Roxana Pineda, actuando entre ritos

Mairyn Arteaga Díaz
27/9/2017

A veces, en el teatro, se sienten el olor de los inciensos y el silencio al menos una hora antes de comenzar la función. Nadie ajeno a la obra deambula por la sala, no puede, no se permite: Roxana Pineda, la actriz, la directora, necesita del sonido del espacio vacío para que, un rato después, se haga la magia.

A su abuela le pone Roxana los inciensos, la recuerda mucho cuando va actuar, como parte de esos ritos que no se da el lujo de saltar antes de ninguna obra; también es preciso que el lugar sea impecablemente limpio y que aunque esté en La Habana, Bogotá o Copenhague, en su casa, allá en Santa Clara, todo tenga un orden exquisito por muy loco que pueda parecer.

“Si no, no puedo, no me funciona”.

En su apartamento de la calle Juan Bruno Zayas, en la ciudad que la adoptó hace algunos años, la misma que la vio nacer al teatro, Roxana conversa abanico en mano, siempre locuaz y en extremo objetiva. El próximo octubre estará en La Habana durante el Festival Internacional de Teatro con su grupo La Rosa y la puesta Apócrifas o todas son María, casi lo primero que salta en la conversación. Alrededor todo es muy claro, límpido, como a ella le gusta.

foto de la actriz cubana Roxana Pineda
Apócrifas o todas son María
será el espectáculo que presentará Teatro La Rosa, bajo la dirección
de Roxana Pineda, en el Festival de La Habana. Fotos: Arelys María Echevarría Rodríguez

 

El espectáculo, dice, está inspirado en el personaje de María Magdalena. Es un unipersonal a cargo de la actriz Eylén de León, la de más experiencia y que trabajó con ella en el Estudio Teatral de Santa Clara, diez de los 25 años que Roxana fue pilar importantísimo en esa agrupación.

“María Magdalena, una mujer real, a veces referida a elemento de leyenda, ha sido una figura sometida a diversas alteraciones a lo largo de la historia. Se habla de la fémina que existió, que vivió, que no tuvo hijos, que nunca se casó, que acompañó a Jesucristo, hombre real también, importantísimo en la historia de occidente, y de esa posición de ella silenciada durante muchos años por la iglesia y por la historia; pero no es solo acerca de su vida, nosotros tomamos de referencia a ese personaje para hablar de las relaciones entre lo femenino y lo masculino, para preguntarnos un poco sobre el rol de la mujer en la historia de occidente y en nuestro mundo contemporáneo.

“La puesta es como un caleidoscopio, sale de María Magdalena y entra en otros conflictos, como el que vive hoy la mujer de Gaza, porque ella es de allí, oriunda de Palestina; así llegamos a la mujer de Cuba hoy, a los tabúes, al machismo que hemos heredado. No es un espectáculo feminista, pero es una propuesta teatral que se coloca desde el punto de vista de la mujer y se plantea muchas preguntas que todavía no tienen respuestas”.

Esta es una línea de trabajo que Roxana ha desarrollado desde hace un tiempo atrás, hilvanada con el evento Magdalena sin Fronteras, que cada tres años trae a Santa Clara a un grupo de creadoras de distintos lugares del orbe que hacen e influyen en el teatro con el peso de una sabiduría y talento probados. Un teatro de investigación que ha sido su alimento por casi 30 años de labor. Trabajo de sociedad y resistencia, como proclama este 2017 el Festival de La Habana.

“Ese ha sido uno de los temas del Magdalena. Yo nací al teatro con el santaclareño Estudio Teatral y hace cuatro años que dirijo La Rosa, y siempre hemos tratado de hacer un teatro diferente, en el sentido de que no nos interesaba el arte por el arte, por el espectáculo, sino que queríamos un laboratorio donde los actores tuvieran un proceso de formación no solo técnico sino también ético, un alto sentido de responsabilidad, preocupados por los destinos del hombre.


Roxana Pineda defiende desde hace varios años el trabajo de la mujer
en el teatro, que no necesariamente se refiere al teatro feminista

 

“Este es un teatro de resistencia, resistencia a lo banal, a la frivolidad, al sin sentido; un teatro que se opone al comercialismo, al arte fácil, que quiere cultivar el pensamiento; un teatro profundamente ético, donde los actores tengan que trabajar mucho y formarse no solo como artistas, sino también como seres humanos”.

Profesionalidad que sentirán todos los que acudan a la sala, cualquiera que sea, el venidero octubre. Una hora antes todo será silencio, se sentirá el olor de los inciensos y aquí en Santa Clara, el apartamento de Juan Bruno Zayas esperará, impecablemente ordenado, a que regrese la actriz, la directora, la Magdalena que se llama Roxana.