Un joven deportista llamado Fidel

Félix Julio Alfonso López / Fotos: Cortesía del autor
28/5/2020

Durante más de medio siglo historiadores del beisbol, comentaristas de radio y televisión, novelistas y reporteros sensacionalistas han fantaseado con la historia contrafáctica de qué hubiera sucedido con la Revolución cubana, si el joven Fidel Castro hubiera llegado a ser considerado como un candidato de peso para formar parte como lanzador de un equipo de las Grandes Ligas de Beisbol en Estados Unidos. La versión más conocida de este relato (no la única) alude a que el conocido cazador de talentos Joseph Carl “Joe” Cambria (quien trabajaba para el dueño de los Senadores de Washington, Clark Griffith) se habría mostrado escéptico con el joven pitcher de la Universidad de La Habana, aunque este era dueño de una buena curva y plausible velocidad.[1] Como se encargó de demostrar el fallecido historiador Peter C. Bjarkmann, en un serio y bien documentado ensayo, lo anterior no es más que una engañosa leyenda (“una de las más elaboradas patrañas históricas del beisbol”), acrecentada y distorsionada en sucesivas y apócrifas notas periodísticas, artículos, memorias, biografías y obras de ficción.[2]

No es mi interés regresar en estas páginas sobre las inconsistencias y frivolidades de dicha fábula, ni insistir en la maliciosa lectura política que se esconde detrás de su origen espurio (de ser auténtica la conjetura de que Fidel hubiera podido firmar como pelotero profesional, ello hubiera obliterado el futuro de la Revolución cubana y cambiado convenientemente el curso de la historia, sobre todo para los intereses norteamericanos); sino más bien registrar, basado en los numerosos testimonios y entrevistas que ofreció el propio Fidel, el hecho de que el futuro Comandante guerrillero fue siempre un gran amante y promotor de los ejercicios físicos y que en su juventud practicó diversos deportes.

Desde niño, cuando se encontraba estudiando en el Colegio Dolores, de Santiago de Cuba, su fascinación y su deseo de irse al Colegio de Belén en La Habana obedecía al hecho de que, como le dice a la periodista Katiuska Blanco, le llegaban noticias de que: “Belén cuenta con piscina, Belén tiene campo y pista, en Belén hay tales equipos, Belén tiene tantos campos de básquet; de todo, lo ideal para un joven, para un estudiante, para un atleta, y yo me entusiasmé”.[3] En esta propia conversación recuerda sus visitas a Birán, durante las vacaciones de verano, donde jugaba baloncesto, fútbol y boxeaba. El deporte de los puños le causaba tanto entusiasmo, que se pasaba las mañanas boxeando con todo el que estuviera dispuesto a enfrentarlo:

Me ponía los guantes temprano en la mañana y estaba tres horas boxeando ¡suerte que eran unos guantes bastante fuertes! Yo era el que boxeaba con todos los contrincantes: de mi tamaño, más grandes, más chiquitos, mas flacos y no usábamos protectores. Por lo menos llegué a adquirir la resistencia de estar boxeando la mañana entera con todo el mundo. Una vez por poco me noquean. Un muchacho descendiente de jamaicanos, de la United Fruit, grande, más alto que yo, logró conectarme un buen golpe en la cabeza y me aturdió (…) seguimos boxeando, reaccioné, pero estuve a punto del KO. Después éramos muy amigos, pero yo siempre le decía: “recuerdas que me diste un buen golpe”.[4]

En la extensa entrevista que le concedió a Ignacio Ramonet, Fidel le dijo que en el bachillerato sus actividades principales eran el deporte y la exploración. Allí se lamenta de no haber podido escalar el pico Turquino en su juventud, y se ufana de haber sido nombrado jefe de los exploradores del Colegio de Belén en una expedición al valle del Yumurí. A Ramonet le comenta: “participaba en todos los deportes y terminé designado, el último año —la escuela tenía mil y tantos alumnos— como el mejor deportista del Colegio. Destacaba en el baloncesto, el futbol, el beisbol, campo y pista, en casi todos los deportes. Claro que me dedicaba mucho al deporte; iba a clases, pero nunca atendía, y después estudiaba…”.[5]

