Una mirada hacia Latinoamérica desde la antropología

Magda Resik
2/4/2018

Posiblemente no sea una de esas personalidades absolutamente mediáticas. Sin embargo, es muy conocida por el peso de su obra que supera la veintena de títulos, los cientos de artículos y ensayos publicados en revistas especializadas, sitios de Internet que tienen un peso en el pensamiento sociológico, antropólogico y de la izquierda latinoamericana. Es alguien muy conocido, de fama muy bien ganada. No es de esa fama de los best seller sino de los profundos, de los conocedores. Es un hombre que a pesar de haber nacido en República Dominicana vive como una especie de dualidad porque México se convirtió en su escenario profesional, de vida, de trabajo. Sus amigos más cercanos confienzan que no ha dejado de ser ese dominicano arraigado, de pura cepa. Quienes le conocen bien confirman que ha transitado por la poesía, por el periodismo; Héctor Díaz Polanco es abogado, sociológo y antropólogo.

República Dominicana es su tierra de origen, isla que debe haber marcado mucho el hombre que es hoy. Quisiera que nos evocara y nos explicara el modo en que República Dominicana va con usted, aún cuando lleve tantas décadas viviendo en México.

Héctor Díaz Polanco
Héctor Díaz Polanco. Foto: Internet
 

Tengo la doble identidad por decirlo así. Ahora, hay que decirlo, predomina mi identidad mexicana porque uno es fundamentalmente de donde más tiempo ha vivido, sobre todo en los tiempos importantes. Pero mi identidad dominicana no la he perdido porque se trata de los años de formación. La personalidad y además los primeros años de formación en la lucha política.

Muy joven, con una veintena de años, marcó mi personalidad política un acontecimiento latinoamericano importante, una rebelión popular, una revolución popular en 1965 en República Dominicana, el 24 de abril de 1965 y unos días después, el 28 de abril, la invasión estadounidense al país. Cuarenta y dos mil marines. Eso se vive como un gran acontecimiento personal, además como una especie de gran trauma. Apenas te inicias en el proceso político y tu país está en peligro. Es invadido y humillado. Eso marca la personalidad.

Me preguntaban recientemente en México en qué consistía, a mi juicio, ser bolivariano, contesté que tenía que ver con lo que había pasado unos días antes. El secretario de Estado de los Estados Unidos recorriendo América Latina y diciendo varias cosas, entre ellas, ustedes países latinoamericanos, pueblos latinoamericanos, por qué andan haciendo esas malas juntas, juntándose con chinos, con rusos, qué es eso, qué les pasa, ese era el mensaje. Ustedes no tienen derechos a hacer esas cosas, aquí los dueños somos nosotros. Eso más o menos fue lo que viví como experiencia.

¿Eso fue lo que lo convirtió en el hombre que acentúo su pensamiento y su reflexión sobre la relación tradicional de Estados Unidos con lo que algunos investigadores han dado en llamar, lo que interpretan ellos, como “su traspatio natural”?

Lo viví de manera práctica, brutal, transformando la vida, no solo personal, sino social, la del país. Pocas personas han tenido esa experiencia, de lo cual me alegro mucho, no es una experiencia que se la desee a nadie. Vivir la invasión de su país. Por eso cada vez que hay peligro de agresión o invasión a algún país latinoamericano para mí es algo bastante natural que me mueve algo interior en rebeldía contra eso.

Se produce una señal de alarma…

Así es. Sea de hecho o sea de palabra como en este caso. Afortunadamente todavía de palabra, pero son amenazas que sabemos que se pueden poner rápidamente en práctica como acciones de agresión y por tanto tenemos que estar muy alertas.

Esa experiencia me sensibilizó para estar muy alerta frente a cualquier manifestación imperial, agresiva, etc.

Usted se ha consagrado mucho en explicarnos la importancia de la antropología y de la antropología llamada social. Me gustaría conocer su visión de esa materia y ¿por qué es tan importante para los estudios latinoamericanos?

