Signos al viento

Maikel José Rodríguez Calviño
21/2/2020

Vientos del Japón es el título de la muestra personal del calígrafo nipón Hamano Ryuho que hasta finales de marzo podrá ser apreciada en la sala Alejo Carpentier del Gran Teatro de La Habana Alicia Alonso.

Hamano Ryuho. Fotos Maité Fernández Barroso
 

Organizada por la Embajada de Japón en Cuba y el Comité Gestor de la Colonia Japonesa, en colaboración con el Consejo Nacional de Artes Plásticas (CNAP), el Gran Teatro y la Asociación del Comité Promotor de las relaciones entre Japón y Cuba, la exposición recoge parte de las obras exhibidas recientemente en Rosario, ciudad natal de Ernesto Che Guevara, personaje histórico por el que siente particular respeto.

Hamano Ryuho convierte a los presentes en parte de la obra.
 

Vientos… está articulada a partir de dos núcleos fundamentales. El primero recoge piezas centradas en los nombres de los emigrantes nipones que, en 1885, viajaron a Hawái como mano de obra azucarera. Asimismo, incluye los nombres de los descendientes de japoneses que actualmente radican en Argentina. Los conceptos de retorno y movimiento, así como la relación estrecha con accidentes geográficos, juegan aquí un papel fundamental. Incluso, una de las obras está inspirada en las cataratas del Iguazú, emplazadas en el límite de la provincia argentina de Misiones, y va acompañada (al igual que el resto de las obras), por un texto, en este caso, sobre el constante fluir de la existencia, simbolizada por el agua, interpretable también como síntesis de los procesos migratorios.

Ryuho escribe los nombres de los emigrados sobre grandes lienzos que cuelgan de las paredes o en pliegos de papel que luego enrolla y ubica verticalmente en el suelo, de forma tal que los espectadores puedan transitar entre ellos, reforzando la idea del recorrido. Al mismo tiempo convierte a los presentes en parte de la obra, uno de sus intereses a la hora de museografiar las exposiciones, según declaraciones que ofreció en conferencia de prensa poco antes de inaugurarse la muestra.

Interacción de los espectadores con la obra de Hamano Ryuho.
 

El segundo núcleo se centra en la cultura japonesa. Abre con dos caracteres que remiten a la actual Era Reiwa («hermosa armonía») que vive la nación asiática tras la abdicación del emperador Ahikito, el 30 de abril de 2019, y la asunción al poder de su hijo, el actual Emperador Naruhito. La frase para nombrar este nuevo período histórico fue tomada del milenario Man’yōshū (Colección de la miríada de hojas), la más antigua compilación de waka (poesía japonesa) que se conoce en la actualidad. Por primera vez, el nombre de una Era fue extraído de la literatura nipona (los epítetos utilizados con anterioridad procedían de la literatura china), lo cual presupone un evidente interés por reafirmar la cultura y la identidad nacional.

Este significativo elemento define a cabalidad este segundo núcleo, compuesto por piezas inspiradas, precisamente, en poemas extraídos del Man’yōshū. En algunos casos, el artista ha empleado soportes de gran antigüedad (una de las composiciones fue realizada sobre un pliego de papel de doscientos años); en otros, recrea sentimientos o efectos propios de los versos a representar (en la escritura de un largo poema dedicado a la lluvia vemos al soporte cubierto por gotas de tinta que remiten a las salpicaduras del agua). Musicalidad, accidentes naturales, fenómenos meteorológicos, criaturas fantásticas: las diestras manos de Hamano Ryuho escriben la belleza y la despliegan a su alrededor, combinando, aquí y allá, caracteres de los tres silabarios (hiragana, katakana y kanji) empleados en la escritura nipona.   

El artista realizando una obra durante la Exposición.
 

Tras la ceremonia de inauguración, el artista ejecutó in situ una pieza que posteriormente donó al Consejo Nacional de las Artes Plásticas. La obra también partió de un poema del Man’yōshū y tiene como protagonista al caracter takara («tesoro»), en alusión a la infancia en Cuba, pues el artista confesó sentirse muy impresionado por la felicidad que demuestran los niños capitalinos en su vida diaria; algo que él mismo pudo comprobar durante sus recorridos por la ciudad.

Es la primera vez que la Embajada Japonesa en Cuba propicia una exposición de caligrafía nipona en nuestro país; oportunidad única para entrar en contacto con este milenario arte, cuyo nombre, shodō, aúna palabras con recorridos, pues significa, precisamente, «el camino de la escritura». Parte del periplo desarrollado por Hamano ha quedado, también, reflejado en su muestra mediante lo que él ha considerado su pieza más reciente: la escritura, en español, de un statement estético que ilustra el espíritu de la exposición, así como sus puntos de conexión con la precedente, exhibida en tierras argentinas.

Detalle de la Vista General de la Exposición.
 

En el arte tradicional japonés, Fūjin, el dios del viento, es representado sujetando por los extremos una amplia sábana abierta a sus espaldas. Con dicho paño disipó la neblina que cubría al mundo una vez que este fue creado por Amaterasu, la diosa del Sol. Hamano Ryuho suele escribir sobre grandes pliegos de tela inmaculada que me remiten al sagrado accesorio de Fūjin, quien inventó el viento para que los artistas pudiesen escuchar en él las palabras y luego eternizarlas mediante la caligrafía.