En otro momento de la entrevista con Ramonet, Fidel recuerda cuando escuchó por radio la pelea de boxeo entre Joe Louis y Max Schmeling, celebrada el 22 de junio de 1938 en el Yankee Stadium de New York, en la que Louis noqueó al alemán en el primer asalto. Este combate se transmitió por radio en cuatro idiomas: alemán, inglés, portugués y español, y resultó simbólico en el sentido de que un negro estadounidense derrotara a un ario germánico, casi en las vísperas del inicio de la II Guerra Mundial. Al efecto Fidel dice: “[Schmeling] era paracaidista y símbolo de la ʻsuperioridad racial alemanaʼ, que quedó muy humillado por su derrota frente a Joe Louis, nada menos que un hombre negro”.[6]

Un detalle bastante curioso ocurrió un año más tarde, exactamente el 13 de agosto de 1939, día del cumpleaños decimotercero de Fidel, pues ese día el equipo Cuba, con su astro Conrado Marrero actuando como lanzador, registró su primera victoria contra Estados Unidos en campeonatos mundiales de beisbol amateur, en un desafío que culminó con el sorprendente marcador de 13 carreras a tres.

En la biografía familiar, escrita por Katiuska Blanco, al abordar la vida deportiva de Fidel en Belén, apunta:

Fidel Castro fue la revelación como efectivo guard en los equipos de menores de dieciséis y dieciocho años, tal como se reseñaba en la sección de deportes de la revista Ecos de Belén, donde aparecieron las fotografías de los equipos de baloncesto. Se le veía erguido, enfundado en la camiseta y el short distintivos de Belén y se le reconocía una “impetuosidad indomable” (…) al finalizar el tercer año de bachillerato figuraba como miembro del equipo de futbol, participaba en competencias de track, y establecía récord de 5,8 pies en salto alto.[7]

En el futbol Fidel formó parte del equipo belemita como delantero interior derecho, orientado por el sacerdote catalán Pedro Pablo Ferré Elías, en el esquema conocido como futbol piramidal (un portero, dos defensas, tres centrocampistas y cinco delanteros). En una entrevista dijo sobre su pasión por el futbol en aquellos años: “Era delantero, corría bastante. Fue en quinto grado cuando empecé‚ en el colegio Dolores, en Santiago de Cuba, en un patio de cemento, y el balón no era como los de ahora. El futbol me ayudó a tener voluntad, a ejercer mi capacidad de resistencia física, me produjo placer, satisfacción, espíritu de lucha y competencia”.[8]

En el cuarto año de bachillerato fue el mejor anotador del equipo de baloncesto del Colegio y destacado coach del equipo de beisbol. Al graduarse, el padre Llorente escribió las conocidas palabras de que Fidel “fue un verdadero atleta, defendiendo siempre con valor y orgullo la bandera del Colegio”.[9] En efecto, el álbum de graduados de 1945 del Colegio de Belén, debajo de una fotografía de Fidel jugando baloncesto y una copa detrás, se lee: “Fidel Castro, que por su amor al Colegio y el entusiasmo con que defendió el Pabellón Belemita en casi todos los deportes oficiales del Colegio, ha sido proclamado el mejor atleta colegial del curso”. Antes de abandonar el colegio jesuita, Fidel ganó una carrera de 800 metros celebrada en el estadio de la Universidad de La Habana. En dicha competencia, auspiciada por la Unión Atlética de Amateurs de Cuba, Fidel hizo un tiempo de 2 minutos, 20 segundos y 2 décimas. Con ese resultado clasificó en el séptimo lugar del ranking nacional correspondiente a ese año.

El 27 de septiembre de 1945 Fidel matriculó la carrera de Derecho en la Universidad de La Habana, y ya en noviembre el Comité Ejecutivo de la Unión Atlética de Amateurs de Cuba aprobó su solicitud para competir y representar a los clubes Casino Español y Caribes de la Universidad. En sus recuerdos, Fidel dice que al entrar a la universidad medía 6 pies y una pulgada: era alto, delgado, “jugaba mucho básquet, hacia campo y pista, y realmente, creo que no comía mucho (…) calculo que pesaría 155 libras”.[10]

