Santiago Álvarez: Un homenaje bien merecido

Paquita Armas Fonseca
5/12/2019

Que la edición 41 del Festival Internacional de Cine de La Habana le rinda homenaje a Santiago Álvarez es una acción que aplaudirán todos los amantes del cine que conozcan la obra del Noticiero Icaic latinoamericano.

Cuarenta años tenía, sin pasar ninguna escuela de cine cuando Alfredo Guevara le dio la tarea del noticiero. Para Manuel Pérez, que recibirá un Coral de Honor en esta fiesta fílmica, la dedicatoria es un acto justo porque “Lo conocí en 1959 en el Icaic. Venía de la CMQ y de Nuestro Tiempo, militante del PSP desde 1939, cuando tenía 20 años. Esto último lo supe leyendo una planilla que por alguna razón tuve que leer, y no olvido porque yo nací ese año. Se tuvo que exiliar, en los días de la huelga de abril del 58 porque lo estaban buscando. Su militancia era bastante conocida, la cumplió a cabalidad en aquellos años.

Santiago Álvarez. Foto: Internet
 

Alfredo lo lleva al Icaic en 1959 como funcionario cultural porque tenía condiciones para las relaciones de trabajo con el personal artístico. Por urgencias de aquel tiempo de fundación le da la “tarea”, de realizar semanalmente el Noticiero Icaic (Latinoamericano) creado en mayo de 1960. Fue un encargo político por su capacidad de trabajo, disciplina y confianza.

Cumple la “tarea” y sobre la marcha comienza a descubrir y a descubrirnos, poco a poco, que no solamente tiene talento para las relaciones con el personal artístico. Él también es un artista. Se forma en el intenso fogueo de todas las semanas y comienza a llamar la atención. Aquello comenzó a ser algo más que un ágil recuento de los principales acontecimientos políticos que se sucedían en el país. La eficacia artística iba surgiendo y potenciando la eficacia política.

Soy de los que recuerda el dedicado al entierro de Benny Moré, en 1963, como el que certifica que Santiago Álvarez es un creador en serio. Me atrevo a asegurar que hubo sorpresa en algunos cuando nos presentó esas credenciales indiscutibles.

Santiago Álvarez. Foto: Internet
 

Después viene el despegue de su obra mayor como documentalista, sin dejar de hacer noticieros o pasando a supervisarlos. Su capacidad de trabajo y disposición a enfrentar cualquier reto cinematográfico que demandasen las urgencias políticas de la Revolución es un rasgo que caracteriza su quehacer a lo largo de tres décadas. Pero fue así, pudo ser así, porque era profundamente sincero en su actividad creadora indisolublemente integrada a sus convicciones revolucionarias”.

A su vez, el reconocido cineasta Fernando Pérez me dijo “Siempre he dicho que el Noticiero fue mi escuela de cine (lo fue para muchos de los que hacemos hoy cine de ficción). Y lo fue porque Santiago nos dejó hacer de todo: nos dio libertad aun a riesgo de provocarse problemas. Ese arrojo y coherencia es también lo que ha hecho que su obra documental, siendo un cine militante y comprometido, conserve todavía hoy una dimensión universal. Un ejemplo: hace cinco años asistí en el cine Arsenal en la Cinemateca de Berlín al homenaje de despedida, por jubilación, de su proyeccionista, una mujer que durante más de 40 años proyectó en esa emblemática institución casi todas las películas de la historia del cine. Como parte del homenaje, ella escogió sus películas preferidas y las proyectó por última vez. Fue muy emocionante para mí descubrir que había seleccionado a NOW como el mejor documental de su vida”.

Portada del documental NOW. Foto: Internet
 

El creador de películas emblemáticas como Suite Habana, La Habana es Silbar y Clandestinos será el moderador del panel Arte y Compromiso, Centenario del Natalicio Santiago Álvarez., que sesionará el día nueve a las 10:00 a.m. en la Casa del Festival de Cine de La Habana, con la participación de Amir Labaki, Maria Luisa Ortega y Michael Chanan.

El director de El Fanguito (1990), Dónde está Casal (1990), El Benny (2006), y Cuba Libre, (2015) Jorge Luis Sanchez, que estrena Buscando a Casal, afirmó lo que para el significa Santiago: “El dominio de la vanidad, —no ya la humildad—, que tanto daño hace al artista, pero sin que esa actitud dañe el combustible de la subjetividad. El sentir artístico sin la tiranía del ejercicio solapado de la vanidad, que tanto frena al artista. La necesidad de vivir la expresión artística siempre en lo que vendrá, no en lo que ya pasó, que tanto seca al artista”.

De Lizette Vila, que en coautoría con Ingrid León, se verá en el festival fuera de competencia Resiliencia, Derechos a la vida, también habló de su vínculo con el director de Now. “Mi relación con Santiago se arma por varias rutas: primero que coincidí con el en el Festival de Leipzig, donde era toda una personalidad y diseñé la banda sonora de una de sus obras. Era un hombre que llegaba tempranito, él antes pasaba por la Asociacion de Cine Radio y Televisión, de la Uneac. Las conversaciones versaban de acontecimientos internacionales y nacionales y siempre eran constantes mis preguntas sobre esa mirada tan centrada para expresar en códigos sonoros y visuales. Sus obras son de maestría comunicacional, inigualable y se rodeó de un equipo creativo que lo acompañó, en un momento único. Un equipo donde el virtuosismo en la creatividad, responsabilidad, de un periodismo humano, que con su meta estremecía la conciencia emotiva y obligaba a pensar desde lo crítico, para alentar la conciencia emotiva de una nación.”

