Camagüey, ciudad de reconocidos escritores —desde los años fundacionales de Espejo de paciencia hasta la impronta de autores esenciales como Gertrudis Gómez de Avellaneda, Nicolás Guillén y Severo Sarduy—, artistas visuales, bailarines y músicos, es una urbe donde se respira, como en pocas partes del país, un sentido de pertenencia a su historia, cultura e identidad, así como una pública pasión por la magia del cine.

“El Taller Nacional de Crítica Cinematográfica de Camagüey realizó una mirada crítica al cine de todos los tiempos
y posibilitó la proyección de filmes que acompañan el devenir del séptimo arte desde los días fundacionales”.

A ello ha contribuido, como referente y catalizador, el Taller Nacional de Crítica Cinematográfica, fundado en 1993 por Juan Antonio García Borrero, Luciano Castillo y Armando Pérez Padrón. Del 20 al 23 de julio realizó “Una mirada al cine de todos los tiempos” y concretó su XXVII edición en la siempre acogedora y servicial urbe anfitriona, luego de recurrir en ediciones recientes a las transmisiones online, por causa de la COVID-19.

Este año pude asistir por primera vez —gracias a la invitación de Luciano y el comité organizador—, y comprobé el criterio de varios colegas sobre la importancia y necesidad de un encuentro así en la ciudad de Camagüey, con el auspicio del Centro Provincial del Cine, la Cinemateca de Cuba, la Dirección Provincial de Cultura, la Oficina del Historiador de la Ciudad y el proyecto Arte Plaza. En aquella edición fundacional de marzo de 1993, los invitados y participantes, asombrados por la experiencia y la participación del público citadino, realizaron una declaración que subrayó “la importancia del cine como medio de expresión artística, de formación cultural y de conciencia social, valores que justamente corresponde a la crítica enjuiciar”, y resaltó que el Taller “merita que se le asegure una continuidad y trascendencia”, tal como comprobamos 27 ediciones después.

El programa abordó momentos significativos de la historia del cine en la voz de críticos e investigadores.
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Del expresionismo alemán al cine queer latinoamericano, el programa teórico —que es el grueso del evento, además de las proyecciones audiovisuales y las presentaciones de novedades literarias relacionadas con el cine— abordó momentos significativos de la historia del séptimo arte en la voz de críticos e investigadores que exploraron la evolución, principales etapas, directores, aportes y vigencia de esos movimientos. Junto con Armando Pérez Padrón integré la mesa, moderada por Luciano Castillo, que abrió las sesiones y analizó —a pesar de los frecuentes apagones que nos hicieron alumbrarnos con los móviles y escuchar en la oscuridad, pero que no impidieron la realización de las actividades ni la asistencia de un público interesado, con amplia participación de jóvenes— dos movimientos que, hace más de un siglo, estremecieron el mundo del cine: el expresionismo alemán y el Cine de Octubre. Así, fueron evocados filmes como Nosferatu. Una sinfonía del horror (1922), de F. W. Murnau; El gabinete del doctor Caligari (1920), de Robert Wiene; El Golem (1920), de Paul Wegener y Carl Boese; El doctor Mabuse (1922) y Metrópolis (1927), ambas de Fritz Lang, además de El acorazado Potemkin (1925) y Octubre (1927), de Sergei Eisenstein, y El fin de San Petersburgo (1927) y La madre (1926), de Vsevolod Pudovkin; hitos no solo del cine soviético.

Daniel Céspedes abordó la obra del francés Alain Resnais, uno de los grandes exponentes de la Nueva Ola, mediante una exploración a sus documentales sobre artes visuales (Van Gogh, Gauguin); Ángel Pérez recorrió los atractivos itinerarios del free cinema en la escena fílmica cubana entre 1959 y 1968; Antonio Mazón Robau, en un texto leído por Mario Naito, realizó un recorrido por el cine negro y el neo noir; Luciano comentó sobre la influencia del maestro neorrealista Cesare Zavattini en el nuevo cine cubano del Instituto Cubano de Arte e Industria Cinematográficos (Icaic); Naito se acercó al cine posmoderno; Ronald Ramírez abordó los términos en los que es posible pensar un cine queer latinoamericano, y Juan Antonio Juani García Borrero exploró la “dimensión transnacional del cuerpo audiovisual de la nación cubana”.

