Mario Dali, el guitarrista fundador del grupo Montespuma, fue, además de un extraordinario músico, un hombre con una visión muy especial para incorporar el canto femenino a sus formaciones: Viviana García y su delicadeza en Arte Vivo; una Tanya telúrica encontrada con 16 años, y posteriormente el trío de mujeres inquietantes del otro Montespuma —listo para encandilar con su pop rockero y cubano una época donde la timba poderosa y creativa polarizaba los diales; donde solo había dos canales de televisión, se escuchaba mucha radio, no había redes sociales y se respetaba más el pentagrama…

“Cuba perdió a un gran ser humano, vital y transgresor, como debe ser el paso del ser humano sobre la tierra”. Fotos: Internet

Entre esas voces apareció una mulata hermosa que deslumbraba con su gracia sin par y que los no bien intencionados llamaban “la hija de Pablo”. Qué honor ser la hija de Pablo, levantarte cada día y saber que formas parte de uno de los troncos familiares más importantes desde que esta isla amada fue nación. Su, como aprendí a llamarla, nunca lo esgrimió como aldaba para abrir su carrera profesional, y nunca lo negó. Ella, como sus hermanas Liam, Lynn y Haydée, son las hijas de don Pablo Milanés, pero también son —como dirían las costureras, “en cuerpo y forma”— independientes, libres y empoderadas.

Soy rockero y trovadicto empedernido, pero bailé sin vergüenza con “Agua de coco viva” en el Salón Rojo del hotel Capri, cuando se partía hasta el techo con la reinvención de Mario y las voces de aquellas tremendas mujeres lideradas por Suylén. Pasaron muchos años; un día entré a los estudios de grabación PM Records como productor de Haydée, y al frente de la compañía estaba aquella joven intérprete. Me la hizo fácil desde el primer día, fue ayuda y contraparte a pesar de ser mucho más joven que yo. Insistí muchas veces para que, además de sus funciones como ejecutiva creativa, cantara, pero como dicen los mexicanos, ni modo. Estaba enfrascada en su proyecto Proelectrónica, que había fundado con su pareja, un joven y emprendedor al que todos llamamos Coqui, y juntos organizaban eventos de una aceptación multitudinaria en el Complejo Morro-Cabaña… Tenía ese Don…

Siempre le caí como pituita para que su voz se grabara más; le sugerí que aprovechara su carácter explosivo y su raíz musical, que venía de buena sangre, para cantar boleros contemporáneos, y que empezáramos por Santiago Feliú.

Un día, cuando el trovador Fidel Díaz Castro, mi amigo Fide, me presentó sus canciones de Los amores del Diablo Ilustrado, noté que, entre ellas, había un texto de un joven de 20 años llamado José Martí. Desde que la escuché le sugerí a Fide que la cantara Suylén. Gracias a la vida, aceptó. Hablé con Rober Luis Gómez, arreglista de todos los temas, y conspiramos junto al rockerísimo amado Roberto Perdomo para lograrlo… ¡Y lo logramos! La respuesta telefónica de Su fue: “¡Coño, Enri, cómo jodes! Y en ese instante supe que lo haría. Bendición.

Llegué temprano al estudio con Rober y allí estaba ella metiendo un bateo que ni los de Marquetti: “Para qué me metí en esto. Ustedes están locos”. Entonces llegaron los ayudantes, las tropas de refuerzo, el impresionante guitarrista Iván Leyva y Perdomo. Hay un video que atestigua todo.

“Realizó una interpretación muy hermosa. Desplegó todo lo que este planeta Tierra le había traído a sus pies”.

SU se olvidó de todos y conectó con la música de Fide y con los versos del joven Martí. Realizó una interpretación muy hermosa. Desplegó todo lo que este planeta Tierra le había traído a sus pies… Al final brindamos con buen vino y la escuchamos varias veces. Cuando terminamos me espetó: “No se te olvide mi disco”. Era su manera de agradecer. Cuando estuvo terminado Fide se lo llevó.

Ruly Herrera y yo seleccionamos en 2021 a los intérpretes de “Fascinantemente mundo” por los 60 años de Santiago Feliú, que ya está terminado en un 95 por ciento. El Herrera querido, al escuchar mi propuesta sugerida por el maestro Joaquín Borges-Triana del tema “Otra canción”, me dijo enseguida: “Es para Camila”. Verdaderamente nunca la había escuchado cantar, pero sé que Ruly no sugiere algo así sin la seguridad plena que lo asiste.

La música primero. Para mí era como el ciclo soñado. Soy irremediablemente amante de Pablo; pude trabajar con una extraordinaria Haydée; Suylén no cantó “mis boleros”, y aquella niñita que conocí con su padre, el fotógrafo y poeta Camilo Guevara, llevaba en su ADN la voluntad y la música. Confieso que cuando escuché el resultado del arreglo de Jorgito Aragón me estremecí. Aquella niñita Camila se había convertido en una excepcional intérprete, con una voz que tiene a todas las Milanesas juntas, a un Pablo rector y la enseñanza diaria de una casa donde se oye lo mejor de la música del mundo. Le escribí a la orgullosa madre para contarle la felicidad sonora… Quedamos en reunirnos con Ruly y escucharla juntos.

“Quien fue tu amigo comparte la suerte de no olvidarte”.

Por estos días, en esta ciudad congelada, la noticia terrible es que Cuba perdió a un gran ser humano, vital y transgresor, como debe ser el paso del ser humano sobre la tierra. Suylén Milanés Bennet dejó de latir. Mentira. Eso es un absurdo. Como dice una canción capital de don Pablo: “Quien me tienda la mano al pasar comparte mi suerte”.

Como Michelangelo y su dedo sagrado, quien fue tu amigo comparte la suerte de no olvidarte. Ella: “¿Qué bolá, Enri? Algún día cantaré ‘Bolero’ de Santi”. Y yo respondía siempre: “Lo sé, amiga, estaré allí para producirlo”. Aunque hay en la tierra ahora un hueco intenso que se siente.

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