La espuria manipulación de la rosa blanca se ha hecho acompañar de ridículos clamores desesperados para convertir el color blanco en estandarte de sus fallidas pretensiones.
“La dignidad, la resistencia y la unidad son nuestras fuerzas más poderosas frente a la deshonrosa y canalla acción anexionista que sirve al enemigo histórico de la nación cubana en su plan de fracturarnos y dividirnos para vencernos”.
Si lo que interesa a algunos de los interlocutores es llamar la atención, “vender” el gesto representativo del diálogo, no es posible la comunicación, ni el consenso.
Las inconformidades de la sociedad cubana fueron capitalizadas por los organizadores de estallidos sociales en países cuyas políticas no se doblegan a EE. UU.
62 años llevan los aparatos mediáticos imperiales llamando a destruir el socialismo sin más resultado que la esporádica protesta del Maleconazo en 1994.
La agresión imperial contra Cuba es más fuerte que nunca. Se han unido en ella demócratas y republicanos, todos trumpistas si de aplastar a Cuba se trata.