Tres voces de este tiempo

Emir García Meralla
25/2/2016

Uno de los grandes acontecimientos de fines de los años 50 fue la aparición, o el descubrimiento, de voces que desde distintos matices comenzaron a enriquecer la música cubana y en especial la canción y el bolero.

A comienzos de la década del 60 nombres como los de Fernando Álvarez y Pacho Alonso, por solo citar dos ejemplos, gozaban de una amplia difusión; pero además acaparaban la atención de los compositores, los programas de radio y televisión; contaban con el favor de las casas discográficas de aquel entonces y se consideraban los cantantes victroleros por excelencia. A este grupo de nombres se debe agregar el de Vicentico Valdés, teniendo presente que era el único cantante cubano aclamado por todos, aunque residía en los Estados Unidos. Vicentico grababa, Vicentico pegaba y complacía a todos, tanto que la COCO mantuvo por más de 40 años media hora con su música.

Fueron estos años iniciales de la década los que abrieron las puertas alos Orlandos: Contreras y Vallejo; a los arrebatos arrabaleros de Rolando La Serie, que pasó de tumbador a cantante; de Ñico Membiela yotros que un buen día decidieron establecerse fuera de los muros del malecón habanero y que quedaron como memoria de un tiempo que los que vivieron después conocieron por sus mayores, pero no estaban físicamente para ser admirados.

Sin embargo, junto a ellos comenzaban a despuntar otras voces que fueron ganando espacio en el gusto de los cubanos, sobre todo aquellos que amaban el bolero y la canción. Así un guajirito de Batabanó llamado Lino Borges tiene la oportunidad de entrar en los estudios dela PANAR antes de que fuese intervenida y grabar su disco debut parael que hace una versión del bolero de Homero Parra, un compositor venezolano, titulado Vida consentida. Borges —este guajiro de modales cuidados y andar pausado—entra en el gusto detodos los cubanos y se convierte en uno de los ídolos del momento; y en tiempos que los cantantes deciden establecerse en la capital él no abandona su terruño, ni su amor por la pesca al final del día. Asume los temas de otro paisano llamado Leopoldo Ulloa y convierte su tema “En el balcón aquel” en uno de los himnos de amor de todos los tiempos.

Otra voz que comienza a destacar, esta vez desde el sello GEMA, es lade Roberto Sánchez, y que se hace acompañar por el Conjunto Caney, en un principio y después por la Gloria Matancera, conjunto formado por algunos músicos que años antes habían abandonado la sonora Matancera.

Roberto, a diferencia de Lino, lo mismo se atreve con un son montuno que con un bolero.

Pero para entender las voces de la década, o algunas de ellas, hay que acercarse a las personalidades de Roberto Faz y de José Tejedor.

Faz había comenzado su carrera en el Conjunto Casino, primero como parte del coro y posteriormente como solista interpretando algunos sones; su “Pelotero la bola”, había calado tanto que en el momento que decide formar su conjunto, casi al terminar los años 50, lo mantiene en su repertorio. Los campeones del ritmo, así llamaban al Casino sus seguidores y los medios de la época comenzaron a quedar le pequeños al ídolo de Regla, quien forma su conjunto y además de su manera de interpretar el son impone una novedad dentro de la música cubana: “los mosaicos”; que no era más que cantar de una sola vez fragmentos de distintos boleros teniendo como puente de transición entre un tema yotro el sonido de las trompetas. Así llegarán los mosaicos numerados del uno al seis, pues la muerte impide que Faz siga haciendo bailar y amara otras generaciones de cubanos en estos años 60 y la popularidadde compositores como Luis Marquetti, Juan Arrondo y otros. Sin embargola muerte de Faz, y toda la leyenda que se desató a posteriori sobre aquel acontecimiento, no impidió que los mosaicos y la misma fama delconjunto Roberto Faz trascendieran hasta los años 80.

Era negro, ciego y gordo; todo lo opuesto a la imagen que se comenzaba a imponer entre los cantantes de algunas orquestas; llevaba por nombre José Tejedor y nació, vivió y murió en la habanera barriada de Lawton;mas su voz impacto a muchos, tanto que hasta su muerte mantuvo un espacio en Radio Progreso titulado Tejedor en la tarde. Su interpretación de “Las tinieblas de la noche”, fue y ha sido irrepetible. No importaba que fueran llegando otras modas musicales,otros intérpretes, Tejedor y su voz segunda, Luis, formaron un binomio en la interpretación del bolero insuperable desde los mismos comienzos de los 60.

Aquellos años siguieron su curso y otras voces llegarían como la de Orestes Macías que desde el Conjunto Rumbavana y su versión de“Vanidad”, que complementaría al versionar sobre una tumba una rumba; un tema de Ignacio Piñeiro al que dio el swing de esa forma de hacer el bolero al estilo “moruno”.

Solo había un gran ausente en estos años en que boleros, canciones ycompositores mantenían a toda costa un género que estaba comenzando a cambiar, no solo en Cuba, sino en todo el continente. El cambio estaba asociado a los matices sociales; pero para entender lo habrá que llegar a 1967 en que estas tendencias se unirán para abrirla ruta de lo que en la siguiente década será la Nueva Trova y su visión del amor. Era el Benny quien había hecho del bolero un magisterio insuperable y que llegará a nuestros días y parece trascender. Él era el comienzo y el final de todos los caminos de la música cubana, pero su muerte en febrero de 1963 cambió algunos rumbos de la historia musical cubana de esos años y los posteriores.

Nacía un mito y el listón se elevaba a una altura nunca antes imaginada.Solo quedaba escuchar las nuevas propuestas creativas para entender y vivir los otros sueños sonoros que definieron los años 60 en Cuba.