Siete aspectos positivos y esperanzadores de esta XIII Bienal

Manuel López Oliva
29/4/2019

1. Trasciende la noción capitalina inherente a las bienales de sociedades capitalistas, para extenderse hacia otras provincias, lo que abre el camino de llegar a ser la Bienal de toda Cuba.

Corredor Cultural de Línea, uno de los eventos más interactivos de la XIII Bienal de La Habana.
 

2. Sitúa a los talleres con participación social (sobre todo comunitaria) al centro del diseño general del evento. Y no talleres inútiles, sino para la producción de imágenes y objetos de utilidad, valor estético y hasta dimensiones lúdicas.

3. Busca romper el esquema marcusiano y divisionista que identifica la creación renovadora sólo con cultura juvenil y artistas emergentes.

4. Logra que algunas curadurías vuelvan la mirada a la Nación, a sus componentes ecológicos, industriales y antropológicos; aunque todavía —en el caso del Museo Nacional de Bellas Artes— se mantenga el enfoque especulativo al respecto, y las exclusiones de autores.

Corredor Cultural de Línea.
 

5. Prioriza lo exploratorio por encima de las convenciones; el suceso artístico público recibe mayor relieve que el intimista; la obra que quiere proyectar un sentido inédito se reconoce más que los refritos procedentes de otras bienales y ferias.

6. Quiere que lo espectacular lo sea, no por su populismo o tendencia a mover mucha gente, sino porque responda a concepciones festivas, congregacionales y simbólicas (heredadas o de esta época), que nutren a las llamadas Artes del Espectáculo.

7. Aunque no consigue eliminar los malsanos intereses foráneos e ideológicos de mercado, que minan a la Bienal en lo ético, lo político y lo económico, sí cree necesario establecer límites formales y relaciones lógicas entre lo que corresponde al negocio estatal y privado, a la vez que estimula aquello que pone de manifiesto la necesidad humana de integrar arte y vida, trayectorias establecidas con caminos que prometen; realidad con subjetividad, libertad con responsabilidad.