Para Juani —autor del blog Cine cubano, la pupila insomne; creador del proyecto El Callejón de los Milagros y de la Enciclopedia Digital del Audiovisual Cubano (ENDAC)— este tema, el del cuerpo audiovisual de la nación, “es lo más importante que tendríamos que discutir los críticos en este instante. No puede ser de otro modo, en un mundo como el que ahora vivimos, donde hay tantos cubanos viviendo en los más insospechados lugares del planeta. Seguir hablando de cine cubano, como se pensaba en los años en que se crea el Icaic, es sencillamente empobrecer justo lo que se quiere describir como surtidor de una vitalidad apreciable en las más diversas esferas de la vida”. Además, “la nación es algo que está en permanente construcción, a diferencia de esa geografía en forma de caimán que aparece en los mapas y que la gente llama Cuba. En lo personal, lo que me interesa es dinamitar ese falso canon donde lo cubano en el cine vive más de las etiquetas que le ponemos a la realidad que de la realidad misma”, destacó.

“La nación es algo que está en permanente construcción”.

El debate —no solo entre los investigadores— es una de las cuestiones que más se agradecen del Taller, así como la posibilidad de ver cine y leer materiales relacionados con el audiovisual, algo que el diálogo enriquecedor genera entre los participantes en una cita que ha contado con la presencia, en las diferentes ediciones, de las más importantes voces críticas del país: Walfredo Piñera, Rufo Caballero, Carlos Galiano, Arturo Agramonte, Joel del Río, Frank Padrón, Rafael Acosta de Arriba y Jorge Yglesias.

En materia de proyecciones, el público pudo apreciar, en la apertura, y como estreno en la ciudad, de Los raíles del crimen (Costa-Gavras, 1965), y en el cierre, de Adiós, idiotas (Albert Dupontel, 2020), ambos de Francia. Además de La acusación (Yvan Attal, 2021) y los documentales Son para un sonero y Ellas crean, presentados por su directora Lourdes de los Santos, al frente de la Sección de Cine, Radio y Televisión de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba.

Como colofón se entregaron los Premios Nacionales de Crítica e Investigación Cinematográficas a Berta Carricarte y Ángel Pérez Velázquez, respectivamente, por Volar en el trineo. La dirección de arte en teoría, y Cabeza borradora. Ejercicios críticos sobre cine.

El Taller —que sesionó en el Multicine Casablanca y el Complejo Audiovisual Nuevo Mundo— extiende la programación cinematográfica hasta el próximo 31 de julio, con alrededor de 60 filmes en las salas de cine de la ciudad y en los municipios. Dividida en los ciclos Presentaciones especiales, La historia del cine en movimientos, Veinte centenarios en el devenir del séptimo arte, Panorama contemporáneo internacional, El cine para los que saben querer, Tercera dimensión en un Nuevo Mundo, y Pasolini cumple 100 años, la programación ofrecerá al cinéfilo clásicos como Madre Juana de los Ángeles (1961), del polaco Jerzy Kawalerowicz; ¿Quién le teme a Virginia Wolf? (1962), de Mike Nichols; La historia de un hombre ridículo (1981), del italiano Bernardo Bertolucci; Camila (1984), de la argentina María Luisa Bemberg; Hiroshima, mi amor (1959), de Alain Resnais; Nace una estrella (1954), de George Cukor; Viridiana (1961), de Luis Buñuel; Bonnie y Clyde (1967), de Arthur Penn; Un tranvía llamado deseo (1951), de Elia Kazan, y Gritos y susurros (1972), de Ingmar Bergman.

