Social cumple 100 años, ¡quién lo diría!

La Jiribilla
15/1/2016

La Jiribilla nos convoca a festejar, y muy merecidamente, el primer centenario de la aparición de Social, nacida en enero del año 1916,en el número 170 de la vedadense calle 4 —gracias a un parto asistido por los impresores Seoane y Fernández, junto al grabador Pedro Gutiérrez y el apoyo logístico de Oscar Massaguer— hermano del orgulloso padre de la revista, Conrado Walter Massaguer (CWM).

En los registros oficiales no quedó asentado el día preciso de su nacimiento, solo se indica que a inicios de aquel mes de enero Social vio la luz habanera, ¿o mejor sería decir que La Habana se deslumbró con los primeros destellos de su esplendor?Tampoco fue registrado su deceso, aunque la certeza de que recorrió las calles habaneras en julio de 1938 hace presumir su fallecimiento en agosto de ese año. Pero ojo, pues la falta de un anuncio acerca de su pérdida física generó en muchos la esperanza de que podría retornar en cualquier momento, sobre todo porque con anterioridad —obligada por apoyar la lucha contra la dictadura machadista y por promover un cambio del rumbo político de Cuba— Social desapareció en agosto de 1933, para renacer como ave fénix en septiembre de 1935. Otro dato desconocido es el nombre materno. Nunca se supo quién fue su madre, y no “porque la ingrata la abandonó”, al estilo del famoso cuplé de Álvaro Retana, El escapulario, no. Existe otra explicación de esa ausencia nominal.

Corría el año 1893, cuando la familia Massaguer se mudó de Cárdenas hacia La Habana. Su nuevo hogar quedó instalado en la parte alta del inmueble situado en la otrora esquina de Jústiz y Baratillo, cuyo balcón daba al mar, justo frente al ensanche del canal de entrada a la bahía de La Habana. El niño de apenas cuatro años que era entonces Conrado Francisco Gualterio Massaguer y Díaz, el futuro dibujante, publicista y caricaturista, hizo de aquel mirador su atalaya desde donde contemplaba el ir y venir de los barcos, las fortalezas de El Morro y La Cabaña, y sobre todo la magia de la luz y los colores de la que sería su ciudad por adopción. Y cuenta la leyenda que fueron esas imágenes las responsables de una insólita fecundación que sembró en Massaguer el embrión de Social y lo hicieron crecer.La primigenia semilla fue alimentada posteriormente por las savias que Conrado sorbiera de otras ciudades que habitó, como Mérida y New York, y luego de esa otra Habana redescubierta a su regreso en 1908, hasta que Social emergió de la mente y la pluma de CWM luego de unos 23 años (o 276 meses) de inédita gestación. Si damos crédito a esta alucinante historia, y ateniéndonos a los arquetipos de la reproducción sexual, CWM vendría a ser, más bien,la madre de Social, mientras la paternidad habría que concedérsela a La Habana. O mejor, rompamos esos esquemas y afirmemos que CWM fue padre y madre de Social. Y punto.

Por todo lo antes descrito, le asistía el derecho a CWM de presentarla ante la sociedad tal cual quería que ella fuese y así lo hizo en enero de 1916: “Como la joven y tímida girl la noche de su debut en el gran mundo […] ruborosa, pero acicalada con sus mejores galas […] consagrada únicamente a describir […] nuestros grandes eventos sociales, notas de arte, crónicas de modas […]”. CWM apostaba por la belleza, sin temerle a la frivolidad.

Sin embargo, el desarrollo de cualquier criatura depende, además de la herencia dotada por sus padres, de la época y de la sociedad donde se desenvuelve. Y Social fue afortunada por ser hija de CWM, y también por los efectos bienhechores ejercidos sobre ella por los amigos y colaboradores de Conrado, y por el tiempo que le tocó vivir en esta Isla.

Sin lugar a duda, Emilio Roig de Leuchsenring,destinado a ser el Historiador de La Habana cuando Social iba a cumplir sus 20 eneros, quien más influyera sobre ella.

Sin lugar a duda, Emilio Roig de Leuchsenring,destinado a ser el Historiador de La Habana cuando Social iba a cumplir sus 20 eneros, quien más influyera sobre ella. Roig y CWM se habían conocido en una de las tertulias de Figarola Caneda, y probablemente el agudo sentido del humor de ambos estableció entre ellos una empatía convertida con el tiempo en una entrañable amistad (no exenta de disensiones) que los acompañaría a lo largo de sus vidas.

A los cinco meses del nacimiento de Social, Roig hizo para ella un texto, “El culto de las flores”, ajustado al perfil concebido por CWM. A partir de ese momento, Roig se convirtió no solo en asiduo colaborador, sino en el director de la enseñanza literaria, histórica, política, cívica de Social, para lo cual contó con lo que más valía y brillaba entonces de la intelectualidad del patio, y también de otros países, en especial de América Latina. CWM permitió y compartió la radicalización de Social que, sin darle nunca la espalda al “Gran Mundo”, fue transformándose en comunicadora de altos valores culturales y participó en una labor patriótica que alcanzó su máximo esplendor como vocera del Grupo Minorista, aquel conjunto de jóvenes (entre los que se encontraban Roig y CWM) afanados en el mejoramiento de la sociedad cubana.

A CWM y a Roig les gustaba celebrar cada enero el cumpleaños de Social, y especialmente los de números cerrados. ¿Qué decir del jolgorio por sus 15, en 1931? La representación gráfica de los tres lustros de Social es de las mejores hechas por CWM para ella: quince caballeros de smoking, que portan en sus manos un ramillete de flores y una tarjeta con el nombre de algunos países latinoamericanos, hacen una larga fila y rinden tributo a la joven que va a pasar ante ellos con un elegante vestido cuyo escote trasero deja ver casi toda su espalda.

Social que, sin darle nunca la espalda al “Gran Mundo”, fue transformándose en comunicadora de altos valores culturales y participó en una labor patriótica que alcanzó su máximo esplendor como vocera del Grupo Minorista.

La celebración por los 20 años (1936) se destacó por los significativos recuentos de muchos colaboradores, ya que 20 son muchos años, diga lo que diga el tango de Gardel, y Social entraba en la mayoría de edad. Destaca el de Roig, “En aquellos veinte años…”, que hace un sintético resumen de la evolución de Social, y le desea que ojalá pueda“alcanzar otros 20 años de vida y en ellos desenvolver una actuación cultural y cívica tan brillante y fructífera como la llevada a cabo en sus primeros veinte años”, aunque el ya Historiador de La Habana presentía que la revista estaba en agonía final.

Pero Social sigue viva en nuestro recuerdo y por eso celebramos su primer centenario. La publicación cumple 100 años, ¡quién lo diría! No los aparenta, para nada, sigue glamourosa, inteligente y, sobre todo, seductora.