Del otro lado de la bahía le espera una esposa amantísima,

los hijos le preguntan por sus golosinas,

los hombres del barrio le requieren por sus piezas

diseñadas para aliviar alguna carencia, aliviar la pobreza.

Partidas de dominó llenan sus noches,

alguna historia les dice a sus hijas antes de dormir,

como en las películas así lo ha visto

un padre sobre el que descansa el hogar.

Nadie sospecha el acontecer de sus tardes, 

pierde entre la gente, busca unos brazos fuertes,

en los que ahoga un deseo semejante

a veces es infructuosa la cacería,

ya no tiene veinte años,

el vigor comienza a abandonarlo,

entonces llama a la puerta que antes cerró

porque él quería más, un hogar, unas paredes

que le devolviesen las sonrisas de los pequeños,

una mujer, 

una vida respetable.