La antropología tiene una infinidad de definiciones y esa especialidad que se llama antropología social se diferencia de la etnología y la antropología cultural, tiene muchisímas más, existe énfasis en la definición misma de lo cultural y se intenta definir qué es la antropología a partir de la cultura. Yo digo que, es lo que he sostenido en algunos libros, que en realidad el objeto de estudio de la antropología social, de la antropología cultural no es tanto la cultura, sino la diversidad cultural. Es decir, lo que la antropología intenta entender es cómo es posible que la cultura se despliegue en esta gran variedad de forma que dan origen a la enorme riqueza de lo humano.

Eso es lo que tenemos un gran panorama de sociedades diversas, con sistemas socio-culturales diversos de los cuales se deriva unos sistemas de identidad.

Lo antropológico radica en que los seres humanos son unos personajes especiales, una especie especial. Una de sus características fundamentales, únicas, especiales, es que no pueden vivir sin identidad, es decir, sin sentido de pertenencia.

Existen ciertas tendencias que abordan la antropología desde otras visiones, que nos afirman de qué va eso de estar pensando tanto en la identidad, que la identidad en un mundo que tiende a ser globalizado no tiene sentido, que por qué desde la izquierda algunos estudiosos se aferran a defender la identidad como algo que nos ofrece un sentido muy importante en la vida ¿Usted, qué explicación le da?

Precisamente esa idea de pertenencia, esa necesidad antropológica, en el sentido que define lo humano, es también un campo particularmente importante de resistencia frente a cualquier tipo de ataque de lo humano mismo, ¿no?

En este momento a escala mundial estamos sufriendo, y eso es un elemento esencial del llamado proceso de globalización, un ataque sistemático contra los sistemas de identidad…, para terminar el cuadro, ya pasamos de la conformación de culturas diversas, identidad y luego a partir de eso, comunidad. La gente se organiza en comunidad, de distinto carácter, que va desde las pequeñas comunidades, incluso de la identidad familiar, hasta las identidades nacionales y regionales, etc.

Esas identidades están siendo atacadas por el capitalismo en su fase neoliberal actual, tratando de destruir las comunidades y, al destruir las comunidades, están destruyendo las identidades, la gran crisis cultural que está sufriendo la humanidad se debe a ese ataque sistemático del capital en su fase globalizadora, neoliberal. Tenemos que contraponer como proyecto de vida, proyecto político, histórico, un proyecto de identidad que implique la defensa de la comunidad. Contra la disolución de la comunidad por el capitalismo globalizador tenemos que proponer proyectos que construyan identidad y que construyan nuevas comunidades, incluso de carácter nacional. Por ejemplo, el caso del proceso latinoamericano, todo en la zona sur del continente. La construcción de una identidad en proceso, una comunidad bolivariana, en el caso particular de algunos países de Suramérica, nos permite crear una especie de trincheras, de lucha por nuestra propia identidad, la defensa de la comunidad y contraponerlo al proceso de individualización que provoca el capitalismo globalizador, que es el último elemento de la secuencia.

Ahóndeme un poco más en esos métodos que hoy mismo se aplican a Latinoamérica. Usted evocó a Tillerson y lo que está sucediendo en nuestro continente. Expóngame sus consideraciones sobre esos métodos que se contraponen a este proceso de afianzamiento de las identidades y las comunidades que usted defiende.

El método más eficaz para destruir comunidades y debilitar identidades, e incluso, eventualmente eliminarlas, es el proceso impulsado por el capitalismo desde siempre, pero ahora en una fase especial que es el proceso de individualización de la sociedad, la atomización de lo humano, vía la individualización de la sociedad. En la medida que nos individualizamos caemos en la garras de este proceso alienador que es el consumismo, que permite a su vez desgarrar el sistema de valores, la jerarquía de valores, donde la apropiación de cosas, objetos, mercancía se convierte en un elemento que tiene más valor que cualquier otro que previamente predominaba.

