Antonio Manuel[1] resulta ser no solo uno de los intelectuales más reconocidos de Andalucía, sino también un académico y activista social, cultural y político de gran calibre. Su palabra alcanza vuelo, tan alto y tan “jondo” que a veces parece venido de otro cosmos. Y el flamenco le corre por las venas. Las raíces y las alas le son lo mismo, como si rasgara —al escribir y al hablar— lo sagrado y lo divino de los hombres y las mujeres andaluces; de todos los hombres y las mujeres de la tierra.

Su existencia lleva la cadencia de Andalucía; es su vida y su muerte. Andalucía le es hoy Cuba, pero puede ser mañana cualquier rincón del mundo que respire, sienta o padezca los sones de unas palmadas y un guitarreo andaluz.

No es nada casual que Antonio Manuel haya cruzado el Atlántico tras seguir los pasos de Federico García Lorca en Cuba, y quiera vivir el aire y la patria que el poeta de la generación del 27 descubrió en esta isla paradisíaca. Antonio Manuel ha tenido a su cargo el prólogo del libro García Lorca y Cuba, de Urbano Martínez, de la editorial Utopía Libros. Ha vencido los más de siete mil kilómetros para ponerle alas al verbo.

“Debía ser un texto en el que se fundiera la prosa con la poesía. Para no traicionar el espíritu lorquiano, el fondo y la forma tienen que darse la mano. Es mi lenguaje natural: coloco el corazón en la pluma cuando escribo y en la garganta cuando hablo”, explicó el andaluz.

El prólogo da solo pinceladas a lo que luego el lector encontrará en la investigación de Urbano.

Lorca se descubre en La Habana, en Cuba. Encuentra un espejo donde mirarse y se mira, y no siente vergüenza de hacerlo. En otros espejos, condicionados por una sociedad altamente conservadora, era reconocerse repudiado. / Lorca se vio en los más débiles. Llegó a decir que sentía compasión del judío, del gitano, del morisco que todos llevamos dentro. Federico llega a Cuba y se da cuenta que existen mujeres empoderadas, a pesar de lo modelos patriarcales. Conoce a negros y negras exactamente igual en la conducta y en el latido de su memoria que los gitanos de la ciudad de donde proviene. Ve a negras bailando guaguancó y parece que fueran gitanas bailando una zambra. Cuba es una explosión vital para Federico”, confesó el prologuista.

“Cuba es una explosión vital para Federico”.

Su obra ensayística e investigativa tiene la constante del rescate de la memoria histórica. ¿Por qué utilizar la memoria histórica como un puente de conexión entre Andalucía y Cuba, entre los pueblos?

Nuestros pueblos comparten la misma virtud y la misma enfermedad. La virtud de haber hecho frente al poder con el estandarte de la memoria. La enfermedad de hacerlo sin saber por qué; pues han perdido el código fuente. Ya no saben cuál es el origen que los llevó hacerlo.

En Andalucía, cuando se produce la conquista castellana de Al Ándalus, la mayoría de la población se quedó, y para sobrevivir tuvo que mantener de forma secreta el mundo espiritual y la religiosidad popular. Como olvidaron el código fuente, mantienen la virtud de la memoria y la enfermedad del olvido para poder explicarla.

“Como olvidaron el código fuente, mantienen la virtud de la memoria y la enfermedad del olvido para poder explicarla”.

Para resucitar la memoria histórica se debe utilizar el lenguaje academicista para los académicos. La labor divulgativa debe hacerse usando la belleza de la poesía. Además de llegar a la razón tienes que llegar al corazón.

En mi caso utilizo una voz personal, porque reivindico lo que siempre ha sido la literatura. Los grandes autores a los que admiré, los reconocía en el primer párrafo, porque ya presentía su voz personal. Desde el rigor científico prefiero, en lugar de un lenguaje académico, un lenguaje más poético; creo que es un arma más potente.

“Desde el rigor científico prefiero, en lugar de un lenguaje académico, un lenguaje más poético”.

En ese rescate de la memoria histórica, ¿cómo conviven la oralidad y la palabra escrita?

La oralidad es la palabra hablada y el arma de los vulnerables, de los oprimidos, de quienes tuvieron que trasmitir la memoria de sus ancestros y refugiarla en los yacimientos más difíciles de expoliar. No se puede entrar en el alma, la garganta y la espiritualidad, no se puede encarcelar un sonido.

La palabra escrita puede ser justamente lo contrario: el arma de la historia que manipulen los vencedores, contando como verdad lo que no ocurrió. En tanto que la oralidad trasmite lo que oculta la historia, de generación en generación.

La memoria, como el amor y la libertad, se gasta de no usarla. La memoria tiene que usarse para que se mantenga, la historia no. La memoria está hecha de vida; la historia no necesariamente.

El reto para los que creemos en la defensa de los más vulnerables y en el rescate de toda la memoria clandestina es que se convierta en palabra escrita; pero sin que la memoria muera. El desafío es que oralidad y palabra escrita sean hermanas siamesas, que compartan el mismo espacio. La historia tiene como deber incorporar la memoria que no está en los libros: de los vulnerables, de los marginados, de los excluidos… esa es mi lucha. Mientras no esté en la historia de mi país la palabra hablada de gitanos, negros, moriscos, mujeres, esclavos, seguirá siendo mentira.

