Mientras Francia arde por un joven descendiente de migrantes asesinado por la policía, el PEN Club de ese país lanza una declaración que condena la represión… en Cuba.
La propaganda contrarrevolucionaria ha dejado de lado a la cultura y ha apostado por sumarse a la barbarie que la industria del ocio y la supina ignorancia preconizan.
Educadores, periodistas, escritores, artistas y científicos cubanos envían mensaje a sus colegas en otros países sobre la realidad en Cuba y la defensa de su soberanía.
Lo único evidente es que El País no solo padece de una miopía incurable a la hora de evaluar la realidad cubana, sino que juega a ser un actor de peso —si los yanquis dejan— en el diseño de la Cuba que quiere Washington.