Una compañía hecha a Retazos

Thais Gárciga
24/3/2017

A solo una semana de comenzar el XXII Festival Internacional Danza en Paisajes Urbanos. Habana Vieja: ciudad en movimiento, Isabel Bustos, directora general del evento y de la compañía Danza Retazos, ultima detalles de los ensayos y preparativos de la inminente celebración.

En la zona metropolitana más antigua de la capital tiene no solamente su sede: Las Carolinas, sino el espacio creativo vital del grupo que fundara hace tres decenios en la capital. El entorno de la Habana Vieja, sus habitantes, cotidianidad y particularidades son inherentes a la rutina de Retazos y los disímiles proyectos que lleva a cabo de conjunto con Oficina del Historiador para —y con— la comunidad.

El colectivo comenzó a dar sus primeros pasos a fines de la década de los 80 y al día de hoy preservan un sello que los distingue visiblemente de otros colectivos de danza. Isabel Bustos, además de dirigir la compañía, tomar ensayos, impartir clases, organizar talleres —y por si fuera poco varios festivales—, es la coreógrafa principal de Retazos. Las obras de su repertorio se han caracterizado por la presencia de metáforas, poesía, rica visualidad y lirismo. Todavía le quedan inquietudes por tratar. Sus deseos de explorar no se agotan como tampoco el ímpetu para continuar montando y remontando piezas. Este año, por ejemplo, planea retomar una dedicada a Federico García Lorca.


Foto: Archivo de La Jiribilla

La Premio Nacional de Danza 2012 tuvo la deferencia de hacer pausa en medio de un ensayo —tiempo que los bailarines agradecieron para tomar un descanso— y conversar sobre el estado actual del colectivo, renovado en su mayoría prácticamente.

Hace apenas dos semanas celebraron el 30 aniversario de la compañía en el Teatro Martí con las piezas Posible Imposible, Solamente una vez, Tiempos de Arena y Retazos en el tiempo, esta última una selección de fragmentos de piezas que han marcado el trayecto del conjunto.

¿Qué distingue a la compañía de otros grupos en el panorama danzario de la Isla?

Nunca he pensado que mi trabajo tiene que ver con distinguirse de otras agrupaciones. Es algo que no me pasa por la mente ni de casualidad. He creído y creo en trabajar de acuerdo a mi pensamiento, al espíritu con que se creó Retazos, el sentido coreográfico y artístico que puedo tener. A partir del movimiento puedo recrear situaciones teóricas, prácticas, importantes para uno y para los demás también. Hablo de retazos de emociones, de experiencias, de sentimientos en relación con el mundo que me rodea, con lo que yo percibo y siento que el artista debe buscar y plasmar en el escenario.

En sus creaciones la emoción predomina por encima de la técnica o el virtuosismo del bailarín, ¿por qué privilegia lo emotivo en su obra?

Para mí la técnica no es un fin, sino un medio para expresar lo que crees y profesas. Para los deportistas la técnica puede constituir una finalidad, pero no así en los artistas.


Temporada 30 aniversario de Retazos en el Teatro Martí. Foto: Kike

¿Qué metodología utiliza para encauzar a los bailarines hacia esa meta?

La técnica Retazos es formativa, involucra al espíritu y el cuerpo a la vez. Es un taller experimental, que demanda de los bailarines condiciones físicas e intelectuales. Las personas tienen que encontrarse a sí mismas, es decir, auto descubrirse para formarse como intérpretes. Diría que, más que bailarines, son intérpretes.

Me he nutrido de varios artistas: de poetas, pintores, músicos, dramaturgos, actores, cineastas como (Konstantín) Stanislavski, (Andréi) Tarkovski. Me encanta la pasión de Lorca y el modo en que el aprecia el mundo y la realidad, me conmueve y me maravilla eso de él. También me ha inspirado Botero y su noción de belleza a través del volumen, porque no se rige por el canon occidental supeditado a la estilización de la figura. En América Latina, en el Sur específicamente, las leyes de belleza son diferentes. Admiro a Violeta Parra, que fue terriblemente pasional, por su originalidad, logró maravillas con ese carácter fuerte que tenía. De todos ellos he tomado su manera de apreciar y entender el arte.

Usted ha sido y es la principal coreógrafa de Retazos, aunque también invitan a algunos creadores. ¿Está abierta la compañía a otras propuestas coreográficas?

Sí, siempre que tengan propuestas interesantes, profundas.

La compañía tiene un trabajo prolífico que no se limita a la producción coreográfica, también organizan festivales como Danza en Paisajes Urbanos, DVDanza Habana, Tecnologíasquedanzan, Tránsitos Habana, Impulsos, además de los talleres artísticos para niños, niñas y adultos, sobre todo dirigidos a la población infantil de los alrededores. ¿Por qué nacieron estas iniciativas?

