Para muchos, leyenda de nuestros días, para otros, gran diva de la opereta, para todos, Rosita, la Fornés, protagoniza por sí misma un capítulo completo de la televisión cubana.

Nada le quedó por hacer. Trascendió lo nacional y lo meramente artístico. Fue (es) figura internacional que viajó por el mundo representando a Cuba. Fue, es y será, algo más, una gloria de la cultura nacional.

Ante las cámaras, en este caso de cine, había debutado cantando en el largometraje Una aventura peligrosa, de 1939 ―fecha por la que tenía 16 años―, dirigida por Ramón Peón. Antes de irrumpir la televisión, ya era Rosita una gran triunfadora en el cine mexicano, donde se la comienza a calificar de vedette, o sea, una artista versátil capaz de asumir todos los géneros, que canta, baila, actúa, tiene simpatía, elegancia y hermosa figura, una artista integral y máxima atracción del espectáculo musical. Por la segunda mitad de la década del cuarenta, ella es la primera vedette de México y gran triunfadora en el cine de ese país.

Tuvo como maestros, o trabajó junto a Antonio Palacios, Miguel de Grandy, Ernesto Lecuona, Enriqueta Sierra, Enrique González Mántici, Gonzalo Roig, Rodrigo Pratts, Mario Martínez Casado, Adolfo Guzmán, Armando Romeu…, y muchos años después ella declararía:

“¡La fama es terrible! (…) Quería demostrar, como vedette, una capacidad histriónica amplia y, por eso, siempre insertaba fragmentos de dramas, de piezas líricas, lo cual me obligaba no solo a cantar y bailar los números de moda. Pienso que conseguí mi propósito. Así, me titularon la Novia de México y su primera vedette durante cinco años seguidos y, en los dos últimos, antes de mi breve vuelta a Cuba en 1952, me premiaron como la primera vedette de América”.[1]

Por la segunda mitad de la década del cuarenta, ella es la primera vedette de México y gran triunfadora en el cine de ese país. Foto: Tomada de Internet

La llegada de la televisión a Cuba encuentra a Rosita en México, en el esplendor de su belleza, y aunque todavía no alcanza los 30 años, está en posesión de una madurez artística que le permite afrontar el reto de la cámara en vivo y hacer frente a ella todo cuanto ya había hecho para el cine y el teatro.

Puede afirmarse que mucho aportó la televisión a la popularidad de Rosita. Su debut televisivo en Cuba ocurre en abril de 1952, en la opereta La casta Susana, durante el programa Gran Teatro Esso, por el canal CMQ. De pareja con Armando Bianchi, su esposo y actor, protagonizan otro espacio por el Canal CMQ que alcanza notable teleaudiencia: Mi esposo favorito. El éxito y la popularidad son tales que, en 1953, ella y él son seleccionados Miss y Mister Televisión, respectivamente. Recibe consecutivamente por varios años el premio a la Mejor vedette del año, otorgado por la Asociación de la Crítica Radial e Impresa (ACRI).

“Bastaba con la presencia de la Fornés para conformar en torno a ella un espectáculo de garantizada teleaudiencia”.

Si de programas de televisiòn comentamos, se la vio en los musicales más populares: desde Jueves de Partagás, pasando por El Casino de la Alegría, Cabaret Regalías, Desfile de la alegría, hasta el más reciente, Cita con Rosita, en los años altos de la década del setenta, entre otros. También se la recuerda en Lunes de la Shell, La comedia del domingo, Desfile de éxitos, Su noche favorita, De repente en TV, En órbita con la alegría… y, además, en otros espacios de muy grata memoria como San Nicolás del Peladero, Recital, Juntos a las 9, La Revista del Domingo, Saludos Amigos, Mañana es Domingo, Bienvenida la música, Contacto, La noche se mueve, Para no salir de casa…

Bastaba con la presencia de la Fornés para conformar en torno a ella un espectáculo de garantizada teleaudiencia. Lo sabían los empresarios, los productores, los directores y, muy probablemente, ella también. Tras la búsqueda incesante de la perfección, que para ella se expresaba en el respeto y la satisfacción del público, resumía así su credo. “No puedo ser como esos artistas que preparan su espectáculo y dicen todos los días la misma frase, hacen el mismo chiste, caminan con los mismos pasos en la misma canción. Mi temperamento no me lo permite, aunque respeto a quienes lo hacen sinceramente. Yo soy sincera conmigo misma y con mi público”.[2]

Protagonizó para la televisión obras del teatro universal, tanto dramas como comedias ―mérito relevante, para ella y los directores, este de llevar a los clásicos de la literatura hasta el hogar―. Tuvo, entre muchos, uno especial: el de representar en la pequeña pantalla las grandes operetas llevadas primeramente al teatro. Así, el telespectador conoció, disfrutó, se cultivó estética y espiritualmente con las operetas y zarzuelas del gran espectáculo, interpretadas por ella. ¿Quién no la recuerda en La viuda alegre, Las leandras o Mi bella dama? “Soprano lírica es, al mismo tiempo, exponente de la música popular”. La apretada definición que da el musicólogo Helio Orovio[3] ofrece por sí sola el vasto panorama de la música que abarca el quehacer interpretativo de Rosita Fornés.

Rosita Fornés, una gloria de la cultura nacional. Foto: La Jiribilla

Artista completa, quién no la recuerda en La comedia del domingo y en Teatro ICR, o en algunas producciones del cabaret Tropicana. Tampoco le fue ajeno el humor.

Setenta años transcurrieron entre el 12 de septiembre de 1938, en que se presentó cantando y ganó el primer premio en el programa para aficionados La Corte Suprema del Arte, de CMQ, y octubre de 2008, cuando se le rindió homenaje en el Anfiteatro del Centro Histórico de La Habana, en espectáculo grabado por la Televisión Cubana para su posterior trasmisión en el espacio ¡Bravo!

Premio Nacional de Televisión 2003 (también de Teatro y de Música), artista emérita de la Uneac, galardonada con la Orden Félix Varela, “responde Rosita ―como asevera el colega Rafael Lam― a lo que en Estados Unidos es Marilyn Monroe; en Brasil, Carmen Miranda; en México, María Félix”.

Nada le quedó por hacer. Trascendió lo nacional y lo meramente artístico. Fue (es) figura internacional que viajó por el mundo representando a Cuba. Fue, es y será, algo más, una gloria de la cultura nacional.


Notas:

[1] Mayra A. Martínez, “La Fornés en persona”, revista Revolución y Cultura, marzo 1984.

[2] “Cita con Rosita”,sin firma, revista Opina, agosto 1979.

[3] Helio Orovio, Diccionario de la música cubana, Editorial Letras Cubanas, 1981.

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