Dos minutos dura la lectura de cierta proclama titulada “De artistas e intelectuales cubanos a la ciudadanía cubana y la opinión pública internacional”, que nos publica El Toque, uno de los varios órganos que la CIA financia en su guerra mediática contra Cuba.

De inmediato recordé aquellos “Dos minutos de odio”, que nos describe George Orwell en su novela 1984. Naturalmente, en este caso no se arrojan objetos a la pantalla, sino adjetivos y más adjetivos: voy a suponer que los escritores firmantes no participaron en la redacción del documento; sería una mancha estilística que les negaría el oficio.

Los llamados “adjetivos disuasivos” son palabras y expresiones que por su contundencia y negativismo no admiten réplica ni razonamiento lógico —lo mismo que cuando te arrojan piedras—; y, en consecuencia, excluyen cualquier matiz y forma de trámite inteligente. Son propios de la propaganda y la desinformación mediática: politiquería, por así decirlo; de modo que es muy perturbador verlos como recurso lingüístico constante en quien se autodenomina intelectual.

Muchos analistas establecen paralelismos entre la sociedad actual y el mundo de 1984, reconociendo la existencia de una sociedad orwelliana. Imagen: Internet

De tal modo, en la proclama vemos cómo se nos lanza lo: “intelectualmente mediocre”, “políticamente reaccionario” “socialmente insensible”; junto a otros como: “académicos oficiales”, “mala gestión”, “lenguaje elitista”, “deseo humano de libertad”, “impacto negativo de las decisiones”, “escritores reprimidos”, “suscribir la mentira”, “amparar el abuso”; etcétera, etcétera… y, caramba, todo esto en apenas dos minutos.

¿Acaso el documento tampoco pasó por manos de los editores firmantes? ¿Cómo es posible que comiencen con una pifia evidente, en tanto se exige cumplir con la Constitución, para de inmediato negarla? ¿Por casualidad no leyeron el artículo 5, donde claramente se expresa que el Partido “es la fuerza política dirigente superior de la sociedad y del Estado”?

Pero no es la única contradicción en el arranque: si se niega la validez de la Constitución —refrendada por el 86,8 % por ciento de los votantes— tampoco se puede hablar a nombre de ese mismo pueblo. Oigan, quienes están acusando de represión y totalitarismo: tengan en cuenta el detalle. A esto, en neolengua, Orwell lo llamaría “doblepensar”. 

Recordemos los lemas del Gran Hermano en la distopía orweliana: “guerra es paz”, “libertad es esclavitud”, “ignorancia es fuerza”.

¿Y por casualidad tampoco tenían economistas entre los redactores? Porque a precios corrientes, los daños acumulados durante casi seis décadas de aplicación del bloqueo económico, comercial y financiero de los Estados Unidos contra Cuba, ascienden a más 150 mil millones de dólares; unos 5 500 millones anuales. Tomando en cuenta la depreciación del dólar frente al valor del oro en el mercado internacional, el bloqueo ha provocado perjuicios cuantificables por más de un billón 100 mil millones de dólares. ¡Señores, que no son cuatro pesos!

Según fundamentados estudios, una inversión anual de 2 600 millones de dólares significaría un crecimiento del 5 % del PIB en igual período. Sin embargo, para los firmantes del manifiesto semejante daño no es la causa fundamental de nuestros problemas económicos, sino cierta mala gestión del gobierno. Vuelvo a recordar la neolengua de Orwell: esto sería “negroblanco”; o sea, afirmar que lo negro es blanco cuando se le indique.  

Específicamente, una de las supuestas causas de nuestras dificultades económicas es la construcción de hoteles. Ya lo de estos medios aburre: todo cuanto genere ingresos para el país, lo “daña”. Así los hemos visto censurar nuestra colaboración médica en otros países; la fabricación de vacunas donde debimos habernos adscrito al desastroso mecanismo Covax, y ahora, por supuesto, los hoteles.  

“Por más de 60 años hemos tenido miles de sabotajes terroristas, invasiones, amenaza nuclear, guerra bacteriológica, y ahora un claro intento de revolución de colores”.

Recordemos los lemas del Gran Hermano en la distopía orweliana: “guerra es paz”, “libertad es esclavitud”, “ignorancia es fuerza”. Ahora, los firmantes del documento dan una vuelta de tuerca y parecen decirnos: “la inversión es gasto; los ingresos, pérdidas”.

¡Así que hay presos por expresarse! Vean cómo el eslogan “guerra es paz” encaja perfectamente en la intención del libelo. Vaya forma de expresión pacífica consistente en vandalizar tiendas, apedrear farmacias y hospitales, volcar carros patrulleros, lanzar cocteles molotov a gasolineras, todo muy idílico, ¡pura poesía!

Pero, ¿acaso los historiadores tampoco participaron en la redacción? No se les ocurrió que semejantes guarimbas forman parte de los esfuerzos históricos estadounidenses por derrocar la Revolución cubana. Por más de 60 años hemos tenido miles de sabotajes terroristas, invasiones, amenaza nuclear, guerra bacteriológica, y ahora un claro intento de revolución de colores. ¿De cuándo a acá la historia dejó de ayudarnos a comprender el presente? ¡Caramba!, que en esta historia no hay saltos ni meandros: todo muy lineal en el mismo objetivo.

En fin, les recomiendo que corrijan el texto teniendo en cuenta esos detalles impropios de la redacción intelectual, pues a todas luces parece escrito por un asistente de Marco Rubio. ¡Caramba, que están hablando a nombre de la cultura y el pensamiento! Y esto, en neolengua, pudiera definirse como “doblenobueno”. O quizá triple…

30
4