Eso va transformando completamente la naturaleza del sistema social transformando las condiciones de vida de las personas y las maneras en las que evalúa su relación con los demás. Eso trastoca por completo el sistema socio-cultural y todo eso va a favor del proceso capitalista cuyo objetivo, sabemos, es crear condiciones para poder acumular ganancias en una enloquecida rotación que no tiene nunca límites y que dejado a su suerte, a su desarrollo normal, sin dudas terminaría por destruir lo humano tal y como lo conocemos.

Los pueblos indígenas tienen una función, un papel muy importante, no sólo por lo cuantitativo, en efecto deben ser más de 50 millones, es un dato de hace más de una década, sino por razones cualitativas. En algunos lugares como Bolivia, el caso de México, la presencia de indígenas es importante, incluso cuantitativamente, pero hay que recordar que la presencia de los pueblos indígenas en Nicaragua poco después de la Revolución Sandinista fue muy importante y, sin embargo, en Nicaragua la población indígena era una minoría, menos del 5 por ciento, sin embargo, fue estratégico para el proceso de transformación, porque puso sobre la mesa un conjunto de reivindicaciones que contribuye a profundizar el sentido del cambio socio-cultural y político.

Los pueblos indígenas contribuyen a eso, entre otras, cosas porque son pueblos que en su mayoría no han sido sometidos al sistema de valorización neoliberal.

 Integrar la identidad de los pueblos originarios es fundamnetal para los procesos de cambio. Foto: Internet
 

De estar excluidos permanece mucho más su identidad…

Así es, y ciertos valores importantes, el valor de lo comunitario, el valor de las relaciones de redistribución, reciprocidad, ese tipo de valores que va perdiendo la sociedad en la medida que va siendo afectada, impactada por el capitalismo, individualizándose. Allí donde hay procesos de cambio la presencia de los pueblos indígenas puede ser muy importante para profundizar.

Creo que en el marco de las transformaciones que ha sufrido América Latina en los últimos 13 lustros, en lo que llevamos del siglo XXI hay un caso destacable en término de profundidad, Bolivia. Esa profundidad se debe a la presencia de los pueblos indígenas.

Tuve la suerte de participar en las asambleas previas, me invitaron para dar algún tipo de apoyo en la elaboración de la nueva Constitución que debería ser aprobada por la Constituyente. Fue muy interesante porque en una ocasión, en una reunión con diputados, me pidieron explicara esta visión de las autonomías que estaban planteando los indígenas a través de lo que se llamó el pacto que realizaron los pueblos indígenas con vista a la Constitución.

Cuando explicaba el nuevo país que estaba dibujando esta propuesta, los ojos de algunos diputados oligarcas se desorbitaban porque de repente echaban de menos algunas cosas, por ejemplo, ¿qué pasó con mi nación?, mi nación, el posesivo, y ¿qué pasó con mi República? Esta Constitución está planteando que esa nación, esa República desaparecerá en aras de otra nación donde la presencia de los pueblos indígenas, estratégica, implica transformaciones de cierto tipo que hacen de Bolivia un proceso extraordinariamente profundo. Surgen conceptos tan extraordinarios como el del Buen Vivir, que es una visión nueva de relacionarse en el marco del Estado-Nación. Se plantea entonces una novedad histórica, un concepto nuevo fruto de la revolución. Las revoluciones son creativas. La concepción del Estado Plurinacional es absolutamente novedosa y ya es un capítulo de la antropología como disciplina.

He asistido a varios congresos en los que el tema de discusión de los antropólogos es el Estado Plurinacional propuesto en Bolivia por los más marginados de los marginados, los más excluidos, los pueblos indígenas. Los pueblos indígenas son muy importantes. Eso no quiere decir que en todos los países son importantes, porque en algunos países su presencia es muy secundaria, cuando no, absolutamente ausente. Pero los pueblos indígenas traen una gran riqueza política que atañe mucho a lo contemporáneo, que enriquece muchísimo lo contemporáneo.

La problemática de la identidad, de lo étnico se plantea interrelacionado con lo nacional. Existe una tendencia que separa lo étnico de lo nacional y que no solo no contribuye a la transformación que necesitamos, sino que nadie se va a salvar solo, nos tenemos que salvar todos. Es decir, los campesinos no van a encontrar solos su solución, los indígenas no van a encontrar su solución, necesitamos propuestas que impliquen la solución para el conjunto de la sociedad, una solución que implica la reconstrucción de lo nacional.

