Desasosiego, melancolía, incertidumbre, ternura, rabia, deseo, tristeza, alegría, satisfacción, inquietud, alivio, paz… Tanto podemos sentir si, despojándonos de todo prejuicio, nos dejamos llevar por las sonoridades que nos rodean. Andamos muy apurados siempre, no nos damos esa oportunidad. Sin embargo, si decidimos asistir al concierto que el trío holandés Under the surface ofreció en el Teatro del Museo Nacional de Bellas Artes es porque, en principio, estábamos preparados para que así fuera.

Under the surface genera una empatía creativa contundente y sus integrantes fluyen, juntos, en una “catarsis” basada en la improvisación y la comunicación continua.

Incluso más de lo esperado… hasta el límite del alma propia podíamos llegar. Un viaje musical, sin palabras, solo guiados por el diálogo profundo entre los instrumentos y el que se sostenía entre cada uno de ellos y el músico que lo ejecutaba, mientras una voz femenina mezclaba holandés antiguo con sonidos onomatopéyicos y de expresión visceral.

Ellos son: el baterista Joost Lijbaart, el guitarrista Bram Stadhouders y Sanne Rambags, quienes pertenecen a generaciones distintas y, por tanto, a espacios musicales diversos. No obstante, generan una empatía creativa contundente y fluyen, juntos, en una “catarsis” basada en la improvisación y la comunicación continua.

Fue realmente novedoso cerrar los ojos en ese teatro tan aplaudido por sus exquisitas presentaciones… y escuchar. Fue, además, ciertamente sorprendente apreciar la feliz unión entre ellos, su discurso musical y la apropiación que de él hicieron los músicos cubanos —el contrabajista Jorge Reyes y el percusionista Yaroldy Abreu—, en tanto forman de un proyecto como este por primera vez.

Minutos después del concierto, Reyes confesaba que fue una experiencia singular para ambos, “y ha sido muy placentero que la rítmica cubana se haya sumado a su tendencia artística y que se haya obtenido un resultado tan fabuloso. No logro imaginar otros instrumentos, quizás un chelo y un clarinete, no sé si algún otro; pero en cualquier caso, comprendimos que hay que mantener la comunicación profunda y concentrada, para que cada uno pueda ‘entrar′ en el otro, entenderlo, seguirlo, hablarle desde el instrumento. Ha sido muy enriquecedor”.

Fue sorprendente apreciar la feliz unión entre ellos, su discurso musical y la apropiación que de él hicieron los cubanos Jorge Reyes y Yaroldy Abreu.

A Sanne Rambags quise preguntarle desde el principio si se consideraba cantante o vocalista, teniendo en cuenta que, aunque son vocablos empleados como sinónimos indistintamente, uno de ellos acepta una acepción más amplia de las posibilidades vocales. Y ella tiene una función instrumental con su voz y a ratos, es una portadora de emociones colectivas.

“¿Cómo considerarme? Es una muy buena pregunta. Siempre le digo a otras personas que prefiero presentarme como vocalista. En neerlandés existe otra palabra para eso, que describe lo que hago. En inglés, realmente no importa cuál palabra usar, pero realmente hago más cosas con mi voz que cantar en una lengua específica, y eso es lo que hago y como me gusta expresarme. Entonces, el cantante quizás solo cante canciones, pero la voz es capaz de muchas cosas diferentes, y eso es lo que me gusta demostrar”.

“Under the surface sumó a Cuba a su mapa musical. Los que asistimos al concierto les dimos el derecho de abrirnos el pecho y sacarlo todo”.  

¿Por qué incluyeron a Cuba en su tour? Un concierto en el Festival Havana World Music y otro en Bellas Artes.

En primer lugar, es increíble estar aquí y siempre ha sido un gran deseo para nosotros actuar en Cuba. Hemos actuado, en los últimos cinco años, en 26 países en cinco continentes diferentes, pero nunca aquí. Y siempre nos atrajo este país, por eso pensamos en la energía de la música.

Nos pusimos en contacto con Ailey Silvanz, ella es de los Países Bajos, y ha estado aquí durante los últimos 30 años y sabe mucho de músicos cubanos. Trabajó con muchos, especialmente con Jorge Reyes. Reunió algunos músicos y algunas ideas, nos conocimos y tocamos, y esa fue una muy buena conexión.

No conocíamos mucho de la música cubana. Este viaje hasta aquí fue definitivamente una profundización en el país. Y el concierto que hicimos en Fábrica de Arte fue una manera realmente hermosa para mí de conocer aún mejor la música, bailar con ella y ver tocar a los músicos.

“Siempre nos atrajo este país, por eso pensamos en la energía de la música”, comentó la vocalista Sanne Rambags.

Como si estuviéramos en las cavernas, sin otro lenguaje que no fuera el que emitimos con nuestro cuerpo y el que se le arranca a los instrumentos, todos nos comunicamos y compartimos estados de ánimo, sensaciones, emociones, guiados por el universo sonoro que Under the surface fue construyendo.

“Daremos algunos conciertos en los Países Bajos; luego saldremos de gira por Canadá, Nepal y Japón. Continuaremos de gira y descubriremos nuevos países y tradiciones, y esperamos poder dar la bienvenida a estos increíbles músicos con los que tocamos esta noche cuando estén en Europa. Sería genial estar conectados. Tal vez haremos un álbum con invitados, aún no lo sabemos. Los tres tenemos también otros proyectos, pero este es nuestro proyecto principal”.

Under the surface sumó a Cuba a su mapa musical. Los que asistimos al concierto les dimos el derecho de abrirnos el pecho y sacarlo todo.