“Si la población no accede a la música que estamos generando, el evento no tiene sentido”

Fernando León Jacomino
4/10/2018

La capital cubana regresa poco a poco a su habitual parsimonia: un tempo en el que la música marca el ritmo, pero de una manera diferente a lo vivido durante la más reciente edición del Cubadisco. La tradicional cita volvió a ser noticia, con propuestas de los más variados y auténticos géneros musicales que se producen en la Isla.

 Marta Bonet, presidenta del Instituto Cubano de la Música. Foto: Ariel Cecilio Lemus


Con la calma llegó el momento de evaluar qué estuvo bien, pero sobre todo, qué puede ser superado en aras de lograr mayor calidad en este tipo de eventos. La Jiribilla conversó con Martha Bonet, presidenta del Instituto Cubano de la Música. Su visión, nutrida de la experiencia en este largo camino de la creación musical, alerta hacia dónde deben encaminarse las principales estrategias para fortalecer y enriquecer el universo musical y discográfico cubano.

“Cubadisco se concibió como un evento integrador, en un momento en el que la industria de vinilo estaba transitando hacia el CD. Cuando empieza el auge de las casas discográficas foráneas en Cuba, las principales agrupaciones cubanas se afiliaron a estas. Surge entonces Bis Music, como contrapartida estatal para dar una respuesta político-cultural a la existencia de las casas foráneas. El evento nace desde el Instituto de la Música, en el año 1997, para premiar y promocionar lo mejor de la discografía en la Isla, y funcionar además como vitrina de lanzamiento hacia el mundo.

Las Ferias se hacían en Pabexpo. Ahí se montaban los stands, se realizaban lanzamientos discográficos, asistían artistas y empresarios, y se realizaban negociaciones. No solo estaban presentes las casas discográficas, sino también las agencias de representación artística, que en aquel momento se llamaban Centros de la Música. Con el transcurso de los años esto fue perdiendo vigor y devino en apenas un evento que premia los mejores discos.

¿Continúa el Cubadisco siendo un medidor de jerarquía?

Para las instituciones representa un medidor de la música cubana. Con los Premios Cubadisco se puede hacer un trabajo de investigación para saber cada año por dónde va la creación musical en el país, las tendencias y su calidad.

¿Qué alternativas propone el Cubadisco para promocionar a los artistas nominados, así como el encuentro de estos con sus respectivos públicos?

Siempre hay una programación paralela, lo que sucede es que este año se redujo. Poco a poco Cubadisco ha perdido su capacidad de vitrina al mundo y ha ganando en programación colateral, convirtiéndose en un evento de promoción de la música dentro de nuestro país.

Anteriormente participaban muchas agrupaciones extranjeras y se hacían grandes programaciones. Hasta el año pasado, el evento se dedicaba a un país, a un género de la música, y a partir de ahí se organizaban programaciones en todos los teatros de La Habana y colateralmente en sedes como la Casa del ALBA Cultural.

¿La idea es volver a ese esquema?

La intención es retomar esa práctica, pero reduciendo el número de sedes, ya que  la situación económica actual no nos permite potenciar un boom del evento en todo el país, lo cual requiere de muchos recursos. 

Por ejemplo, este año se concibió una programación en La Pérgola del Pabellón Cuba, enfocada en el público joven; y en los portales del cine Yara se presentaron diferentes agrupaciones, con un impacto social increíble. La Casa del ALBA también se sumó a esa programación. Todo lo que tuvo que ver con las presentaciones para empresarios, la parte profesional del evento, se concentró en el Centro Cultural La Plaza, en 31 y 2, sede del encuentro académico. 

Este año la programación cumplió las expectativas, y lo que logramos en el encuentro teórico fue increíble; sin embargo, quedó reducido a los profesionales de la música. La idea es reproducir y ampliar las actividades que acontecieron en 31 y 2: las presentaciones de cada casa discográfica, el simposio académico y los encuentros bilaterales entre las instituciones y los empresarios. Debemos crear espacios donde el público pueda acceder libremente e incluso hacer asequible el precio de los discos; esta última es una de las tareas que hay que retomar.

En este sentido, desde su fundación Producciones Colibrí tiene una licencia para vender los discos a un precio de 40 pesos en moneda nacional. Su esquema de financiamiento es presupuestado, o sea, el Estado subvenciona esa discografía. Pero no funciona igual para el resto de las disqueras que son empresas.