Sus obras son de maestría comunicacional. Foto: Periódico Trabajadores
 

Autor de varios libros, director de la cinemateca, Luciano Castillo es un profesional muy respetado que suscribe «la calificación por Georges Sadoul de “hombre fundamental en el que siempre destaca la fuerza de sus imágenes, y del británico Derek Malcolm quien lo bautizó “el maestro de la moviola”. ¡En mi criterio, Santiago Álvarez, cineasta que se formó sobre la marcha, gracias a ese “misterio de la intuición” que, según su colaboradora Rebeca Chávez lo caracterizaba, legó a la historia del cine documental clásicos como Now! (1965), Ciclón (1963), Hanoi, martes 13 (1967), L.B.J. (1968) y 79 primaveras (1969). Considero que el rasgo estilístico predominante en su prolífica obra —que él llamó documentalurgia— es la mezcla extraordinariamente rítmica de las formas visuales y auditivas al apelar a cuanto estaba a su alcance (metraje documental histórico, fotos fijas, imágenes de ficción, animación, carteles…) con cierta dosis de ironía y sátira para trasmitir su mensaje. En lo personal pienso que su mayor impronta es en prescindir todo lo posible de la entrevista —algo de lo que abusa tanto hoy el cine documental— y dar rienda suelta a su irrefrenable imaginación, además de poseer esa capacidad de reunir a un muy eficaz equipo de colaboradores, en especial en la fotografía, el sonido y la edición. Coincido con él en que “el cine documental no es un género menor, como se cree, sino una actitud ante la vida, ante la injusticia, ante la belleza y la mejor forma de promover los intereses del Tercer Mundo”».

Santiago es también el mago que enseñó Viet Nam y que logró reflejar una reacción tan tierna como pícara de Fidel, en su conversación con Salustiano Leyva, un guajiro que con 11 años conoció a José Martí y luego le hablaba al barbudo que tenía en frente, en 1976, de “mi hermano Fidel”.

Para Rolando Perez Betancourt “En Santiago convivían el periodista y el poeta. ¿Cuál primero, cuál después? Lógico que no pueda aplicarse una mirada mecánica, pero si resaltar la imaginación y el poder asociativo que lo caracterizaba, y Hanoi, martes 13 es una prueba de ello. En 1966 lo sorprende un bombardeo estadounidense a Hanoi y no se limita a captar el hecho noticioso, a convertirse en testigo de primera mano del horror, sino que pasa a un plano mayor y arma un documental que hoy está considerado entre los clásicos mundiales del género, entre otros aspectos porque hace gala de un montaje asociativo que habrá de caracterizarlo a lo largo de su carrera.”

Mientras que Frank Padrón, dijo que  “Santiago es el precursor de un tipo de periodismo cinematográfico que hoy con todas las técnicas digitales y los avances parece muy fácil; aun así, muchas veces denota la falta de imaginación y de enjundia periodística que desplegaba él a raudales, y que impregnó en su eficaz equipo de colaboradores. Algo que ni la más avanzada técnica, se sabe, logra suplir. En épocas sin mucho avance, Santiago hizo de la truca, la foto de archivo, la música, y los más diversos materiales, un noticiero eficaz, dinámico, ampliamente comunicativo, donde el poder de síntesis, la esencialidad y la fuerza predominaban. Por eso nos legó ese Noticiero Icaic Latinoamericano que aun hoy es paradigma, aula siempre abierta, lección vívida; no por gusto detenta la distinción que aun sin mediación de la Unesco encerraba por derecho propio: Patrimonio de la humanidad”.

En este homenaje coral a Santiago, Waldo Ramírez de la Ribera opinóSantiago Álvarez es uno de los cineastas cubanos que en mi opinión ha influido más en las generaciones posteriores a la fundacional del Icaic. Sus documentales son profundas reflexiones sobre la realidad de la compleja vida en Revolución, así como mismo escudriñó en la realidad internacional. Nos legó obras de altísimo compromiso revolucionario y humano, demostrando su carácter militante y a la vez creativo, como expresión genuina de un artista verdadero y comprometido con su tiempo”.

Daniel Diez Castrillo, también documentalista y hacedor del mítico noticiero expresó que. “Imagínate que yo venía de estudiar en una beca (1967) donde estaba prohibido oír a los Beatles o a cualquier grupo de habla inglesa de esa época y mucho menos usar melena, bigotes, etc., pues te acusaban de “diversionismo ideológico” y cuando entro en el Icaic y más concretamente en el Noticiero no solo era permitido todo eso, sino que se estudiaban las grabaciones de música de esos grupos. Santiago nunca censuró nada de esto y además comenzó los trabajos críticos al mal funcionamiento de algunos organismos. Estar a su lado, fue como estar en el espacio más revolucionario de de esa época”.

Finalmente, para Lourdes de los Santos “Si se puede hablar de una escuela de cine documental cubana, una de las figuras cimeras indiscutiblemente es Santiago Álvarez Román. Su genialidad no solamente abarcó a la manera insólita de estructurar el Noticiero Icaic, sino de articular y desarrollar una intensa hornada de documentalistas que salieron y se formaron bajo su égida. Sus documentales con una fuerte carga política, y artística utilizaron sabiamente los recursos cinematográficos apoyándose en una banda sonora de alta gama”