Del panorama contemporáneo encontramos: La tragedia de Macbeth, de Joel Coen; Otra ronda, de Thomas Vinterberg; ¿Quo vadis, Aida?, de Jasmila Zbanic; La última noche en Soho, de Edgar Wright; West Side Story, de Steven Spielberg; y Benedetta, de Paul Verhoeven. Mientras que de Pier Paolo Pasolini se proyectarán Mamma Roma (1962), El evangelio según San Mateo (1964), El Decamerón (1971), Los cuentos de Canterbury (1972) y Las mil y una noches (1974).

“El evento cinematográfico cubano más importante después del Festival del Nuevo Cine Latinoamericano”.

En un texto a propósito de los 25 años del Taller en la revista Senderos, de la Oficina del Historiador de la Ciudad, Armando Pérez Padrón incluye una serie de opiniones de reconocidos cineastas e intelectuales que apuestan por la vigencia de la cita agramontina, entre ellos Fernando Pérez, quien considera que el Taller “es el evento cinematográfico cubano más importante después del Festival del Nuevo Cine Latinoamericano. De sus encuentros han surgido reflexiones sobre nuestro cine y el cine que han contribuido a complejizar la dinámica de nuestro pensamiento, tanto de críticos como cineastas”.

Para Julio García Espinosa el encuentro ha servido “de estímulo y modelo para la creación de espacios similares”. Creadores como Humberto Solás, Enrique Pineda Barnet, Pastor Vega, Raúl Pérez Ureta, Manuel Herrera, Nelson Rodríguez, Adela Legrá, Ambrosio Fornet, Tomás Piard, Daniel Díaz Torres, Senel Paz, Enrique Álvarez y Arturo Soto han participado y apoyado este encuentro crítico por y para el cine.

“El Taller ha servido de estímulo para la realización de eventos en otras provincias”

“Hasta 1993 —nos dice Pérez Padrón— los críticos de cine trabajaban de manera individual y aislada, con pocos espacios para la interrelación. El primer encuentro celebrado ese año motivó y creó las condiciones para la Asociación Cubana de la Prensa Cinematográfica. El Taller ha servido de estímulo para la realización de eventos en otras provincias, las que intensificaron la promoción y apreciación cinematográficas. Valiosos trabajos han sido publicados en una decena de libros. Ha contribuido a la interrelación mutua entre cineastas y críticos. Un total de 1 030 696 camagüeyanos pudo disfrutar, durante esas 25 primeras ediciones, de 2095 títulos de cinematografías procedentes de 66 naciones”. A esto añade la creación de la Cátedra de Estudios Audiovisuales Tomás Gutiérrez Alea, fundada de conjunto con la Universidad de Camagüey, la creación de la Oficina Permanente del Taller de la Crítica, y de espacios de extensión en la Universidad de las Artes (ISA) para presentar y debatir obras. Estos ecos, podríamos agregar, llegan hasta la concreción de las propias aulas de la Facultad de los Medios de la Comunicación Audiovisual (FAMCA) del ISA, del proyecto El Callejón de los Milagros, y del movimiento audiovisual y sus eventos en municipios como Nuevitas.

“La confluencia de generaciones y criterios sustenta las sólidas bases del Taller”.

Este 2022 el Taller Nacional de Crítica Cinematográfica de Camagüey realizó una mirada crítica al cine de todos los tiempos y posibilitó la proyección de filmes que acompañan el devenir del séptimo arte desde los días fundacionales de los hermanos Lumière. Propició el diálogo entre colegas, intercambio que posibilita desde diversos enfoques y miradas un estudio enriquecedor del panorama del cine mundial y cubano. La confluencia de generaciones y criterios sustenta las sólidas bases del Taller.

Camagüey volvió a ser, como desean Juani, Luciano y Armando desde aquella primera edición en 1993, la capital cubana del cine, una ciudad desde la que se piensa el séptimo arte.

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