¿Los premios o los nominados no podrían, a través de Colibrí, disfrutar de una tirada limitada en función de la venta en moneda nacional?

Esa decisión transita por otros derroteros que tienen que ver con los precios y el derecho de autor, aspectos que todavía no hemos podido colegiar con las empresas. ¿Qué alternativa han encontrado las otras disqueras? Producir al precio de costo para poder vender en un precio más bajo, pero continúa siendo en CUC. 

El próximo año aspiramos traer eso a la era digital y hacer un pull con las disqueras para que, en el propio recinto ferial —la idea es que sea el Pabellón Cuba—, exista la posibilidad de descargar música desde internet. Eso sería más factible que involucrarnos con las limitaciones de la discografía y los asuntos económicos.

La tendencia del disco físico es a desaparecer…

Yo no diría a desaparecer. Las ventas disminuyen porque adquirir música en internet es evidentemente mucho más factible, desde todos los puntos de vista. Mas, siempre uno quiere ver el disco, la nota discográfica, el diseño, y quiere tener el material.

El tema está en que no puede existir un evento que promocione la música cubana al cual la población no tenga acceso. Si la población no accede a la música que estamos generando, el evento no tiene sentido.

En relación a lo que se esperaba, ¿cuál es la satisfacción respecto al número de invitados y empresarios que asistieron a Primera Línea?

Tuvimos una visita muy importante, la de la vicepresidenta de Womex. Esa es una de las ferias más importantes —por no decir la más importante—, de música en vivo en el mundo. Durante los años en que se ha convocado Primera Línea, ellos han estado dispuestos a ser los partner para atraer empresarios a este evento.

Las agrupaciones nominadas al Cubadisco sobreviven el año entero con un mercado interno. ¿Se ha valorado que ese mercado pueda ser también destinatario de Primera Línea? ¿Se ha pensado en los gobiernos, en las cadenas hoteleras, en otros espacios?

Con la estrategia del mercado interno las instituciones debemos ponernos de acuerdo en cuanto a la programación. El turismo es un tema especial, va más allá de que se aproveche o no en un evento. Durante mucho tiempo en Cuba, los cabarets que están dentro de los hoteles fueron el espacio apropiado e idóneo para potenciar lo mejor de la música cubana, lo cual ha decaído muchísimo. Esa es una política que tenemos que acabar de perfeccionar. 

El turismo apela mucho a la música grabada, quizás por condiciones económicas. Lo que sí está claro es que la mayoría de las veces no ofertamos al turista lo mejor ni lo más destacado de la música cubana. Estoy convencida de que en la medida que seamos capaces de revertir esa situación, las cadenas hoteleras van a tener mayores ingresos.

¿La idea de haber realizado los dos eventos juntos es positiva? ¿Cuál es la política en ese sentido?

Este año hicimos un ensayo casi casuístico. Los conceptos de Primera Línea siempre han estado incluidos en el Cubadisco y se fueron perdiendo con el paso de los años. En esta reciente edición unimos los nombres de ambos eventos para valorar si la convergencia es factible o no. El proyecto es reunificar esos conceptos y hacer un gran evento, donde podamos concentrar todos los esfuerzos económicos y logísticos para mostrar no solo a Cuba, sino al mundo, lo que es capaz de hacer la música cubana.

¿Existe alguna relación entre lo que se presenta en el Fórum Internacional Primera Línea y los Premios o nominados al Cubadisco?

Por lo general, todas las instituciones de la música presentan su talento para participar en los denominados showcases de Primera Línea, y luego un jurado, que no es el mismo del Cubadisco, realiza la selección previa.

Felizmente, la decisión ha coincidido con agrupaciones nominadas o que han recibido premios. Si estamos pensando en hacer un gran evento de la música cubana, habría que tener en cuenta cuáles son los discos que se presentan e invertir el mecanismo, o sea, analizar qué fonogramas se han presentado y cuáles han sido nominados, y a partir de ahí decidir cuáles llevaremos al jurado que decidirá la nómina de los showcases.

¿Qué sucede con un álbum una vez que obtiene el Premio Cubadisco?

Hoy, nada. En mis palabras de inauguración del evento expresé que estábamos repensando el Premio, justamente porque la práctica de todos estos años ha sido que cuando termina Cubadisco es como si terminara todo, y al artista que fue premiado se le acabó la promoción. Ocurría algo semejante con el Concurso Adolfo Guzmán: esa música se ha quedado dormida, aun cuando hay canciones bellísimas que nunca nadie más cantó.

