El trabajo de Ediciones La Memoria no se detiene. Los lectores pueden constatarlo en cada nueva entrega. “La nobleza del hombre es la memoria”, sentenció José Martí. Y el sello editorial del Centro Cultural Pablo de la Torriente Brau, también profundamente martiano, no cesa en su empeño, o mejor dicho y como afirman sus hacedores, sigue siguiendo.
Esa podría ser una de las maneras de sintetizar la labor realizada por el Centro Cultural Pablo de la Torriente Brau en estas dos décadas de esfuerzos, solidaridades, riesgos y otras hierbas (aromáticas o no), que han poblado estos segundos, minutos, horas, días, semanas, meses, años contenidos en la cifra que ahora celebramos, a lo largo de este 2016.
Han transcurrido 20 intensísimos años de duro y enriquecedor bregar, durante los cuales el equipo de ese Centro, bajo la dirección del intelectual Víctor Casaus, ha logrado amplificar dinámicas de creación artística, satisfacer zonas apenas atendidas y acoger la producción reflexiva sobre la memoria histórico-cultural.
Bajo el signo del Pablo joven, iconoclasta y comprometido, del cronista desenfadado y revolucionario eterno, la Casona de Muralla 63 en La Habana Vieja —la casa de Pablo— ha construido en ese espacio una catedral del arte cubano, un templo de trabajo inmenso y accionar imparable que se ha convertido en embajador de la cultura de la Isla a nivel internacional.
Un montaje teatral es vehículo de ideas y emociones, y es protagonizado por seres humanos, componente que marca la diferencia entre el teatro y las otras artes. Es responsabilidad del director de escena propiciar el encuentro entre el actor y el espectador.