Por eso la propuesta que nosotros hacemos se llama la teoría étnico-nacional. Debe estar vinculado lo étnico con lo nacional de tal manera que al proponer transformaciones para lo étnico se estén proponiéndo transformaciones que sean útiles, enriquecedoras e importantes para crear una nueva sociedad nacional favorable a todos los sectores sociales.

Latinoamérica hoy está viviendo momentos que parece que se repiten, es como una espiral y caemos en un momento de extrema tensión cuando se vuelven a expresar casi de un modo bastante poco pudoroso los verdaderos propósitos.

Hay quien dice que habrá un retroceso, pero hay quien defiende la tesis de que habiendo avanzado Latinoamérica hacia un camino de integración y produciéndose estos ejemplos de desarrollo local y de apuesta por lo nacional en algunos de esos países, un retroceso sería algo impensado, pero la coyuntura es compleja. Como usted es un conocedor de estos temas, quisiera que nos explicara el mapa latinoaméricano en este momento ante la recurrencia de un discurso hostil nada acallado, sino todo lo contrario, bien cacareado.

Lo que ha vivido América Latina en los últimos 17 años aproximadamente no creo que sea reversible, ni pueda ser borrado del mapa político. Sin embargo, hay que tomar en cuenta que los procesos políticos son extraordinariamente complejos y que puede haber en un lapso determinados baches, picos, de tal manera que no es una línea continúa ni homogénea, hay accidentes, e incluso, puede haber fases de retrocesos. Lo importante es que en el conjunto veamos un ascenso en término de la complejidad política del continente y de los que se va conquistando, eso es lo que yo creo que tenemos.

De eso que se ha ido conquistando, ¿qué usted afirmaría en estos tiempos?

Creo que es claro que ahora hay muchísima más conciencia sobre la importancia de la integración regional, que no teníamos antes del proceso que se inició en Venezuela. Otro elemento notable es que hemos aprendido que podemos aprovechar los procesos electorales en América Latina. Ya nos olvidamos de que antes de Chávez, prácticamente la izquierda en América Latina tenía solo el horizonte de la conquista del poder por otros medios, el armado particularmente, porque además, el peso histórico y ejemplar de Cuba era fundamental.

Después se fue comprendiendo que, sin descartar otras vías, podía aprovecharse la vía electoral en América Latina, como que se invirtió la tortilla y pasó la cuestión electoral a ser la predominante en la preocupación política. Eso no quiere decir que constituya una especie de descubrimiento, sino que creó condiciones para ver batallas en un terreno que prácticamente habíamos cedido al enemigo, al adversario, que lo habíamos dejado desierto. Ahora la izquierda está aprendiendo a dar batallas electorales formidables. Tenemos una muy próxima en México que espero salga muy bien, favorable, y si eso pasa vamos a tener la influencia fundamental.

Estamos en el proceso de transformación que inició con el siglo prácticamente, que va a haber bajas y altas, que va a haber algunos descalabros, tropiezos serios como el caso de Brasil, el de Argentina, pero al mismo tiempo podemos tener éxitos en algunos otros lugares que se agregan al proceso y lo enriquecen. Mi conclusión es que hay un sedimento que ya no creo que pueda perderse fácilmente y que va a ir alimentando la resistencia y rebeldía latinoamericana, que conducirán en un tiempo que no podemos prever de antemano, a un momento irreversible de tranformaciones socio-políticas para el continente.

De México recibimos a veces muy malas noticias, sobre todo relacionadas con la violencia, la droga, la pobreza creciente y una inoperatividad del poder político tomado totalmente por las fuerzas de derecha. Me habla de que tiene la esperanza puesta en un proceso eleccionario. ¿Por qué?

