“Voces que suenan como perlas cayendo”

Guille Vilar
17/12/2019

Esta presentación del CD Lo que dice mi cantar, del Trío Palabras, significa mucho más que hablar acerca de un disco bonito, muy bien interpretado, por cierto. Ni tampoco estamos aquí todos reunidos por un elemental compromiso con los artistas participantes en esta obra, y mucho menos podemos verlo como la concesión que implica el sacrificio de dejar la comodidad de la casa para compartir un poco de buena música.

CD Lo que dice mi cantar, del Trío Palabras. Fotos: Vanguardia
 

En realidad, estamos aquí para valorar el esmerado esfuerzo del Trío Palabras e instituciones afines que colaboraron en la realización del disco, para aplaudir el logro de convertir el arte de la música del trío en una agradable propuesta que siempre será bien recibida. Y, a la vez, estamos aquí reunidos para compartir el elogio a la vida, el elogio a la belleza de la vida que encierra la audición de este disco. Es mediante el sugerente acople de las voces de Vania Martínez y Liane Pérez, cuando comprendemos que se ha descifrado el misterio de una maravilla, esa que, conjuntamente con los refinados arpegios de la guitarrista Nubia González, nos hace soñar por las orejas. Es tal el encanto que envuelve al entorno sonoro de este disco del Trío Palabras, que nos convierte en creyentes. Creyentes de que todavía una formación musical como la del trío pueda convencernos, una vez más, de que la belleza siempre sorprende.

Y no se trata solo de avalar el exquisito repertorio escogido, sino también el exigente rango profesional que singulariza a estas interpretes por mostrarnos el secreto de cómo deleitar con semejantes melodías. Buen gusto, inspiración profunda y una jovialidad desbocada son algunas de las características de estas jóvenes bendecidas con el don de ser artistas. Pero, llegar hasta aquí únicamente haciendo valoraciones en torno al efecto que provoca en nosotros el disco Lo que dice mi cantar, sería limitarnos a señalar lo obvio acerca de este impactante resultado artístico.

En verdad, hay mucho más que decir acerca del tema en cuestión. Vivimos en tiempos muy difíciles para la creación artística, en los cuales, como nunca antes, el poder del dinero se empeña en dominar a su antojo la espiritualidad de nuestras vidas. Es un hecho indiscutible el de que lamentables manifestaciones musicales insisten en ser parte de nuestra vida cotidiana, bien en un taxi, en una cafetería o en una guagua cuando alguien se sube portando una de esas cajitas sonoras con un reguetón a todo volumen. Y no es criticar por criticar al reguetón pues, como en todo, hay sus excepciones, pero lo que pasa con la mayoría de estos intérpretes es que se inspiran en textos marcados por una vulgaridad extrema, con temas excesivamente agresivos por el grosero acento de sus letras. Como tampoco compartimos el punto de vista de que el desarrollo de la humanidad se mida nada más mediante la evolución de la tecnología, léase, por ejemplo, el indetenible desarrollo del universo digital.

La espiritualidad del ser humano ha evolucionado algo desde los tiempos en que se tiraban los cristianos a los leones, pero todavía hay muchas barreras que el hombre tiene que superar si nos atenemos a la barbarie de lo que está pasando en Chile y en Bolivia en estos momentos. Y si hemos tocado este tema es porque el reguetón, de alguna manera, exalta también sentimientos oscuros que denigran al ser humano en tanto reverencia lo más pobre y mediocre que se pueda escribir en el texto de una canción en nuestros días.

Agobiados por el malestar que nos produce la escucha de esta música pésima, sorprendernos por el decir-cantar del Trío Palabras no significa para nada un milagro en el contexto de la música de hoy, sino toda una reafirmación de la belleza que distingue a la música patrimonial cubana, entiéndase Silvio Rodríguez, Frank Fernández, Buena Fe, Los Van Van o el Trío Palabras. Por lo tanto, estamos aquí reunidos para sentirnos plenos, sumamente felices por elogiar trabajos que, como este, inspiran nuestra fe infinita en el despliegue espiritual por la belleza de un proyecto musical, donde se les ha rendido sentido homenaje a compositores prácticamente centenarios, quienes permanecen eternamente en nuestros corazones mientras que los cultores del peor reguetón ni siquiera alcanzan a doblar la esquina, porque ya están olvidados. No por gusto el Trío Palabras obtuvo el Premio en la categoría de cancionística en el pasado concurso del Premio Cubadisco 2019, otorgado por el resultado de su profesional desempeño, pues dichos galardones no se conceden ni por simpatía ni, mucho menos, por relaciones afectivas. Basta escucharlo para saber de qué estamos hablando, mucho más ahora que tienen como integrante a un maestro de las cuerdas al que se conoce como Rachid.

Trío Palabras.
 

Por último, con esa licencia que habitualmente se le otorga a quienes escriben desde el corazón, quisiera concluir mis palabras con una reflexión del Apóstol de cuando este se deleitó con un concierto del violinista José White. Tengo la certeza de que, si el Maestro estuviera sentado aquí entre nosotros para presenciar el concierto, se habría expresado del mismo modo: “El trío Palabras no canta, subyuga, las notas resbalan en sus cuerdas, se quejan, se deslizan, lloran; suenan unas tras otras como sonarían perlas cayendo”.

 

Notas:
[i] Presentación del disco Lo que dice mi cantar, del Trío Palabras, a cargo de Guille Vilar en la sede de la UNEAC de Santa Clara, el 8 de diciembre del 2019.