la expresión verbal. En una de las paredes del complejo gastronómico que está al lado de La Fuente y muy cerca de su residencia temporal, la perpetúa un amplio mural a relieve, de terracota, del artista Osmany González, en el que aparecen la figura de Rita y reproducciones de las piezas más importantes emplazadas en la urbe en la década del 70 del siglo XX.

A la afamada creadora se le debe que a Las Tunas se le denomine Capital de la Escultura en Cuba, pues fue ella en su condición de Presidenta del Consejo para el Desarrollo de la Escultura Monumentaria y Ambiental, la que convocó a sus colegas de todo el país a realizar encuentros anualmente, con sede en esta localidad.

Desde entonces los escultores participantes en esos contactos para analizar problemas de esa manifestación artística, se comprometieron a aportarle a Las Tunas una obra, que hoy engrandece la ciudad, como Monumento al Trabajo, de José Antonio Díaz Peláez; Caballito, de Sergio Martínez; Lucha Armada y Liberación, de Manuel Chiong; Mestizaje, de Juan Baldía; y Nuestros muertos alzando los brazos, de Juan Esnart.

El motel El Cornito, sitio campestre donde Juan Nápoles Fajardo vivió y le cantó a la campiña cubana, y sede de las Jornadas Cucalambeanas, fue favorecido con las monumentales obras Columna taína, de Pedro Vega; Cabezas contrapuestas, de José Antonio Fuentes; el Hacha petaloide, de Herminio Escalona; y Trovador campesino —primera pieza donada—, del guantanamero Ángel Íñigo. Aunque se cuestiona que, a un lugar tan emblemático vinculado al Cucalambé, como la finca El Cornito, no se le haya dedicado una pieza.

Además de las obras a escala urbanista, Rita convocó también a donar otras de pequeño y mediano formatos para conformar un salón nacional, el más importante en Cuba. Y fue ella de las primeras en dar su aporte, con un boceto que con mucho amor conservaba en su vivienda: la Ballerina de Tropicana.

Luego se sumaron otros, como Sergio Martínez, quien cedió en miniatura Don Quijote de América, que a escala urbanística está emplazado en 23 y J, en La Habana.

Gracias a esos gestos hoy Las Tunas cuenta con un patrimonio de unas 170 esculturas monumentarias, localizadas en distintos puntos urbanos, y más de 300 de pequeño y mediano formatos, que se conservan en el museo taller que lleva el nombre de Rita Longa.

La mascarilla del Apóstol hecha en bronce, que forma parte del conjunto de obras de la Plaza Martiana, fue también una donación de Rita a esta impresionante instalación, diseñada por el arquitecto Domingo Alás, donde cada 19 de mayo el sol ilumina el rostro del Maestro, representado por la pieza de Rita.

Cuando ella llegó a Las Tunas, desde el primer momento recibió apoyo para su incursión en el arte volumétrico, fundamentalmente del primer secretario del Partido en el entonces territorio Las Tunas-Puerto Padre-Amancio, Comandante Faure Chomón Mediavilla.

Escultores no existían, pero Rafael Ferrero y Armando Hechavarría —ya fallecidos — que se dedicaban a las labores de diseño y pintura relacionadas con la propaganda política, pronto fueron influenciados por el movimiento del arte de tres dimensiones hasta convertirse en los principales escultores locales.

El movimiento escultórico en Las Tunas no se ha detenido y su existencia es ya un patrimonio, que clasifica en la primera fila de las manifestaciones del arte. Esa ha sido la obra mayor de Rita en Las Tunas.  

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