Es poco conocido, a nosotros nos da mucha curiosidad porque el sistema de medios internacionales trata de ocultar por todas las vías las buenas noticias políticas, que son malas noticias para ellos. La buena noticia en México es que hace unos años se inició la construcción de una nueva organización política llamada Movimiento Regeneración Nacional cuyo anagrama es MORENA que ha construido una fuerza política nacional que ha ido ganando, conquistando territorio, influencia, y que conforme se acerca el momento electoral, que va a ser en julio de este año, conforme nos acercamos al punto crucial, va remontando y dejando a una distancia insólita todas las demás fuerzas políticas.

Es tan insólito, que MORENA tiene una ventaja que oscila entre el 15 y el 29 por ciento respecto a las demás fuerzas que siguen, casi dobla al segundo lugar; la tercera novedad es que el segundo lugar no es el Partido Revolucionario Institucional (PRI), lo que cualquiera esperaría. Esa es una cosa extraordinariamente novedosa en el proceso político mexicano. Ahora el PRI es tercer lugar, con posibilidad incluso de caer al cuarto lugar.

Todo esto crea una situación inédita en las que las probabilidades de que MORENA sea la organización política victoriosa son muy altas. Por supuesto, sabemos que en política nada está escrito, entre otras cosas, porque es evidente que las fuerzas de la oligarquía en México, particularmente el partido de derecha que está en segundo lugar, el Partido de Acción Nacional(PAN), en una coalición extraña con el Partido de la Revolución Democrática (PRD), que fue considerado alguna vez un partido de izquierda, tienen una alianza, son los que compiten con MORENA en el segundo lugar y el PRI se va a poner de acuerdo para buscar la manera, sobre todo cuando quede en unos meses en evidencia que MORENA va a arrasar en la elección, para intentar frustrar esa victoria, hacer lo que saben hacer, fraude electoral.

En Morena, México deposita esperanza. Foto: Internet
 

¿Qué trae de programa MORENA? ¿Qué usted exaltaría que está permitiendo estas ventajas?

En términos generales, MORENA tiene una propuesta, un proyecto antineoliberal. Se define como un proyecto que es contrario a todos los programas que han aplicado en México de manera casi religiosa. Si hay un país que ha sido fundamentalista en término de su adhesión al neoliberalismo y de su aplicación irrestricta ha sido el gobierno mexicano. En consecuencia, eso implica una gran novedad política.

Es un programa, un proyecto político que intenta colocar de nuevo lo social en el centro de la política estatal, que intenta abrir los cauces de participación política de las mayorías que han estado excluidas durante más de 80 años, desde la Revolución Mexicana. Revitalizar en consecuencia lo popular, hechar fuera todos los elementos autoritarios del sistema político, transformar el sistema de partidos que es un sistema de partidos con muchas dificultades, muchos vicios, combatir a muerte la corrupción, establecer como un principio fundamental la reconstitución de la sociedad, la honestidad, con un criterio subrayado, destacado, de elevar prácticamente al primer plano la cuestión ética, la ética política, hacer política de otra manera, con valores, con principios.

Mi tarea en MORENA es esa, una comisión jurisdiccional, encargado de la cuestión jurídica de la justicia, es vigilar que los principios, los valores de MORENA, no sean violados por sus miembros de tal manera que eso se aprecia muchísimo en MORENA. Finalmemente, con una visión de lo regional.

En una intervención, en un video donde Manuel López Obrador, que es el líder del partido, enfatizó algo que hemos sostenido sistemáticamente, y es que se trata de un proyecto netamente mexicano, construido de acuerdo con los valores mexicanos y enraizado en la historia mexicana que va desde Juárez, pasando por Villa, Zapata, Madero, nuestros grandes, Morelos, Hidalgo, nuestros grandes próceres, nuestros grandes personajes de la Revolución mexicana, con el General Lázaro Cárdenas.

Es un proyecto tan nacional como se puede y tan latinoamericano como se puede, dijo López Obrador.

Tampoco creemos que estemos solos. Estamos en un continente que requiere, en consecuencia, elaborar visiones que incluyan la integración regional también de América Latina, eso es MORENA en terminos ganerales.