“Mientras no esté en la historia de mi país la palabra hablada de gitanos, negros, moriscos, mujeres, esclavos, seguirá siendo mentira”.

En diciembre del 2022 se presentó la quinta edición de su libro Flamenco: Arqueología de lo jondo. Como toda su obra, es un coral de voces desde distintas ciencias sociales, en memoria de quienes nunca la han perdido…

El flamenco no deja de ser una combinación mágica de dolor y alegría, que son las vetas sensoriales de mi pueblo y el tuyo. El “ay” y el “ole”: el dolor y lo sagrado. Tiene que ver con la cultura hermana de Cuba y de tantos lugares de América.

El flamenco no ha dejado de ser un mecanismo de trasmisión oral y moral de nuestros antepasados. Especialmente, a través de las mujeres, desde los ambientes más hostiles, en la intimidad de los hogares. No suele existir monumentos de ellas en las calles, sin embargo, hay monumentos de ellas en el aire.

Como profesor en la Facultad de Derecho, mi primera acción es esgrimir la ley como garantía de los débiles. Esa es mi lucha social. En mi lucha cultural, es la misma cosa. Entiendo que no puedo acceder a un saber popular sin una mirada holística.

Uno de los males de la sociedad es convertir el saber en una cómoda hecha de cajones. El especialista del cajón uno nunca puede hablar del cajón dos. Estamos convirtiendo el saber en sinónimo de especialidad, ignorante de todo lo demás que rechaza por miedo a la ignorancia. La etimología y la lingüística tienen que estar al servicio de la historia, de la antropología social, de la memoria, de la musicología.

“Estamos convirtiendo el saber en sinónimo de especialidad, ignorante de todo lo demás que rechaza por miedo a la ignorancia”.

Creo que hay que incorporar a la historia de Cuba la expulsión de los moriscos, la persecución de los judíos y esa parte de la historia que me han amputado a mí como andaluz y, por extensión, a ti como cubana.

Para hacerle frente al olvido ha liderado, como profesor, en Córdoba, una cátedra para el estudio de la memoria histórica…

En España, la universidad no ha estudiado de una manera reglada lo que ocurrió durante la Guerra Civil, especialmente durante el genocidio franquista hasta la restauración democrática. No hay una asignatura específica. Lo han hecho con enorme dignidad muchos investigadores, pero no ha llegado a calar como debiera en nuestros colegios e institutos. Y mientras tanto, siguen bajo tierra más represaliados en Andalucía que en las dictaduras chilena y argentina juntas.

“(…) siguen bajo tierra más represaliados en Andalucía que en las dictaduras chilena y argentina juntas”.

Hace 4 años un grupo de profesores de la Universidad de Córdoba nos reunimos con la intención de incorporar todas las investigaciones en torno a la memoria democrática y hacerlo de una forma vertebrada, que no sean estudios aislados, sino un continente común en el que todo ello se estructure.

En este sentido, ¿en qué medida la instrucción y la educación deben ser herramientas indispensables de la academia?

La palabra educar tiene el prefijo “ed”, extraer. Instruir tiene el prefijo “in” que significa introducir. Muchas generaciones hemos sido instruidas y no educadas. Hay que buscar el equilibrio entre instrucción y educación. La instrucción es como si fuera el cuerpo y la educación el alma.

“Hay que buscar el equilibrio entre instrucción y educación. La instrucción es como si fuera el cuerpo y la educación el alma”.

Necesito, por ejemplo, repetir los huesos del cráneo para identificar el nombre de cada uno; eso es instruir. Pero ese proceso debe estar complementado con la educación. Es importante, volviendo al ejemplo de los huesos, saber dónde se localizan, palparlos. 

Me preocupa mucho también que el lenguaje que se utilice para interpelar al alumno sea un lenguaje iniciático, que no se entiende, pues son extremadamente cientificistas, academicistas. Puede pensarse que si no se escribe así no hay rigor científico y se convierte en una adulteración de la verdad.

“La memoria sin verdad es olvido y la verdad sin memoria es mentira”.

En el proceso de enseñar debemos usar un lenguaje hermoso y asequible. El emisor debe estar en la misma altura lingüística y académica de quien lo va a recibir.

Suelo decir que memoria y verdad son la misma palabra en griego. La memoria sin verdad es olvido y la verdad sin memoria es mentira. Por tanto, las armas de la memoria son la verdad.


Notas:

[1] Intelectual y profesor andaluz. Doctor en Derecho y profesor de Derecho Civil UCO. Coordinador Laboratorio Jurídico sobre Desahucios de la Universidad de Córdoba. Vicepresidente de la Federación Ateneos de Andalucía. Merecedor del Premio Nacional Amador de los Ríos, con su primera novela “Nenia”. Es colaborador en distintos medios de prensa. Ganador del Premio Internacional de Casablanca y de Denuncia Social de Salobreña. Firme defensor del legado andalusí, fue uno de los promotores de la Candidatura de los descendientes de moriscos andalusíes al Premio Príncipe de Asturias de la Concordia. Tiene entre sus títulos: “La Huella Morisca” (2010), “El soldado asimétrico” (2017), Flamenco: Arqueología de lo jondo (2018).  Recibió el Premio Carmen a mejor canción original por “Nana a Medias”, para la película andaluza Pico Reja

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