Un recorrido por la historia de la música llamada de concierto es el pretexto de Kike Quiñones para la puesta en escena de Sinfonía con de nada, estrenada el 28 de agosto de este 2022 en el Teatro Bayamo. Respaldado por el proyecto de Orquesta Sinfónica de la oriental ciudad, encarna jocosamente el rol de director de orquesta.

Se trata de una suerte de clase magistral donde el buen humor y la música son los protagonistas; devela pasajes de la vida y obra de grandes compositores que forman parte de la zona más rancia del canon (léase Chopin, Mozart, Beethoven, hasta llegar a la tradición musical cubana a través de nombres como Gonzalo Roig, Ernesto Lecuona, Eliseo Grenet, Joseíto Fernández y Adalberto Álvarez)

“Kike despliega una gestualidad muy teatral y un tono de voz sugerente para introducir en la conversación temas de la cotidianidad”. Imagen: Internet

Para alcanzar sus objetivos, Kike contó con la colaboración de Javier Millet Rodríguez, el verdadero director de orquesta, quien desde la posición de concertino contribuye al desempeño de los jóvenes intérpretes. Con la clásica música orquestal como telón de fondo, ataviado con un traje a la medida —frac negro y peluca de largos cabellos—, Kike despliega una gestualidad muy teatral y un tono de voz sugerente para introducir en la conversación temas de la cotidianidad, plenos de comentarios certeros que provocan la risa de los espectadores. También desacraliza a los compositores aludidos, a menudo presentados como genios irascibles o personas intratables, para revelar el lado más humano de quienes legaron páginas magistrales y trascendentales a la humanidad.

“A Berlín en coche”, inspirado en Beethoven, desde el título se anuncia como homenaje a Adalberto Álvarez, músico que desde esa oriental ciudad puso a bailar a toda Cuba con su orquesta Son 14. El delirio llega cuando Kike se transforma, con sencillos accesorios, en el famoso cantante que fuera la voz líder de la popular agrupación sonera, Eduardo Morales, conocido como “Tiburón”.

Otra escena de alto vuelo es aquella en la cual el director de la orquesta presenta los instrumentos y sus intérpretes, lo cual les permite a los músicos desarrollar sus capacidades histriónicas y les concede mayor protagonismo en la puesta en escena.

Aunque se anuncia como un unipersonal, Michel Pentón asume varios personajes, como el falso pianista que importuna al director e impide el inicio del concierto, o el famélico Guillermo Tell. Uno de los momentos climáticos es el pasaje donde interviene en La hija de Escipión, un texto tomado del repertorio de Les Luthiers, colectivo argentino que otrora fuese referente entre nosotros del humor inteligente, catalogado con justeza como el mejor grupo de humor de Iberoamérica. Lamentablemente el segundo acto, donde se parodian las clásicas zarzuelas cubanas,  no alcanza la misma eficacia escénica del primero. La representación de la versión de Iván Camejo de los trágicos personajes que son las mulatas Cecilia Valdés  y María la O exige otra vuelta de tuerca para que aflore el lado más humorístico  de esas mujeres.

El escenario del Teatro Bayamo, donde tuvo lugar el estreno de la obra, fue ocupado por la orquesta, y dada la cantidad de músicos que integran el formato sinfónico, solo quedó el proscenio para el desempeño de los actores. Sugiero, en futuras funciones, explorar las diferentes posibilidades del recinto teatral.

El humor se piensa

Para crear un proyecto escénico-musical de esta magnitud fue necesario desarrollar un arduo proceso investigativo, seleccionar a los compositores que conformarían el argumento, indagar en las correspondencias entre la música de concierto y la música popular cubana, y explorar las variantes de imbricación entre músicos y actores.

“Fue Frank Fernández, pianista y compositor, el puente entre el actor y los músicos”.

Cuenta Kike que comenzó a soñar con el montaje antes de que la pandemia provocada por la Covid-19 irrumpiera en nuestras vidas, y fue Frank Fernández, pianista y compositor, el puente entre el actor y los músicos. El diálogo con Javier Millet Rodríguez, el director de la orquesta bayamesa,  continuó  por  todas las vías posibles en las duras circunstancias del confinamiento, necesario para preservar la salud.

Tras el retorno a la normalidad, el proceso de montaje se realizó en medio de la crisis energética con los largos apagones, por lo cual hubo que implementar diferentes estrategias para trabajar, circunstancias que exigieron grandes esfuerzos de todos los involucrados en la aventura.

En los últimos tiempos se han escuchado voces que claman por el regreso del teatro musical a los escenarios del país. Creo que desconocen las variaciones de este género, tales como los recientes montajes de la Nave Oficio de Isla, o las colaboraciones de Teatro de las Estaciones con Bárbara LLanes o William Vivanco, por solo citar dos ejemplos en los que se renuevan los tradicionales códigos. O Reír es cosa muy seria, protagonizada por Osvaldo Doimeadiós, Iván Camejo y Kike Quiñones.

“El montaje rompe las fronteras entre el humor y la música de concierto”. Imagen: Tomada de la página de Facebook de CMKX Radio Bayamo.

Sinfonía con de nada, el montaje que ahora aplaudo, fruto de la colaboración entre el actor Kike Quiñones y los muy jóvenes músicos bayameses, se inscribe en esa línea renovadora de las tradiciones del teatro musical cubano. Bebe de las tradiciones del teatro bufo y del vernáculo, donde la música era protagonista, y en la cual los personajes comentaban los sucesos de la cotidianidad con inteligencia y gracia. Al mismo tiempo, el montaje rompe las fronteras entre el humor y la música de concierto, y multiplica el número de espectadores, pues acuden al  teatro seguidores de las dos especialidades.

Se espera que Sinfonía con de nada se presente en otros escenarios del país con el concurso de los músicos protagonistas de la temporada de estreno. Ojalá sea posible que espectadores de toda Cuba puedan aplaudir el montaje.

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