Usted se ha acercado a la temática venezolana. Nos ha escrito sobre Chávez, sobre Venezuela. En su opinión ¿qué está sucediendo en Venezuela? Le han pronosticado tan corta vida a Maduro, tan corta vida al proceso venezolano, incluso había como una suerte de apocalipsis después que no estuviera Chávez, sin embargo, Venezuela está ahí. ¿Cómo usted evalúa ese proceso? ¿Qué habrá sucedido internamente? Un poco se contradice con cierta visión desde los medios de comunicación.

Es interesante lo que está pasando con el caso de Venezuela porque ha sido como varias veces el Waterloo de los medios de comunicación, los internacionales sobre todo, porque hay un doble engaño. El primer engaño es el de la oposición interna que se autoengaña y esa oposición interna a la que quieren apoyar los medios internacionales, le ha vendido otro engaño a los medios que se han dedicado a proyectarlo.

Ese engaño consiste en decir que Maduro es un dictador, lo que hay es una dictadura en Venezuela, nadie apoya ese gobierno y la oposición por el contrario es la expresión de la democracia. Ellos quieren establecer un sistema equilibrado, en pro de la paz social y además, cuentan con el apoyo de la inmensa mayoría. He visto hasta datos. El 93 por ciento de la población apoya a la oposición. Todo no es solo invento sino también inversión de la realidad.

Cuando uno analiza la realidad venezolana sin estar con estos prejuicios, lo que encuentras es que ni es verdad que la inmensa mayoría de la población apoya la propuesta de la oposición, ni es verdad que la oposición representa libertades y ni mucho menos concepción pacífica de la política. Actúan con mucha violencia, lo que los llevó al fracaso electoral. Están totalmente desconectados del proceso popular. Eso explica a su vez todo lo demás. Pensando que la estrategia de la guarimba y las tomas por la violencia de calles los iba a llevar a una especie de triunfo inmediato, donde al gobierno se le podía contar su tiempo por días, por semanas, y hasta por horas.

No ocurrió el derrumbe del gobierno, al contrario, en la primera oportunidad en la que el pueblo venezolano pudo votar salió enloquecido a votar y a manifestar que estaban contra esa visión de lo que pasaba en Venezuela.

Mencionó procesos que prueban un retroceso como Brasil y Argentina. ¿Qué lecciones de lo que no podemos hacer en Latinoamérica ha sacado de ello?

Cuando la izquierda llega al gobierno debe preocuparse por la construcción de una organización popular, de un partido con organización de base, si no lo consigue, está en problemas más tarde o más temprano. Ocurre que, estos partidos ofrecen, inmediatamente se llega al gobierno, los cuadros básicos. Se da una especie de vaciamiento, pasó con el Partido de los Trabajadores, con Alianza País. En el caso de Ecuador, cuando cambia la orientación del jefe de la burocracia del gobierno, resulta que cuando miras hacia el partido, cuando miras hacia atrás, encuentras que está casi vacío y que los cuadros básicos son empleados del nuevo presidente. Tenemos que aprender a prestarle más atención a la cuestión de la organización de base, de partidos populares que respondan realmente  a los intereses de la gente y que los mantenga en permanente participación política, sino, estamos en problemas.

Segundo, darle importancia a la cuestión ético-política. Si observamos los problemas que hemos tenido con varios de nuestros dirigentes latinoamericanos, con razón o no, ha sido a raíz de problemas de carácter ético-político, problemas de moral, en algunos casos, calumnias, pero aún en ese caso hay una lección, de que ya la derecha comprendió que uno de los fuertes de la izquierda son los principios éticos. Saben que es un fuerte, por tanto, están al acecho para pegar en esa columna que sabe que nos hace daño. Aún en casos como el de Evo, en el que le inventan todo este cuento, lo hacen porque saben que la cuestión ética es muy importante.

Cuando la gente pierde la fe en la superioridad moral de la izquierda nos ponen en problemas. Hay que cuidar muchísimo este terreno, esa es otra lección. Existen también lecciones positivas que nos enseñan para lo que viene en América Latina.

 

Transcripción y redacción: Liliam Lee