En el primer año, simultaneó sus estudios con prácticas de básquet en el club social Miramar Yatch Club, adonde lo llevó su amigo y entrenador de baloncesto Capi Campusano.[11] Cuando tuvo que decidir entre jugar en aquel club aristocrático y el equipo de la Universidad de La Habana, optó por el del centro de altos estudios. Así se inscribió en el equipo universitario y narra “comencé a entrenar varios deportes, entre ellos el beisbol, me parecía que tenía bastantes perspectivas como atleta allí”.[12] En lo relacionado con la pelota, existe la evidencia de un desafío entre las escuelas de Comercio y Derecho, a finales de noviembre de 1946, que concluyó 5 a 4, y el lanzador derrotado aparece como F. Castro.[13] Sin embargo, las responsabilidades estudiantiles lo llevaron a ir abandonando progresivamente las prácticas deportivas. Según cuenta Fidel:

El primer año practiqué deportes, pero ya las actividades me ocupaban tanto tiempo que no pude seguir desarrollando un entrenamiento sistemático en el básquet y la pelota. Era muy intenso y me llevaba mucho tiempo porque competiríamos en un campeonato muy serio. Entonces me retiré del deporte. A pesar de que me presionaron mucho y entrené unas cuantas semanas, no pude seguir y tuve que dedicar el ciento por ciento de mi tiempo a las actividades políticas (…) Lo primero que sacrifiqué por la política fue nada menos que el deporte. Seguí participando, pero ya no en competencias oficiales importantes; sí en competencias entre cursos y escuelas que no exigían un entrenamiento tan riguroso.[14]

Tras el triunfo de la Revolución, el interés del nuevo gobierno en impulsar los deportes fue de uno de los objetivos fundamentales del cambio social que se gestaba. Me ceñiré aquí a comentar brevemente algunas de las acciones de Fidel en apoyo al beisbol en el primer año de la Revolución. El 1ro. de abril de 1959, durante una visita al Estadio del Cerro, el Primer Ministro lanzó la pelota inaugural del 47 Campeonato de la Liga Nacional de Beisbol Amateur. El 14 del propio mes de abril, Fidel estuvo presente en la apertura del campeonato de la Liga Internacional, alternando la batería con el Comandante Camilo Cienfuegos. Las medidas del Gobierno Revolucionario se radicalizaron con la Primera Ley de Reforma Agraria, firmada el 17 de mayo, y en su apoyo se celebró el simbólico juego entre los Barbudos y la Policía Militar en el Coloso del Cerro, el 24 de julio, ante una multitud de más de 30 000 aficionados. Fidel y Camilo estaban anunciados como pitchers de uno y otro conjunto. Sin embargo, el Héroe de Yaguajay declinó ser el lanzador del equipo rival y se convirtió en el receptor de los Barbudos, con el ingenioso y leal argumento: “Yo no estoy contra Fidel ni en la pelota”.[15] En este partido Fidel jugó con el número 19 en la espalda, ponchó a dos bateadores contrarios y, en su única vez al bate, conectó un roletazo al cuadro.

La atención beisbolera del país aquel año se centraba en la actuación del equipo Cuban Sugar Kings, perteneciente a la categoría Triple A de la Liga Internacional. Los Sugar Kings llegaron a la serie final contra los Molineros de Minneapolis, y tras una competencia muy disputada, el último juego, celebrado el 6 de octubre de 1959 en un abarrotado Estadio del Cerro, se decidió de manera sensacional por una carrera en el noveno inning. Fotografías de la época muestran a Fidel, Camilo Cienfuegos y Felipe Guerra Matos, entonces director general de Deportes, felicitando al jugador cubano Daniel Morejón, autor del jit decisivo. Por aquellos días, los fanáticos criollos acariciaban la posibilidad de que el equipo de los Reyes del Azúcar pudiera ser la primera franquicia no estadounidense en formar parte del campeonato de pelota de las Grandes Ligas.

Termino con la siguiente observación, tomada del viaje realizado por Fidel a Estados Unidos en abril de 1959. Ante la pregunta hecha por un periodista, durante su visita a la Asociación de Corresponsales de las Naciones Unidas, el 22 de abril de 1959, Fidel reflexiona sobre el papel del deporte, y en particular del beisbol, en la joven Revolución, que ya estaba siendo amenazada con el hecho de quitarle a La Habana la franquicia de los Cuban Sugar Kings[16]:

—Se ha dicho que usted afirmó que primero pitchearía por los Cuban Sugar Kings antes que permitir que el equipo sea trasladado para Jersey City. Díganos, ¿cuál es su “average” en carreras limpias?

