Las dos novelas insignes del escritor y médico cubano Miguel de Carrión, Las Honradas y Las Impuras, así como el texto Tratados de La Habana, de José Lezama Lima, se presentaron este sábado en la Calle de Madera, como parte de las actividades del Instituto Cubano del Libro por el inicio del verano.

Se trata de tres volúmenes de la Colección Conmemorativa 500 aniversario, de la Editorial Letras Cubanas, que merecen algo más que una presentación por su fuerte carga literaria y lo bien que retratan a la sociedad cubana en que fueron publicados, cada uno con intenciones específicas.

Carrión en Las Honradas, obra con 102 años de historia, toma como referente la vida de una mujer, Victoria, para mostrarnos un estudio profundo de la psicología femenina, mediante una narración de exquisita factura.

El mundo emocional de la protagonista, expresado en sus deseos, rencores, miedos y desafíos, se convierte en el testimonio de no pocas damas del siglo XX y hasta del XXI, que vivieron y viven una situación similar: el rechazo al sexo producto de la crianza familiar.

Obligada a casarse con un sujeto al que no ama, los deseos carnales siguen sin aparecer en la mente y el cuerpo de Victoria, hasta que conoce a otro hombre y se entrega a él sin condiciones. En un aproximado de 576 páginas, se cuenta una historia de ficción con mucho de realidad, ya que los hechos narrados por el autor han sido más que verdades a través de los tiempos.

Dos años después, en 1919, aparece Las Impuras, libro con el mismo propósito que el anterior, servir como crónica de la época. Es ante todo un suspiro, un sentir del alma femenina contra la hipocresía de la clase burguesa, y también se convierte en un fresco literario de la vida habanera en la república.

Carrión detalla las calles, plazas, edificios y paseos emblemáticos de la otrora villa de San Cristóbal, además de la criollez de las cubanas. Así lo constata este fragmento del texto: “una arrogante morena, de elevada estatura, tez pálida y grandes ojos oscuros (…) bajo cuyos pliegues se adivinaban un lindo busto, un talle erguido y unas carnes firmes llegadas a la completa madurez de la vida”.

La editora de ambas novelas, Radys Puebla Borrego, en la presentación reconoció asimismo el valor de la figura femenina “como eje incitador y decodificador que la catapulta, más allá de sus límites como personaje-objeto, para lograr que el hecho ficcional se consuma como fenómeno genuinamente artístico”.

Por su parte, Tratados de La Habana, de José Lezama Lima, nos conduce desde otra poética a un diálogo con la ciudad próxima a cumplir 500 años. Profesa de esta forma su eterno romance con la urbe que lo vio crecer y convertirse en el novelista que significa para Cuba y el mundo.

En ese amorío incondicional retrató numerosos momentos culturales y sociales de la capital. Dedicó horas a escribir sobre René Portocarrero, José Martí, las noches habaneras, los juegos de pelota, la temporada de invierno, así como sus impresiones del 10 de Octubre, entre otros temas.

El volumen fue publicado en 1958 gracias al poeta y escritor Samuel Feijóo, mientras que la más reciente edición le correspondió al director de Letras Cubanas, el escritor Rogelio Riverón, quien en sus palabras de presentación destacó el perfil costumbrista de la publicación, lo cual se aprecia en la sección Sucesivas o Coordenas Habaneras, una de las más extensas del libro.

“Evidentemente, no es un costumbrismo chato en el que lo cotidiano salta a la vista de una manera poco creativa, sino que es el costumbrismo de Lezama”, afirmó.

En un segundo momento, Riverón recordó que Letras Cubanas tiene aún pendiente, en su colección dedicada al prestigioso novelista, la publicación de la poesía completa del autor de Muerte de Narciso. Hasta el momento han publicado Paradiso, Oppiano Licario, además de sus ensayos.