La tradición del Mejunje de dignificar a quienes padecen desventajas, una vez más sintoniza perfectamente con lo mejor del espíritu revolucionario cubano.
Con él aprendí a pensar a un poeta desde la canción, desde la música. Y tengo fe en que gracias a ello, nos seguirá acompañando su voz. Su voz, bróder, su voz. Y no otra cosa.