Pablo Armando Fernández, acaso Pablo Armando, o simplemente Pablo, persona extraordinaria y siempre entrañable, fue también un lugar, un punto de encuentro, un puerto adonde llegamos hasta las más jóvenes generaciones de entonces para escuchar, de primera mano, el testimonio vivo de una gran época.

“De él me acompañará siempre su don, sus poemas, su simpatía, sus apreciaciones, sus chistes, su vida toda, su casa abierta”.

Generoso y justiciero él, su cumpleaños 60 con la presencia de Fidel fue singular símbolo de la justicia contra los errores de los años 70. Tanta como merecía este príncipe de la patria.

De él me acompañará siempre su don, sus poemas, su simpatía, sus apreciaciones, sus chistes, su vida toda, su casa abierta.

Hasta siempre, querido Pablo. Nos encontraremos por Delicias, por Gibara, por Miramar, por medio mundo. No te dejaremos ir.