Tremendo nivel

Emir García Meralla
7/8/2018

La coincidencia de las fiestas de carnaval en el mes de julio lo mismo en La Habana que en Santiago de Cuba, como en otras provincias del país a partir de 1970, permitía que por al menos quince días toda la nación estuviera de fiestas; y esas fiestas garantizaban trabajo a la mayoría de las orquestas, no solo a las más populares. También era el momento en que los líderes políticos rendían cuentas de lo pasado y se trazaban directrices para el futuro.


Carnavales habaneros (1970). Fotos: Internet

 

Es por ello que la provincia elegida para festejar el acto central por el 26 de Julio recibía todos los recursos para que la celebración fuera por todo lo alto, lo que enaltecía el orgullo, la capacidad de trabajo y la creatividad de sus habitantes. La gran recompensa musical era el paso de las orquestas más importantes por sus plazas.

Uno de los encantos de los primeros años de la década del 70 era la voluntad de desarrollar la nación al precio que fuera necesario, y a tal empeño estaban contribuyendo los jóvenes de entonces, lo mismo desde las obras de choque que desde la hoy olvidada Columna Juvenil del Centenario —ejercito juvenil que desde 1968 hasta 1974, aproximadamente, fue la principal fuerza constructiva de la nación—, antecedente del Ejercito Juvenil del Trabajo. Pero esa voluntad estaba acompañada por una necesidad de superación profesional y técnica que necesitaba un impulso; sobre todo después de promulgada la Ley 270 en 1971, que entre sus articulados reconocía el conocimiento empírico como fuerza necesaria para la transmisión de conocimientos y la ocupación de cargos de especialista en las diversas esferas; sin embargo, el empirismo nunca ha sido fuente de desarrollo a largo plazo. Y como elemento contraproducente de esta ley estaba el retiro anticipado de especialistas, técnicos y obreros poseedores de conocimientos importantes; lo que obligó a que las estructuras de gobierno buscaran alternativas de peso en el futuro.

Si desde los años 60, una vez terminada la Campaña de Alfabetización, se había enunciado que el futuro del país debía ser un futuro de hombres de ciencia, era importante impulsar el crecimiento intelectual y educacional de las fuerzas productivas. Erradicado el analfabetismo era necesario saltar al futuro; y el 26 de julio de 1974 se dio el pistoletazo de salida al proponer el año 1980 como el año en que toda la población debía haber alcanzado el 6to. grado.


El 22 de diciembre de 1961, Fidel declara la victoria de la Campaña de Alfabetización

 

Como estudiar era ahora la tarea más importante a la que convocaba la Revolución, todas las fuerzas se pusieron en función de lograr este objetivo. Llegado el mes de septiembre, fecha de inicio del curso escolar en Cuba, ya estaban disponibles las estructuras educativas para lograr tal fin. Estas fueron nombradas Facultad Obrero-Campesina (FOC) y Secundarias Obrero-Campesinas (SOC), a las que fueron convocados todos aquellos maestros y profesores dispuestos a participar de la tarea. Aunque el 6to. grado era la meta principal, la pretensión oficial era llevar el nivel educacional más allá, de ser posible hasta 9no. grado.

Pero la FOC y las SOC no fueron el único medio de enseñanza previsto. Aparecieron también las escuelas técnicas nocturnas y las de superación profesional; mientras que paralelamente se habilitaban escuelas de diversos oficios, sobre todo para mujeres. La otra meta inclusiva surgida de este llamado y que encabezó la FMC fue la incorporación plena de las mujeres a la vida laboral, dejar atrás de una vez y por todas el papel de amas de casa y ser parte activa de la vida profesional de la nación, en un primer momento con las Academias de Corte y Costura

Como en Cuba toda acción político-social tiene una expresión y reacción por medio de la música, no pasó mucho tiempo para que apareciera el tema identificativo de la campaña de superación; y correspondió a la orquesta Hermanos Izquierdo liderar musicalmente este acontecimiento.

“Tremendo nivel”. Este fue el título y el estribillo del tema en cuestión, tema que logró el esperado efecto y del que todos los medios se hicieron eco.

Desde ese momento se hizo común ver a decenas de hombres y mujeres cada tarde noche desfilando por las calles de la ciudad rumbo a la facultad, con libros y libretas en mano o bajo el brazo, “tú sabes, por el nivel”, como afirmaba una de las estrofas de la canción.

Ya que era la música lo que animaba y completaba el esfuerzo que se estaba acometiendo, otros compositores apostaron a entrar en la porfía, como ocurrió con Emilio Cavaylón, quien compuso el tema “El granizado”, y que interpretaron Los Bocucos en la voz de Ibrahím Ferrer, el cual no escatimó alegría al premiar con un granizado a esa niña que culminaba el curso y estaba a las puertas del sexto grado.

Así finalizó 1974, con música y estudio.