Saltapalabra

Omar Valiño
23/9/2016
Fotos: Cortesía UNEAC de Guantánamo

Tres días fueron suficientes para un evento necesario. Parte del tupido sistema de encuentros diseminado por buena parte del país para mantener viva la narración oral, especialidad tan vieja y natural como el acto de habla que nos completó como humanos.

Lo convoca el actor y narrador oral Ury Rodríguez con la eficaz, generosa y entregada maquinaria de la UNEAC de Guantánamo, encabezada por su presidente Jorge Nuñez. Nuestra castiza y hermosa “gracias” se multiplica para ellos en tiempos de tantas desatenciones.


 

Se llama Saltapalabra y se convoca con frecuencia bienal. Tomó la ciudad sin hacer ruido. Las contadas se sucedieron en escuelas, en el Teatro del Guiñol Guantánamo, en barrios como la Loma del Chivo, en el Estado Mayor de la Brigada de la Frontera y hasta en el mismísimo parque Martí, vórtice de la urbe. Cualesquiera fuera el espacio, niños y adultos aguzaban oídos y ojos para seguir las peripecias de las historias, sus sorpresas y degustar con fruición la vitalidad que redescubrimos en las palabras.

Rindió homenaje a los 40 años de vida artística de la actriz y narradora oral Virginia López, con su chispeante gracia para contar y poner acentos con su cuerpo. Otros muchos entremezclaron sus voces frente al público, entre ellos el tunero Andrés Till, más contadores guantanameros, populares o provenientes de la actuación, jóvenes aprendices del oficio y hasta niños.


 

Este servidor presentó el conjunto de la colección “Oralia”, de Ediciones Alarcos, iniciativa propuesta e impulsada por el médico, poeta y narrador oral Jesús Lozada Guevara. Sus tres títulos hasta ahora, con su sorprendente recepción, son un estímulo para continuarla. Como otra incitación fue, más personal, ver el cartel —me dicen que recién colgado: Escuela de Danza Alfredo Velázquez Carcassés. Un acto de justicia ante el amigo tempranamente desaparecido, el valioso bailarín, coreógrafo y pedagogo allí presente y vivo.

La invitada especial fue Mayra Navarro, toda una decana de este arte y capaz de transmitir su experiencia práctica y teórica desde su condición de maestra con el taller “Indagaciones sobre el arte de contar”. Por vieja y natural que sea una tradición, no es lo mismo cuando alcanza una categoría de arte. Mayra vertió su arsenal y reveló secretos de la faena para culminar demostrándolos en Cuentos de mujeres. Su espectáculo, que puso fin al evento, con un eje muy sólido, bien balanceado entre narraciones de distinto sesgo, siempre atractivas y no muy conocidas, amparadas en las curvas justas de la voz y las puntadas de los gestos.


 

Salieron de la boca las palabras, se engarzaron una a otras en contadas y encontraron caminos en Guantánamo para llegar a todos. Nos dejó las poderosas enseñanzas que quedan, como suspendidas en el aire, cuando salta la palabra.