Vivir para la canción… premisa del dúo Flor y Rey

Ivón Peñalver
28/1/2020

Hemos sido partícipes de la primera entrevista pública hecha a un dúo de reciente creación, con mucho por decir y hacer. Flor, con más de dos décadas de experiencia como intérprete y Rey, bueno, qué decir de Rey Ugarte, imprescindible hombre de guitarra, de pensamiento y sentimiento filinero, y, más que eso, amante del buen gusto por la canción, el instrumental y por el arte de componer y acompañar.

Hace apenas un año decidieron juntar talento y alma en favor de un proyecto que nació sin apenas imaginarlo.

Una relación amorosa es el soporte emocional de este dúo en el que reina la armónica combinación de una voz de transparencia natural (la de ella), que desde su singular registro juega con las melodías, matiza, crea silencios y llena de válidas intenciones lo que expresa, mientras él le acompaña diligente, seguro de que en cada tema hay una razón mayor para vivir la canción. Valdría entonces acercarnos un tanto a ellos para conocer algunos de sus porqués a la hora de elegir qué, cómo y por qué defienden la canción.

Dúo Flor y Rey. Fotos: Cortesía de la autora
 

Quiénes son

Flor Ileana Gutiérrez Parra llega a la canción de modo autodidacta, aunque fueron sus padres, de oriental procedencia quienes sembraron en ella la semillita de amar la canción, sobre todo su madre, que se enorgullecía de conocer e interpretar en casa un amplio repertorio que se movía desde la trova hasta terminar en una cadenciosa guaracha.

Suma veinticuatro años como intérprete, primero formó parte del cuarteto Ocasión JF, que aún existe, trabajaba entonces en el Hotel Sevilla. Allí se inició como solista y, en 2003, comenzó en un proyecto con el Trío Saoco, trabajó en Alemania durante meses y con el que se mantuvo hasta 2019. Tal vez su propio desconocimiento académico al acercarse a la música posibilitó que su criterio para interpretar correspondiera con la tesis del maestro Luis Carbonell, que refería la necesidad de leer el texto como poesía e ir desentrañando sus misterios. Para Flor, luego de esa primera etapa esencial a la hora de seleccionar un texto, si este le dice lo suficiente como para poder apropiarse de él,  solo entonces es que se inicia para ella el camino hacia la interpretación.

La presentación de Rey Ugarte es muy cómoda porque es de esos nombres imprescindibles en el universo musical cubano. Es fácil recordarlo en la Orquesta de Tropicana, y acompañando a importantes valores de la canción cubana de distintas generaciones, como la Señora Sentimiento Elena Burke; Beatriz Márquez, a quien acompañó sin ser aún profesional; Mirian Ramos, Lynn Milanés —a quienes agradece muchísimo y de quien nunca se separa completamente—, Yusa, Pablo Milanés, Raúl Torres, Anais Abreu, Pablo Santamaría, Sexto Sentido y Marta Valdés, con quien compartió un Premio Especial Cubadisco por el fonograma Doce boleros míos.

Y es que este confidente de la guitarra, que inicialmente interpretaba la eléctrica en tiempos en que esta no era favorecida dentro de las agrupaciones, justo por no abandonarla fue rumbo a la acústica para dejar en ella su impronta.

Y se hizo el milagro

Pasadas las presentaciones, cuentan los protagonistas:

“Ha sido un gusto que el nacimiento del dúo haya sido así, primero iniciamos una relación amorosa, y de ahí pensamos asumir un cuarteto, pero el sitio donde nos propusieron trabajar era muy pequeño, así que apostamos por el dúo. Por tanto, esta unión musical surgió sin tenerlo previamente diseñado, se mostró así y de ese modo lo tomamos.

Como dúo sumamos un poco más de un año de creado, exactamente en abril de 2018, y nacimos en el restaurante La Catedral, donde todavía nos presentamos”.

Flor y Rey en la intimidad de su hogar.
 

Y, vivida la experiencia del dúo, ¿qué lo distingue?

“Ante todo, privilegiamos el respeto hacia el intérprete, en mi caso en el rol de guitarrista acompañante parto de la premisa de que tiene que prevalecer un equilibrio entre la voz y el instrumento melódico. En ocasiones ocurre que el instrumentista piensa en sí en el momento de presentarse, y puede que revele todo el virtuosismo del que es capaz, y en eso atropella la composición, porque todos los excesos son malos.

“No se puede exceder en adornos, es necesario reposar, si se puede aprovechar en algunos silencios de la composición para recrear un tanto los acordes, perfecto, pero sin olvidar que es preciso un diálogo entre la forma de acompañar y el decir de la composición. Somos dos personas que, a la hora de entregar el tema, nos convertimos en una, que, además, marcha en una sola dirección, de modo que el oyente siga los matices que trae cada tema en sí mismo.

“El dúo defiende la música cubana aunque puede asumir repertorio internacional, en tal caso siempre lo hace con una cadencia que remeda la sonoridad nuestra. Nos distingue también la tímbrica, en estos momentos asumimos voz y guitarra, Flor asume lo percutido porque además toca bongó, pero en un futuro inmediato trabajaremos a dos voces. A la par nos interesa seguir explorando el universo de los compositores cubanos, porque se sigue buscando en el pentagrama internacional cuando tenemos un potencial incalculable en el país. Nosotros procuramos retomar temas que tal vez fueron alguna vez interpretados, pero no han corrido la suerte que debieran haber tenido por su calidad, y lo mejor es que, cuando se escuchan en la actualidad, por su expresión parecen ser escritos ahora. Por supuesto, en medio de todo ese potencial iré insertando mis propias composiciones”.

Flor y Rey fueron invitados a los conciertos de inicio de año de Ivette Cepeda, y se marcharon con el eco de los muchos aplausos recibidos. Primero una canción folclórica africana, luego la descarga se apoderó de ese momento de la noche, que para Flor constituía su primera vez en un teatro, mientras para Rey significaba la plena conciencia del nuevo reto que se abría en su vida profesional. Roto el hechizo de las luces, el sonido y la acción con el fin de las noches, los sueños cobran vida y echan a volar, en el caso del dúo de Flor y Rey, se traducen en encontrar un sitio, tal vez bohemio, donde poder encontrarse con un público amante de la canción.

Hasta hoy Marta Valdés, César Portillo y Vicente Garrido son obligayorios en sus presentaciones. Hoy suman más de sesenta los temas “montados”, muchos de ellos arreglados a primera vista y según la avidez de sus propios escuchas, pero, necesariamente, se siguen sumando otros compositores como Descemer, Polito Ibáñez, Raúl Torres y Yaima Orozco, quienes igualmente llenarán la nómina de buen gusto autoral al que Flor y Rey apelan y siempre aspiran. 

Desde la ternura, la transparencia y el desafío, este dúo convence al interpretar, de ese modo abren mundos de invención y belleza, sencillamente porque decidieron, al estilo de Elena Burke, pedir permiso a la vida para vivirla por y para la canción. Esa es su premisa.