Cubadisco 2018 terminó e inmediatamente comenzamos a replantearnos la próxima edición. Es preciso realizar una estrategia para que las casas discográficas y las empresas elaboren su línea de comunicación y promoción a partir del Premio.

¿Esto no debería tener una conexión con los mecanismos institucionales?

Por supuesto, en definitiva todos formamos parte del sistema de la música. Ahora que terminó el Cubadisco deberíamos ver quiénes fueron premiados y colegiar con las casas discográficas para potenciar su promoción e incluirlos en el plan de giras del año próximo. Esa es la lógica de un sistema de trabajo que apuesta por integrar a todas las instituciones de la música, aunque cada una tenga misiones diferentes.

¿La discográfica y la empresa tienen a su vez pautas de presupuesto para producir audiovisuales a partir de esos Premios?

Así es, pero además desde el Instituto lideramos el sistema de producciones por encargo, que se nutre también de todas las instituciones de la música, en cuanto a los artistas que quieren potenciar y cómo. El Ministerio de Cultura y el Estado disponen de un financiamiento para las obras que merecen un audiovisual (no tiene que ser necesariamente un videoclip) y ese es otro camino que podríamos explorar mucho más y con mayor intencionalidad.

Sin embargo, aunque el videoclip no es el único formato, es el más utilizado en Cuba y el que fija una hegemonía en el gusto popular

Esa afirmación es bastante llevada y traída. ¿Pero hasta qué punto influimos en que esos videos se reiteren en los medios de una manera estratégica o pensada en función de la política cultural? A veces las disqueras o las instituciones financian un videoclip y se trasmite solo una vez.

¿No sería interesante lograr que el Cubadisco constituya una alternativa a lo que existe hoy, potenciando el gusto por la mejor música, por los valores que nos interesan promover?

Esa es la intención. Hay muchas ideas y no solo por mejorar la calidad del evento, sino por el impacto que puede tener en materia de política para la creación de la música cubana.

En esta edición del Cubadisco se presentaron 244 fonogramas, pero lo más importante no fue la cifra, sino su calidad. De hecho, el Instituto reconoció públicamente el trabajo de las casas discográficas, a pesar de las limitaciones y los problemas económicos que está enfrentando el país hoy. Puede ser que no todas lleguen a la realización del disco físico en grandes tiradas, pero el material está grabado, que es lo fundamental. La música existe en tanto sea interpretada y grabada y los discos que puedes grabar hoy es muy probable que mañana no existan.

¿Cuál es la principal estrategia de trabajo que tiene hoy el Instituto Cubano de la Música?

“Cuba es la isla de la música”, refiere un slogan que conceptualmente es una realidad. Es por eso que tenemos que volver a las provincias. Durante muchos años la programación se llevaba al resto del país; cada territorio se sentía identificado con el Cubadisco y potenciaba el talento de sus músicos. Para organizar un evento de tal magnitud, se requiere de mucho más tiempo.

¿Cómo funciona el sistema de votación para elegir el Premio Cubadisco?

Cubadisco siempre conformó jurados de acuerdo a cada categoría. Hace tres años se cambió por un sistema de votaciones en el que la música se coloca en una memoria flash y se le entrega a expertos de cada categoría, para que la escuchen. Después, a través de un software creado por Cubarte, se realiza la votación, de manera remota incluso.

Otra experiencia es el traslado de pentdrives al oriente del país, para que los grandes músicos, expertos o musicólogos que radican en esa región también emitan su criterio. 

Entre los músicos ha trascendido que este sistema no es todo lo justo que debería ser, pues consideran que no se evalúa igual el disco físico con respecto a la música entregada a través de dispositivos digitales. Otros plantean que el debate entre los integrantes del jurado es muy enriquecedor. En ocasiones existen producciones discográficas empatadas y es difícil escoger entre una u otra y como se trata de ser justos, este año combinamos ambos sistemas.

Cuando analizamos todas las votaciones, había categorías en las que la decisión estaba clara, con diferencias de votos definitorias; pero también existían otras donde los votos fueron muy parejos, y en esos casos la decisión final fue tomada por el jurado. Considero que los dos sistemas se pueden unir para lograr un resultado más justo.

En esta edición, convocamos a expertos y representantes de cada categoría. El debate reunió a alrededor de 20 profesionales entre críticos, musicológos, productores y músicos. Fue un intercambio muy interesante.