Bueno, los cubanos no quieren que los Cuban Sugar Kings se vayan de Cuba. Nosotros queremos que se queden en Cuba y lo que es más, queremos hacer un equipo de Grandes Ligas. Le voy a decir algo más. Tenemos interés en los deportes, por el deporte mismo, y porque es una forma de atraer al turismo, ya que tenemos uno de los lugares más maravillosos del mundo y esperamos convertir nuestra maravillosa isla en un paraíso del turismo internacional, y eso será una forma de ayudar a resolver las pequeñas dificultades económicas. (…) Esta es una de las razones por las cuales estamos interesados en los Sugar Kings y, además, estamos empeñados en demostrar que contamos con buenos jugadores de pelota. También vamos a incrementar todo tipo de deportes. Quiero que ustedes sepan que en tres meses hemos distribuido más clases de equipos para diferentes deportes, que lo que se había distribuido antes en veinte años de gobierno. Y esperamos tener uno de los mejores equipos de pelota de Cuba. Sobre lo de cuál es mi “average”, les diré. Nunca fuimos un Babe Ruth cubano, pero muchas veces hemos colgado los nueve ceros en la pizarra… (Risas y aplausos).[17]

Notas:
[1] Entre los peloteros cubanos que Cambria llevó a jugar en Grandes Ligas están: Sandalio Consuegra, Roberto Estalella, Willy Miranda, Miguel Fornieles, Conrado Marrero, Tony Oliva, Camilo Pascual, Pedro Ramos y Zoilo Versalles.
[2] Peter C. Bjarkmann, “Fidel Castro y el béisbol”, disponible en: https://www.baseballdecuba.com/article/fidel-castro-y-el-beisbol/-date/journalist/peter-c-bjarkman
[3] Katiuska Blanco, Fidel Castro Ruz. Guerrillero del tiempo, La Habana, Casa Editora Abril, 2011, tomo 1, p. 220.
[4] Ídem, p. 221.
[5] Ignacio Ramonet, Cien horas con Fidel, La Habana, Oficina de Publicaciones del Consejo de Estado, 2006, p. 106.
[6] Ídem, p. 114.
[7] Katiuska Blanco, Todo el tiempo de los cedros. Paisaje familiar de Fidel Castro, La Habana, Casa Editora Abril, 2009, pp. 213-214.
[8] Citado en: José Meléndez, “El delantero Fidel Castro”, El País, Madrid, 5 de junio de 2014, edición digital. Disponible en: https://elpais.com/deportes/2014/06/05/actualidad/1401994606_994284.html
[9] Katiuska Blanco, Todo el tiempo de los cedros. Paisaje familiar de Fidel Castro Ídem, p. 227.
[10] Katiuska Blanco, Fidel Castro Ruz. Guerrillero del tiempo, op. cit., p. 269-270.
[11] Ídem, p. 271.
[12] Ídem, p. 314.
[13] Roberto González Echevarría, La gloria de Cuba. Historia del beisbol en la isla, Madrid, Colibrí, 2004, p. 58.
[14] Katiuska Blanco, Fidel Castro Ruz. Guerrillero del tiempo, op. cit., p. 314-315.
[15] El juego entre los Barbudos y la Policía Militar se jugó a dos entradas, previo a un partido entre el Rochester Red Wings y los Cuban Sugar Kings. El árbitro fue el pundonoroso Amado Maestri.
[16] El despojo de la franquicia habanera se produjo finalmente en el verano de 1960, el 8 de julio, y fue trasladada a Jersey City. Dirigía el equipo en ese momento Antonio “Tony” Castaño y entre sus jugadores estaban los futuros peloteros de Grandes Ligas Miguel “Mike” Cuéllar, Orlando Peña y Octavio “Cookie” Rojas.
[17] Fidel Castro, Resumen de un viaje, La Habana, Editorial Lex, 1960, pp. 112-113.
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