A Baracoa me voy… habría cantado Federico García Lorca si hubiera participado en la Cruzada después de “ir a Santiago”. Porque también tiene algo de lorquiano ese acontecimiento que persiste por treinta años en llevar teatro a las montañas. Tal vez por eso Isabel y Jorge colocan el himno de la Cruzada en el título de su libro, que es clamar por la continuidad del acontecimiento. “Amando la cruzada” es un estado por ellos manifiesto y al que me incorporo, porque tanto la Cruzada, nuestro paso por ella, así como el libro, son en primer y mayor grado una obra de amor, que es modo verdadero.

Entre miedos y asombros Jorge Ricardo e Isabel Cristina, en este libro editado por la Fundación Rosa Luxemburgo, cantan la Cruzada como el lugar del amor, del encuentro como amor, del amor como sorpresa, como descubrimiento y encantamiento en el cruce con el otro, como la promesa y el compromiso de volver.

Quiso la suerte y nuestra persistencia que lo último que hicimos, mi hijo y yo, antes de caer en cuarentena mundial, fuera hacer la trigésima Cruzada. Por eso, el libro que ellos me han obsequiado es como un aliento, una carcajada camionera que corre desde las cuchillas del Toa, cruzando Imías, hasta las páginas en que me reencuentro y nos reconozco. En estos meses, soñar y recordar la Cruzada es uno de esos espacios cuya visita nos ha ayudado a resistir y proyectar futuro.

Durante casi treinta años la Cruzada fue el relato de Maité Hernández y Omar Valiño; la ausencia de Armando Morales que en invierno desaparecía del Teatro Nacional de Guiñol porque se iba a las montañas a hacer teatro; fue un deseo creciente, un compromiso a partir del incentivo de Maribel López, Eldy Cuba y Edith Ibarra.

Cuando los hijos estuvieron suficientemente fuertes, nos inventamos un teatro cruzadero y pudimos subir. Y fuimos recibidos con fraternidad, porque como le gusta escuchar a Emilio: “subir lomas hermana…”.

De cosas como estas también se habla en el libro de mochila al hombro y lo hacen de un modo que recuerda los temores y respetos de Quiroga frente a la naturaleza indómita en Cartas desde la selva. La mirada respetuosa huele a esos registros de viajeras al estilo de la Condesa de Merlín. La sensación es saberse extraño y al mismo tiempo hacerse parte, para contar las diferencias con admiración, sin exotismos.

“Desde la experiencia de la fronteridad, Isabel y Jorge entregan un registro dialéctico que transita de la admiración a la constatación de lo humano y lo sagrado”.

Sabemos que no pertenecemos, por eso el horror a los barrancos y nuestras torpezas camioneras, mientras reverenciamos con admiración los saberes locales, aprendemos el pulso del cotidiano y reconocemos el desafío de llegar con lo que tenemos para ofrecer. En este punto agradezco la oportunidad que nos dio la profesora Norma Mederos, que desde los primeros años en el ISA nos condujo Cuba adentro aprendiendo que hay un teatro por hacer más allá de la calle Línea.

La Cruzada es un acontecimiento que se produce en el encuentro. Por eso las personas de las comunidades se declaran cruzadas, comprendiendo que ser y estar cruzado es un lugar que se construye en el intercambio, en el desplazamiento y la hospitalidad donde se tejen los vínculos. Un arte fronterizo.

Desde la experiencia de la fronteridad, Isabel y Jorge entregan un registro dialéctico que transita de la admiración a la constatación de lo humano y lo sagrado: con o sin zapatos, siempre con escuela, a veces con alcohol, a veces con culto y una vez por año con teatro. El libro de la mamá teatróloga y el papá fotógrafo no habla de teatro. En próximos andares me encantaría conversar con ellos sobre el teatro en cruzada.

Sabemos los cruzados —una vez cruzado, siempre cruzado— que algo extraordinario persiste en el gesto de estos treinta años. Un modo imprescindible de ser y estar Cuba que necesita ser dicho, entre otras cosas para garantizar su permanencia.

Esta bitácora viene a honrar a los cruzados de tres décadas y a las comunidades cruzadas que posibilitan el acontecimiento amoroso.

He leído, con los ojos llenos de esa palabra que recién aprendo “saudades” —según mi papá, un buen gorrión—, una cápsula de amor enviada a la isla y al mundo como conjuro posible y necesario. ¡Si supieran Isabel y Jorge que he encontrado colectivos teatrales en Brasil organizando sus propias cruzadas a partir de la experiencia guantanamera! Les cuento, mejor les traduzco un fragmento del relato que presenta Curto Circuito y sus vínculos con la experiencia guantanamera:

En 2015, el Grupo Parlendas tuvo el honor y el placer de ir a la Cruzada Teatral, uno de los festivales más importantes de Cuba, que completó 25 años y que mantiene desde su inicio ese mismo formato (…) La realidad cubana es diferente de la nuestra, pero notamos innúmeras semejanzas en nuestra trayectoria mambembe de escoger no solo la presentación de nuestro trabajo como foco, sino también la investigación de la historia oral, la convivencia con las comunidades, el intercambio de experiencias, el cocinar juntos, el cultivar, la celebración de la cultura como cultivo, como cotidiano, de forma que cada vez más aproximemos público y actuadores, reconociéndonos en cuanto trabajadores, en cuanto seres humanos, dispuestos al encuentro.

En 2018 hicimos la primera edición del Curto Circuito y fue un éxito absoluto. Los gobiernos locales se envolvieron en la realización cediendo apoyos diversos, las comunidades se integraron a los eventos y actividades y todo fue mucho mejor de lo que esperábamos. Ahora, parece ser nuestra responsabilidad no dejar esa chispa cultural apagarse. Los niños y jóvenes esperan ansiosos una nueva programación, con grupos de referencia y de trabajo reconocidos, con espectáculos divertidos, con discusiones acaloradas sobre crítica y estética con trabajadores que siempre fueron apartados de esa realidad cultural.[1]

Por eso este libro como continuidad de la Cruzada desborda la Isla, como el acontecimiento desborda un mes del año y varias generaciones. El libro en fotografías y palabras se completa, y me inflama el pecho con aquel sentimiento que dice: detente instante, eres tan hermoso. Es el retrato de la Cruzada, la que guardo junto a las pizarras iguales, con sus iguales lecciones en cada escuela: un Martí, un jardín florecido y una bandera que ondea alto entre el mar y la montaña.


Nota:

[1] Blog del colectivo Xingo. Quando Transgredimos a ordem, o futuro se torna respirável. Disponible en: https://xingo.art.br/curtocircuito/?fbclid=IwAR2bStZGlASqQWoCyHTEKi6zHtk0zl2wuiLnYjA4SbWUfuxqBDVQUR3DtpY Consultado el 28 de octubre de 2021.