La cultura también ganó en las urnas de las elecciones cubanas, gracias a su capacidad de anteponer, frente a los sentimientos contradictorios y frustrantes que produce la tensa cotidianidad, la sensatez de participar en favor de una nueva oportunidad para mantener la soberanía y trabajar por el bienestar común.

“Los encuentros de los candidatos a diputados con sus electores mostraron con total transparencia los graves problemas que aquejan a la población cubana”. Imagen: Martirena/Periódico Trabajadores

Que una limpia mayoría de cubanas y cubanos hayan aprobado en voto unido a los miembros de la Asamblea Nacional en circunstancias tan adversas, demuestra el hondo calado en la conciencia nacional del cultivo de la responsabilidad ante los destinos de la nación, por encima de las penurias diarias, y el reconocimiento de resultados y hechos —en medio de la tenaz situación— como las vacunas contra la COVID-19; fruto de la política sostenida de beneficiar a las ciudadanas y ciudadanos con ventajas que otros muchos países, en mejores condiciones económicas, no han conseguido.

Los encuentros de los candidatos a diputados con sus electores mostraron con total transparencia los graves problemas que aquejan a la población cubana. Con absoluta sinceridad los pobladores de cada comunidad expusieron sus carencias y la falta de atención a reclamos que pueden tener soluciones (aunque sean parciales), y ofrecieron propuestas relacionadas con una mejor organización y con la participación de los vecinos en solucionar lo que esté al alcance.

Muchos reclamaron el contacto posterior a las elecciones con los diputados electos. Cada encuentro evidenció lo insustituible de esa relación con las bases sostenedoras de la sociedad, lo cual formará parte de la labor de la nueva legislatura, que se caracterizará por una mayor dinámica en su funcionamiento, la participación de los electores en las decisiones y en el control de su cumplimiento, así como el aumento de las rendiciones de cuentas de los servidores públicos.

A pesar de acusaciones, negativas y cuestionamientos al sistema electoral por parte de presuntos analistas —quienes ignoran las estadísticas internacionales—, el más mínimo sentido de objetividad torna legítima la proclamación de triunfo de estas elecciones generales en Cuba. Lejos de buscar refugio en la autocomplacencia, ello debe ser acicate para extremar la laboriosidad desde los municipios que todavía no asumen las posibilidades de sus territorios y su capacidad de decisión en las transformaciones que urgen.

“Es muy alta la varilla para el salto, pero el potencial cultural para conseguirlo ha quedado demostrado en las urnas”.

Ese voto mayoritario de confianza de la ciudadanía y esa expresión de cultura patriótica y política que decide a favor de la soberanía influyen en otras expresiones culturales; condicionan el replanteo de muchos enfoques en el modo de funcionamiento de una sociedad que requiere recuperar a indiferentes, confundidos y decepcionados, y enfrentar a sus negadores con la eficacia de sus propósitos, trascendiendo el infame cerco que pretende asfixiarla.

Es muy alta la varilla para el salto, pero el potencial cultural para conseguirlo ha quedado demostrado en las urnas.

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