Parecía que no dejaría de llover nunca. Éramos cerca de treinta personas reunidas en el interior de la sala Villena de la UNEAC. Algunos eran parte de Teatro El Público, otros habíamos llegado motivados por la convocatoria de escuchar criterios sobre la compañía, otros cumplíamos con un deseo-encargo de reseñar lo que allí sucedería.

La sala Villena, casi parecía El Trianón, la sede permanente donde se ha experimentado la creación de una compañía que Carlos Díaz ha sabido moldear a la medida del tiempo. Muchos han sido los que han desfilado por esa pasarela que acerca la experiencia teatral. Los que han asumido los personajes más desafiantes y se han convertido en representación de una época, de una historia, de un tiempo infinito que habita en la memoria de esos espectadores.

Carlos Díaz recibió el sello por los 60 años de la UNEAC y el cartel conmemorativo, a partir de la obra de Rene Portocarrero.

Es imposible determinar esa cifra, ¿cuántos espectadores hemos ido, aunque sea una vez al Trianón? ¿cuántos hemos repetido la experiencia? Más allá del número de entradas vendidas, más allá de esa cifra que cuantifica el gusto —si es que eso es posible—, son miles los espectadores que han entrado a ese templo a contemplar una obra que los llevará de manera irremediable de la risa al llanto, de la diversión al análisis, de la historia ajena a la revisión de uno mismo.

Después de una primera celebración, ocurrida en la propia sede de la compañía, los miembros de la sección de Crítica de la Asociación de Artistas Escénicos de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC) convocó a un espacio de debate sobre la trascendencia de la compañía Teatro El Público, a propósito de las celebraciones por sus treinta años de creada.

“El teatro que nos has dejado, que nos vas dejando, contiene el corazón y la historia de una Isla (…) el teatro que nos vas dejando habita en cada una de las pasarelas donde la ironía, la belleza…, donde lo queer y lo trans superan el marco del subalterno para ocupar el espacio de la rebelión”.

Moderada por el dramaturgo y crítico Norge Espinosa, el espacio reunió a investigadores, actores y miembros de la agrupación teatral, considerada una de las más relevantes en la escena cubana.

Sus obras logran mantenerse en temporada por más de cien funciones, y lo impactante es el número de espectadores que llegan una y otra vez a disfrutar el espectáculo. Porque su noción de teatro espectacular desborda una puesta u otra, se instaura como una poética que lo caracteriza.

Espinosa, asesor de la compañía, refirió que estos años han sido “tres décadas de trabajo intenso, tres décadas de numerosos montajes, son muchas las personas que han pasado por Teatro El Público, no solo en el escenario, sino en otros espacios, y algunos de esos rostros y muchas de esas voces las vamos a ver hoy aquí”.

Las puertas del teatro no se cierran nunca

Dania del Pino, teatróloga e investigadora, ofreció sus impresiones, como espectadora y como especialista, sobre lo que ha significado Teatro El Público en la escena cubana, su huella más duradera en esa fugacidad que es el hecho teatral, al tiempo que construye una línea estética que es la principal marca de la compañía.

“El teatro que nos has dejado, que nos vas dejando, contiene el corazón y la historia de una Isla (…) el teatro que nos vas dejando habita en cada una de las pasarelas donde la ironía, la belleza…, donde lo queer y lo trans superan el marco del subalterno para ocupar el espacio de la rebelión. El teatro que nos vas dejando es un teatro de alianzas, en el que se construyen discursos desde lo híbrido…”, apuntó.

Muchos han sido los actores que han formado parte de Teatro El Público, entre ellos: Yailene Sierra y Fernando Hechavarría.

En sus palabras refirió algunos de los estilos que caracterizan la compañía en su diálogo con la escena, en su manejo de las historias y la concepción de las puestas: “Pensar hoy tres décadas de existencia es detenernos a ver todas esas cosas, no es solo repasar el carnaval infinito de sus obras, la subversión y la belleza de un cuerpo desnudo en el escenario, el discurso transgresor del artificio poético, el sentido espectacular, elocuente; con todo esto dislocas los conceptos de realidad y ficción, lo cómico y lo trágico… en contra de tabús sociales”.

Una pasarela infinita

A lo largo de estos años muchos han sido los actores que han formado parte de Teatro El Público, en la sala pudimos apreciar los mensajes de algunos de esos actores, de esos amigos, que son también parte de la historia. Uno de sus fundadores, Héctor Noas, agradeció a Carlos Díaz por su trabajo incansable, por su papel como formador de generaciones.

Cada uno de estos mensajes, llegados desde diferentes partes de la Isla, y desde la Isla que se configura en su amplio espacio, más allá de sus propios bordes, son el testimonio de quienes han estado en ese espacio único, en ese teatro que conserva una historia que atrae la atención de muchos, por cuyas puertas hemos entrado muchas veces para compartir un lenguaje que trasciende la escena y llega hasta cada una de las lunetas, y cada cual se lleva a casa un fragmento de esas historias, de esos dramas que nos abrazan muy fuerte y nos hacen gritar “Yo te amo, Karim”.

Algunos de esos actores estaban en la sala Villena: Yailene Sierra y Fernando Hechavarría. Algunas lágrimas corrieron por el rostro de Sierra, rememoró los años junto a Carlos Díaz: “Carlos me descubrió un mundo, un mundo que yo como adolescente no conocía, y comencé a conocer a Lorca, a otros autores españoles, empecé a descubrir lo que era vivir en el teatro, y conocer a aquellos seres que me acompañaron en esas puestas”.

Hechavarría agradeció a Carlos por su valentía a la hora de conducir durante estas tres primeras décadas la nave que es Teatro El Público. Al tiempo que señaló: “Lo mejor de Teatro El Público no es lo que se ha hecho, lo mejor de Teatro El Público es lo que está por hacerse”.

“Tengo la certeza absoluta de que ninguno de los actores que han pasado por allí habría podido sacar de sí todo lo que han sacado, si no fuera por la capacidad de Carlos de sacar a flote lo mejor de uno”.

“Tengo la certeza absoluta de que ninguno de los actores que han pasado por allí habría podido sacar de sí todo lo que han sacado, si no fuera por la capacidad de Carlos de sacar a flote lo mejor de uno”, expresó.

Honor al artesano

Al final de la tarde, aunque el aguacero permanecía, algunos se habían sumado a la sala, bajo enormes paraguas. Llegó así, cuando Carlos Díaz recibió el sello por los 60 años de la UNEAC y el cartel conmemorativo, a partir de la obra de Rene Portocarrero, el cierre transitorio a esa celebración por tres décadas de trabajo constante de Teatro El Público.

Luis Morlote, presidente de la UNEAC, entregó a Carlos Díaz el sello que reconoce su trayectoria en la creación escénica y su devoción al teatro. Carlos es símbolo de una compañía, y su nombre es parte del teatro cubano. Su obra es patrimonio de una amplia escena por donde transitan las historias, de personajes, los dramas individuales y los conflictos de una época. La pasarela sigue siendo espacio para que nuevos rostros asuman nuevos montajes.