Pienso que el bailarín debe tener una formación integral, tiene que ser capaz de bailar lo mismo en una calle de Venecia que de la Habana Vieja. Por ejemplo, Impulsos es un concurso coreográfico para jóvenes en el que participan mayormente estudiantes. Ellos creen que son dueños de la verdad y realmente son dueños de sus verdades. Quieren dar a conocer su trabajo y con Impulsos le ofrecemos un espacio, una ventana para que expongan sus obras, sus pininos. Nosotros seleccionamos las piezas más interesantes para presentarlas luego. El objetivo es incentivar su capacidad creativa.


Foto: Kike

Tránsitos Habana es un intercambio durante 15 días, a lo sumo, entre bailarines de la compañía sueca Memory Wax y Retazos. La idea es que de este laboratorio surja una coreografía como resultado de la colaboración entre bailarines de ambos países y buscamos también apoyar técnicamente a Retazos. Próximamente partimos de gira para Suecia con El país de las sombras, una obra de nuestro repertorio para niños y adultos, que al regreso presentaremos aquí.

Con respecto a DVDanza es muy interesante la relación entre el lenguaje audiovisual y el movimiento. Los jóvenes bailarines pueden hacer trabajos muy buenos. Hubo un tiempo que el DVDanza se alejó de Habana Vieja: ciudad en movimiento, pero después volvió y suceden al unísono. Para mí es importante que los muchachos que realizan videodanza hablen de los creadores o de lo que pueda pasar mientras tiene lugar el festival, que se relacionen con los espacios públicos y los transeúntes, es decir, con el contexto de la ciudad.

Finalmente Danza en Paisajes Urbanos ha crecido enormemente, mucho más de como yo lo concebí en los inicios, ahora participan alrededor de 1300 personas. Empezó siendo un pequeño festival que organicé con mis alumnos, éramos cinco o siete, y paseábamos de un lugar a otro: de un museo al parque, y de allí a una plaza. La idea era que entre los pocos que habíamos lo hiciéramos todo: uno ponía la música y la preparaba para el siguiente que venía, y así asumíamos todos los roles de un espectáculo.

Realizar este Festival fue muy difícil al principio. A los directivos de los museos les daba pánico que bailáramos allí por miedo a que se rompiera un objeto. Era un temor lógico. Había que educar entonces a cada participante, hasta que Eusebio Leal me apoyó. A pesar de todas las dificultades la gente viene y se va contenta con el Festival, y eso es lo más importante. El evento tiene un carácter popular, abierto, masivo; es un espacio para el intercambio entre bailarines, coreógrafos, diseñar proyectos comunes; es un encuentro de enriquecimiento espiritual, profesional…

Ustedes tienen una relación muy estrecha con la comunidad en la están insertos: realizan talleres, tienen vínculo directo y un intercambio positivo con los vecinos del barrio. ¿Qué ventajas supone esta interacción in situ?

Nosotros tenemos talleres que funcionan todo el año para jóvenes aficionados, gente del teatro que quiere aprender de la danza. Los propios bailarines son los maestros. De esos talleres han nacido coreografías que luego en Impulsos han obtenido premios, así que la experiencia ha sido exitosa. El propósito es sensibilizar a estos jóvenes, estimular en ellos una vocación artística. Puede que algunos se interesen y decidan dedicarse profesionalmente a la danza, mientras que al resto no, pero igual les será útil como aprendizaje y experiencia de vida. Los sábados hacemos talleres de artes plásticas en las mañanas. Es más bien una acción de esparcimiento, para mantener un equilibrio armónico en la familia, y ocupar los sábados.


Foto: Kike

¿Cómo valora la evolución de la compañía en estos 30 años? En el presente cuentan con bailarines muy jóvenes dentro del elenco, que recién se renovó.

Han sido 30 años enriquecedores, creo que con alguna madurez. He creado más de 200 coreografías y todavía queda algo por decir, lo cual es un reto, pero a mí me gustan los desafíos. Muchas generaciones de bailarines han pasado por aquí. De alguna manera Retazos ha sido súper importante para ellos, y cuando se marchan no se desprenden totalmente del grupo.

Ahora tenemos cerca de 18 bailarines nuevos que se integraron recientemente al elenco y tienen muy buen nivel; varios provienen de las escuelas de arte, otros ya tienen experiencia laboral y algunos llevan un año y poco más con la compañía.

¿Cuáles son los próximos proyectos?

Quiero remontar Las lunas de Lorca, es un montaje que me gusta mucho, me atrae el universo de este autor; también estoy cocinando un estreno, más otros proyectos que me han encargado, por ejemplo, el trovador Ireno García me hizo una propuesta para trabajar con su obra.