En la noche del 2 de noviembre la Sala Avellaneda del Teatro Nacional de Cuba fue testigo de dos acontecimientos especiales: el tributo al aniversario 79 del debut de Alicia Alonso en el rol central de Giselle y la reaparición escénica de la Primera Bailarina y Directora General del Ballet Nacional de Cuba, Viengsay Valdés. Una sala colmada de un público caluroso que no escatimó elogios y cerradas ovaciones en cada uno de sus desempeños, como la joven aldeana del Acto I y la etérea willi del Acto II, en los cuales estuvo acompañada por el italiano Jacopo Tissi, primera figura del Teatro Alla Scala de Milán.

“Estos terribles años de pandemia la obligaron a vencer nuevos desafíos, entre ellos el de la maternidad y la recuperación física y mental como Primera Bailarina”.

Fue un reto duro para Viengsay, pues ese retorno significaba ratificar las altas cotas de técnica que ella misma había establecido. Viengsay debía enfrentar los retos que le había dejado la Viengsay precedente. Estos terribles años de pandemia la obligaron a vencer nuevos desafíos, entre ellos el de la maternidad y la recuperación física y mental como Primera Bailarina. Esta labor requirió de disciplina, rigor y entrega a ultranza, para recuperar virtudes que le valieron el alto reconocimiento internacional.

“Viengsay debía enfrentar los retos que le había dejado la Viengsay precedente”.

Y salió airosa, el público pudo verla frágil, tímida y asustadiza como la aldeana que se debatía entre su amor sincero por el engañoso Duque Albrecht y el cortejo permanente del rudo Hilarión, guardabosque no resignado a perder a su amada. La arroparon en ese acto Aymara Vasallo como Bertha, la afligida madre; Dani Hernández en su convincente rol de Hilarión, y Chavela Riera, sobria en su interpretación de Bathilde.

En el Acto II, desde su iniciación como willi, dio pruebas de que mantiene intacto su poderío técnico y la ductilidad para transformarse en un ser etéreo, espectral y con pleno dominio de tan exigente estilo como es el romanticismo. Ingrávida, casi sin tocar el escenario, desafió con el amor y el perdón los designios autoritarios de Mirtha, la reina de las Willis, encarnada en esta ocasión por la talentosa Ailadi Travieso y el agresivo poderío de las willis, que como cada noche revalidó la fama ganada con un cuerpo de baile de excepcional calidad, devenido estrella colectiva durante las cinco funciones de este ciclo dedicado a Giselle.

Bienvenido tu retorno en esta exitosa e histórica noche.

“Un cuerpo de baile de excepcional calidad, devenido estrella colectiva durante las cinco funciones de este ciclo dedicado a Giselle”.
“Viengsay dio pruebas de que mantiene intacto su poderío técnico”.
“Esta labor requirió de disciplina, rigor y entrega a ultranza, para recuperar virtudes que le valieron el alto reconocimiento internacional”.

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