El piano es un medio sonoro usualmente presente en las producciones fonográficas en Cuba, ya sea como parte de agrupaciones de música popular, de jazz o de música de cámara. En esta edición del Premio Cubadisco, el álbum Prokofiev Vol. 1 ofrece una mirada al piano como protagonista y gestor único del sonido y la expresión. Como a través de una ventana en el tiempo o una especie de elipsis cinematográfica, su intérprete, Marcos Madrigal, nominado en la categoría de Solista Concertante, invita a descubrir la estética del compositor ruso Sergei Prokofiev.

Producido por el sello discográfico francés Artalinna, este álbum es fruto de la madurez del pianista, que cuenta con una carrera sólida, desarrollada en forma de espiral desde sus estudios, realizados en las academias de música en la Isla, hasta su amplia formación y experiencias internacionales. En particular, es insoslayable su reciente y magistral interpretación del concierto Vitral para piano y orquesta, que integra la colosal obra Habana Concerto, del maestro José María Vitier.

El álbum Prokofiev Vol. 1 está nominado en la categoría de Solista Concertante en esta edición del Cubadisco.

Resalta en Marcos Madrigal su capacidad para asumir disímiles repertorios, como el que nos ocupa. La música de Sergei Prokofiev se materializa en sus manos desde la búsqueda de timbres y pasajes coloridos, que reconcilian el post-romanticismo ruso de finales del siglo XIX y principios del XX, con las influencias de un impresionismo adyacente. Madrigal encuentra en las cualidades intrínsecas del piano, lo mismo sonidos acuáticos y gestos poéticos, que pasajes de gran fuerza, en los que lo grotesco, lo irónico o lo mistérico se adueñan de la trama musical.

En este primer volumen de piezas, el pianista nos ofrece un relato en varios tempos, caracteres y ambientes musicales sugeridos desde los títulos de cada obra. “Pittoresco”, “Feroce”, “Inquieto” o “Con eleganza” no son solamente títulos, sino estados del alma, meditaciones o danzas en los que el pianista abraza al oyente.

Componen el álbum una veintena de piezas breves, notablemente efímeras, no solo por su duración, sino también por su cualidad de quedar grabadas como una veloz estampa en la memoria musical. Estas importantes obras para piano integran el ciclo Visions fugitives Op. 22 (1915-1917), que Prokofiev escribiera en su juventud y que simbolizan una escalada en términos técnicos e interpretativos para cualquier pianista. Madrigal se apropia de cada estampa y de la suite en su totalidad, cual pintor que maneja con detalle cada giro de su pincel, proyectando, al mismo tiempo, un mural de grandes dimensiones.

Con su gran dominio técnico del instrumento, el pianista proyecta la estética de Prokofiev hacia la contemporaneidad, esta nuestra época donde la música del creador ruso permanece como un paradigma que guía a compositores e intérpretes de diversas latitudes.

Prokofiev vierte, en sus Visions fugitives, plurales recursos literarios e imágenes que yacen retóricamente en los títulos de las piezas, y se evidencian en la sonoridad que el pianista extrae de cada movimiento del ciclo. Asimismo, se advierten reminiscencias del género coral, según la estética de Johann Sebastian Bach, en piezas como “Dolente Meno Mosso”, cuyo ritmo armónico taciturno conduce a momentos de contemplación y cuyo sonido asemeja al piano con el arpa: una transformación filosófica que logran la sensibilidad y la creatividad de Marcos Madrigal.

Con su gran dominio técnico del instrumento, el pianista proyecta la estética de Prokofiev hacia la contemporaneidad, esta nuestra época donde la música del creador ruso permanece como un paradigma que guía a compositores e intérpretes de diversas latitudes.

Las seis últimas piezas del álbum corresponden a dos sonatas —Piano Sonata No. 5, Op. 38 (1923); y Piano Sonata No. 7, Op. 83 (1939-1942)—, género que durante siglos ha representado un arquetipo estructural en la creación pianística. Prokofiev redefine el concepto de forma, desde su estética rusa post-romántica y nacionalista, y ello supone una influencia para Marcos Madrigal quien, sin alejarse del sentido arquitectónico horizontal que plantea la noción de forma, privilegia el contenido, la expresión, la emoción como factor cohesionador y el espíritu que vence a la materia. Esta dicotomía sella, por tanto, el fonograma como una obra contemporánea digna de ser admirada.

La nominación de esta producción al Premio Cubadisco 2022, resulta tan justa como relevante, pues reconoce el alto nivel alcanzado por la Cátedra de Piano en Cuba, y simboliza al patrimonio pianístico atesorado en la nación durante más de un siglo; tradición de la que Marcos Madrigal es uno de los más prolíferos herederos. Méritos y reconocimientos aparte, el pianista, con su álbum Prokofiev Vol. 1, traza el camino para sumergirnos en una experiencia sublime y transformadora del arte musical.